Refrescos Puig (Palma) y Carbónicas la Paduana (Petra) son la excepción local en un mercado liderado por las grandes marcas americanas y en menor medida las marcas blancas de los grandes supermercados. Julián Puig (bisnieto del fundador de Refrescos Puig) asegura que sus ventas se han incrementado en un 400% en el último año. Toni Gibert Mora (encargado de producción y de la planta embotelladora de Carbónicas la Paduana) no habla de un incremento en las ventas, pero sí de un consumidor fiel que ha evitado que el cambio fiscal haya afectado a su cuenta de resultados.
«Una de las mayores bazas que nos quedan para diferenciar nuestro producto de la competencia es la etiqueta de ‘local' y mucha gente nos elige por eso, dice Toni Gibert. Como en el caso de Refrescos Puig, se trata de una fábrica que funciona desde principios del siglo XIX. En sus inicios el sifón era el producto estrella, pero se fueron adaptando a las nuevas demandas incorporando refrescos de cola, naranjada o limonada (entre otros) con el paso de los años.
«En los últimos meses igual sí que han bajado algo las ventas porque hay menos turismo y hace más frío, es algo lógico, pero venimos de una subida de ventas del 400%. En 2020 vendimos 70.000 botellas y este año cerraremos con unas 300.000 botellas. Soy consciente de que no podremos mantener este aumento, pero aspiramos a seguir creciendo (con subidas menores) gracias a un cliente muy fiel», dice Julián Puig.
En su caso implementaron un importante cambio de modelo de negocio en 2018 que empezó a dar sus frutos en 2021 a medida que mejoraba la situación de la pandemia. «Antes hacíamos botellas de un litro que básicamente iban dirigidas al consumo familiar, pero desde hace cuatro años nos hemos ido introduciendo en el mercado de la hostelería comercializando también botellas pequeñas en cristal retornable», dice Puig.
En su opinión «el futuro pasa por fabricar productos más sanos y con menos aditivos. También por el kilómetro 0 y los envases retornables. En nuestro caso entre un 13 y un 14 % de nuestras ventas son de refrescos de medio litro en cristal retornable a domicilios».
Los últimos datos recogidos por la Asociación Nacional de Fabricantes de Bebidas Refrescantes (ANFABRA) apuntan también a un cambio en la demanda de los consumidores. Las variedades bajas en calorías son ya casi un 60 % de los refrescos que se consumen a nivel estatal. El sector invierte un 30 % de sus beneficios en innovación para desarrollar variedades que satisfagan esta nueva tendencia.
El estudio de Esade plantea plantea para los expertos un escenario «lógico» con una caída de la demanda de refrescos en los hogares más pobres, teniendo en cuenta no solo la subida de impuestos sino también la inflacción. Aunque aún están recogiendo las cifras de consumo de 2022 apuntan a que cuando se estudia la sociedad en su conjunto y no en función de su renta, las ventas no han sufrido caídas significativas. El hecho de que sea un negocio muy dependiente de la hostelería y el turismo minimiza los efectos de la caída de las ventas en los hogares.
El cambio de política fiscal aplicado por el Gobierno central desde enero de 2021 sigue el ejemplo de otros países para desincentivar el consumo de refrescos con el objetivo de minimizar el riesgo de padecer problemas de salud en general y la obesidad en particular, especialmente la infantil.
Según los expertos incrementar el precio de determinados productos es la medida disuasoria más efectiva. Los especialistas Jorge y Santos Martínez y Jorge Galindo han realizado ahora para ESADE la primera evaluación metodológica del impacto de la medida. Para el estudio utilizaron los datos de hogares de las tres autonomías no sujetas al IVA (Canarias, Ceuta y Melilla) como grupo de control para comparar los hábitos de compra reflejados en la Encuesta de Presupuestos Familiares de las familias que viven en estas áreas geográficas con los del resto de España, donde sí se produjo un aumento del gravamen fiscal.
Del estudio se extraen distintas conclusiones. Más de un 90% de la subida del IVA se trasladó al precio final con una subida media del 9,6 % (12 céntimos) sobre el precio medio por litro. Los hogares con menor nivel económico son los que más han reducido el consumo. «Para el 33% de hogares de menor gasto equivalente, el descenso medio fue de 10,8 litros por año, lo que equivale a una caída del consumo del 13%. Sin embargo, para el resto de los hogares el efecto del impuesto no fue estadísticamente significativo. Este efecto se multiplica por cuatro para los hogares de menor gasto equivalente con hijos de 5 a 16 años: en ellos, la caída estimada llega a 25 litros menos por año. Entre los hogares con niños la caída sería de un 20%, mientras que para los hogares pobres sin niños sería de un 7% aproximadamente», dice el trabajo.
Los expertos observan además una caída del consumo de snacks en los hogares de menor nivel económico, considerando el snack como un bien complementado a las bebidas azucaradas. Cifran la caída del gasto en snacks en 5 euros por hogar y año, lo que supone un descenso del 10,5%.
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diputados no han visto modificados los precios de cafetería establecidos en el contrato que firmó el Congreso, en julio de 2021, con la empresa concesionaria, Cafestore.En el concurso público, la filial de Sacyr, que ya se encargaba de los servicios de cafetería, volvió a ser la elegida al presentar la mejor oferta, con un coste inferior a los 6.841.509,98 euros de valor estimado del contrato. La empresa, eso sí, no puede adaptar los precios a la subida del IPC."desayuno estándar", con café o leche, o infusión o cacao y un bollo o una tostada, por 1,15 euros. Mismo precio tiene el "desayuno saludable", con café o leche, o infusión o cacao o refresco, panecillo normal o integral, y fruta o yogur desnatado. Por apenas 20 céntimos más, pueden disfrutar de un "desayuno superior", con café o leche, o infusión o cacao o refresco, bollería o tostada, o barrita o sándwich mixto, o montadito o pincho de tortilla, y zumo de naranja o fruta o o yogur.caña de cerveza a 1,05 euros. La cerveza de barril en copa mediana se paga a 1,35, mientras que en copa grande sale a 1,65. El tercio se cobra a 1,55, pero el precio se incrementa si la cerveza es sin alcohol a 1,65 euros.El vino también es más barato que en cualquier bar o restaurante: la copa de blanco se paga a 1,25 y la de tinto a 2,05. Si los diputados optan por los refrescos, deberán abonar 1,10 euros, y si prefieren agua deben elegir entre diferentes botellas que van desde los 1,05 euros y los 1,85.. Sus señorías, al igual que los periodistas y el personal que trabaja en el Congreso, pueden pedir un menú del día consistente en primer y segundo plato, postre, pan y bebida, o dos primeros platos, postre pan y medida por apenas 4,5 euros.Si los clientes quieren 'rascarse' más el bolsillo, pueden pedir bocadillos de ibéricos a 5,40 euros, o raciones frías que pueden llegar a los 19,45 euros, si se pide jamón ibérico. En cuanto a las raciones de cocina, destaca el pulpo a la gallega por 10,85 euros y las croquetas a 1,60 la unidad. La morcilla de Burgos, por su parte, sale a 5,10 euros y los calamares a 5,50. Estas son las dos clases: Los que pagan impuestos, y los que viven de ellos.
La elasticidad del precio afecta menos al consumidor fidelizado. Pero creo que hay dos factores adicionales. Uno, el cambio de imagen de anticuado u obsoleto a vintage-moderno le habla al consumidor moderno . Dos, los productos que consumía la generación X de pequeño produce nostalgia e impulsa su compra.
Llenos de azúcar pero al menos son mallorquines.