Rogelia Oviedo, de 58 años, ingresada a la espera de operación. | Teresa Ayuga

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Esguince cervical, contusiones, varios puntos en la cabeza, labio partido y tabique nasal y pómulos rotos. Este es el resultado de la bruta paliza que recibió el lunes por la noche Rogelia Oviedo, limpiadora del Hospital Psiquiátrico de Palma, a manos de un paciente del centro que se encontraba en régimen de aislamiento, pero que circulaba libremente por el área de semiagudos. Nadie sabe cómo pudo suceder. Los vigilantes estaban en el cambio de turno, no miraron las cámaras de vigilancia durante «una fracción de segundo». Tiempo suficiente para que el agresor, ingresado por orden judicial por agredir a varias mujeres, diera una patada por la espalda a Rogelia y empezara a golpearla.

«Casi matan a nuestra hermana», denuncia Antonio Oviedo, familiar de Rogelia, mientras hace guardia en el hospital, a la espera de que pase por quirófano, cuatro días después de la agresión. «Nos sentimos abandonados por la dirección del Psiquiátrico y la gerencia del IB-Salut. Aquí solo han venidos los compañeros de Rogelia; hasta el jueves, que vino por aquí el gerente, Josep Pomar, para 'interesarse' por nuestra hermana y darnos el teléfono de su secretaria por si 'necesitábamos' algo. Cuatro días después de la paliza», denuncia el hermano de la víctima.

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La familia de la víctima recalca la importancia de depurar responsabilidades. «No puede ser que una mujer agredida no haya recibido apoyo psicológico de ningún tipo. Eso sí, sabemos de buena tinta que las personas que la auxiliaron y fueron testigos sí han pasado por el psicólogo por el estrés de la escena. Ellos, no nuestra hermana. ¿No existe un protocolo para mujeres agredidas? ¿Por qué los sanitarios van en grupos de dos o tres en los pabellones, pero las limpiadoras tienen que ir solas?», se preguntan los parientes de Oviedo, mientras ella está sedada.

Rogelia, en la enfermería del Psiquiátrico, después de la agresión.

Antonio Oviedo lamenta que desde el Psiquiátrico parecen estar 'echando balones fuera' sobre la agresión. «Ingresaron a Rogelia y en el parte ponía 'accidente laboral'. ¿Una paliza es un accidente? Es más, la sensación que tenemos es que culpan a mi hermana de lo sucedido. Nos han dejado caer que ella iba sola 'porque quería', que 'ya sabemos cómo es Rogelia'. Pues no, mi hermana tiene necesidades especiales, sí, pero no es ninguna tontita. Ha conseguido ser una mujer autosuficiente, y le ha costado mucho tiempo y esfuerzo lograrlo».

En este sentido, la familia de la víctima está preocupada por el futuro de Rogelia. Temen que su salud física y mental se resienta. «Lo primero que dijo al despertar es 'cuándo podría volver a trabajar', que 'ella no quiere estar en el hospital'. Se niega a hablar de la agresión, le hemos sacado a cuentagotas el relato de la paliza. Para una persona como mi hermana, que necesita una rutina fija, esto es horrible. Hemos denunciado la agresión en la Policía Nacional, llegaremos hasta donde haga falta», finalizan los familiares.