El periodista Fonsi Loaiza en una imagen cedida por el entrevistado.

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Tras publicar Florentino Pérez, el poder del palco (Akal, 2022), que ya va por su quinta edición y más de 9.000 ejemplares vendidos, el periodista Fonsi Loaiza (San Fernando, Cádiz, 1990) vuelve a la carga con Qatar. Sangre, dinero y fútbol, otro incómodo libro que desenmascara los oscuros negocios del poder futbolístico internacional y español.

¿Por qué ha sido el mundial de futbol más sangriento?
Unos 7.000 obreros que han trabajado en la construcción de las infraestructuras han muerto, según Amnistía Internacional y The Guardian, pero pueden ser más porque hay mucha opacidad. Los patrones tienen potestad absoluta sobre ellos porque los sindicatos y las huelgas están prohibidas y les requisan los pasaportes. Las familias no serán indemnizadas. Y, pese a todo, no ha habido ningún boicot.

También ha sido el más opaco.
Es un negocio redondo porque allí las empresas no tributan impuestos. Se basan en el modelo inmobiliario español, el de Benidorm, y muchas empresas españolas están allí, como las de Florentino Pérez, pero también la Corona de España. Los jeques han entrado al mundo del deporte y, para dominar el mundo, deben estar al frente del negocio, que es la mayor trama organizada del planeta. Arabia Saudí quiere hacerse con el mundial de 2030; quieren comprar a Cristiano Ronaldo y controlan una Superliga de golf vinculada a Donald Trump.

«Mientras mi equipo gane, me da igual que roben, esta es la inopia social de la que los jeques saben aprovecharse», lamenta en el libro. ¿Los aficionados son cómplices?
El fútbol y el consumismo son los dos opios que usan los estados occidentales.

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¿Por qué las protestas contra la ejecución del jugador iraní Amir Nasr-Azadani por defender a las mujeres están siendo mínimas?
Los futbolistas millonarios no harán nada por ningún tema social, han perdido todo contacto con la realidad. Cuando consiguen un contrato millonario, lo primero que hacen es huir de los barrios obreros de donde crecieron. Otros, como Neymar, incluso apoyan a Jair Bolsonaro. Los futbolistas no han hecho ni el postureo de sacar una bandera LGTBI por temor a que les saquen una tarjeta amarilla. Además, a José María del Nido y Florentino Pérez no les interesa el fútbol, sino los negocios que se hacen en los palcos.

El expresidente balear del PP y eurodiputado de Ciudadanos, José Ramón Bauzá, también está vinculado con lo que defines como «satrapía feudal».
Parece el comercial del régimen qatarí en Twitter, donde dice lo bueno que es viajar en Qatar Airways. Está claro que hay una red de intereses; quizás no cobra, pero han comprado su voluntad. En el momento que acudes a hoteles de cinco estrellas pagados por un régimen tirano, evidentemente no lucharás por mejorar los derechos humanos en ese país.

El silencio también impera entre los partidos de izquierdas y las entidades feministas.
En España existe la ley mordaza y en los campos de fútbol, como en el del Cultural y Deportiva Leonesa, se retiró una pancarta contraria al mundial. En un Éibar-Alavés también se retiró una pancarta porque manchaba la imagen del fútbol, según Javier Tebas, presidente de La Liga. Pero para ellos la vulneración de derechos y abusos contra las mujeres no se vulnera en Catar. Hay que recordar que Tebas se define como ultraderechista y viene de Fuerza Nueva. Son gente que perdió en la Transición y vieron el mundo del fútbol como un lugar para hacer de políticos frustrados. Es significativo que el único partido que se ha parado en España es cuando se llamó nazi al jugador Roman Zozulia.

En el prólogo, Pascual Serrano afirma que el libro es «un intento de dignificar el periodismo». ¿Cómo valora el periodismo deportivo?
El periodismo deportivo no es ninguna de las dos cosas porque han convertido el fútbol en espectáculo para vender el salseo, como hacen en El chiringuito de Jugones. Quieren que se hable de todo menos de los negocios que se hacen y que tienen comprados a los periodistas de los platós. Los hay que desde su parcela, o en revistas como Panenka, sí que fiscalizan y hacen más cultos a los aficionados.