¿Por qué destaca su tecnología de satélites?
Son satélites de menos de 50 kilos. El más grande que tenemos ahora mismo tiene un tamaño que estaría entre un microondas y un lavavajillas. A pesar de esta miniaturización, el tipo de datos y de imágenes que proporcionan son de primer nivel. El arte de mi equipo consiste en diseñarlos, fabricarlos y mantenerlos operando en órbita con esos tamaños, lo que permite lanzar una cantidad mayor y de manera más rápida, además de que resultan más económicos.
¿Se les puede llamar satélites low cost?
No es una expresión que me acabe de gustar. No sé si podemos llamar low cost a algo que ha costado millones de euros. Pero sí que son satélites muy eficientes en cuanto a lo que cuestan y lo que proporcionan.
¿Son sus satélites los más pequeños que orbitan la Tierra?
No, de hecho hay empresas que hacen satélites mucho más pequeños que los nuestros. Nosotros lo que buscamos es la mejor combinación, independientemente del tamaño, de sensores, cámaras y tecnología en general que podamos compactar para que estos usos de los que hablaba puedan verse abordados. Pero si tenemos que hacer satélites más grandes los haremos, nuestro equipo es perfectamente capaz de ello si es necesario
¿Para qué se utilizan los datos que recogen?
Se utilizan sobre todo para monitorización climática, desde deforestación a control de costas, pasando por emisiones, contaminación de los océanos... Hay un montón de usos vinculados a sostenibilidad y cambio climático, a la eficiencia energética, producción desde fuentes renovables... Este año lanzaremos un satélite con una cámara de infrarrojos y estamos deseando ver cómo podemos utilizar estas imágenes para identificar qué edificios están bien aislados térmicamente y cuáles no lo están. Son cosas con las que se puede mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
¿Quiénes son sus clientes?
Tenemos un estructura de clientes muy diversificada. La proporción de instituciones públicas y corporativas privadas debe estar al 50 %. Hay muchas empresas de conectividad, telecomunicaciones, de monitorización de calidad de agua, de temas agrícolas... Hace un año o dos, cuando había todo el problema de la Xylella, pensé en lo eficiente que sería poder contabilizar el número de almendros perdidos en Mallorca y poder ordenar de forma científica las ayudas a los payeses para beneficiar a quien más ha sufrido la plaga. Me haría mucha ilusión poder hablar con la gente que toma estas decisiones para poder ofrecerles este tipo de información.
¿Qué beneficios empresariales y económicos cree que habría?
Instituciones y empresa consumirían este tipo de servicios y eso generaría un ecosistema de empresas tecnológicas que crecen en torno a este activo de datos. Eso me ilusiona, poder abrir esta información a todo el mundo. Hay muchos usos. Ha de ser la gente que tenga la inquietud y que pueda tener acceso a esta información para poder dar solución a estos problemas, tanto locales como globales. Una empresa de Mallorca que tuviera el mejor software para identificar la Xylella, por ejemplo, a lo mejor puede exportar luego ese servicio a California, donde también tienen almendros. Este tipo de cosas son las que generan crecimiento económico y me encantaría que a ca nostra se pusiera todo esto en uso, así que estoy a disposición de quien quiera para explicarle todo lo que se puede hacer.
¿Ha mantenido alguna colaboración con el Govern, la UIB o empresas de las Islas?
Todavía no. Tenemos ahora mucho interés por parte de clientes de Estados Unidos, Reino Unido, Latinoamérica, Sudeste asiático, en la propia España... Hemos vendido satélites a Andalucía, Canarias, Cataluña... Creo que en Baleares no nos deberíamos quedar atrás, por lo menos en servicio de datos.
¿Usted y su empresa son una prueba de que se está democratizando el espacio?
Sin ninguna duda. Hay un cambio de paradigma que era impensable hace 30 años. Antes estos satélites solo los tenían grandes agencias espaciales y ahora una empresa como Open Cosmos puede hacerlo.
Aconseja siempre perder el miedo a desarrollar proyectos.
Lo más importante es que cuando arrancas un proyecto no lo tienes todo resuelto, has de ir encontrando las respuestas a medidas que caminas y a veces se trata solo dar el primer paso. Hay gente tan brillante que no se atreve a dar el primer paso porque no lo ve todo resuelto de primeras... Hay que dar ese primer paso porque si no, no pasará nunca nada. Yo arranqué con 25 años y mirándolo en perspectiva el riesgo habría sido no hacerlo.
1 comentario
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Me importa más el precio de la sesta para llegar al fin del mes .