Saúl Herrero, con su Maja desnuda. | Click

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Saúl Herrero es profesor de Historia del Arte, profesión que ejerce en un instituto de Palma, y artista de fin de semana y tiempo libre. Saúl forma parte del grupo de artistas que se autodenominan Comerciants de nuvols, instalados en la primera planta de la finca, sita en calle Danús 3, de Palma, en la que, pese al número de ellos que coinciden trabajando, el orden y el buen ambiente es el denominador común del lugar.

«Siempre quise ser pintor -nos dice desde el centro de los metros cuadrados que le corresponden, que él está utilizando y aprovechando muy bien, como suponemos hacen los demás-. Sí… Ya siendo un niño, el arte me motivaba, pues a través de él, o más concretamente de la plástica, podía hacer lo que más me gustaba, entre otras cosas, expresar mis sentimientos y plasmar sobre la tela o el papel mi modo de ver y entender las cosas, lo cual para mi suponía el éxito, pues éxito es poder hacer lo que a uno le gusta hacer».

Reconoce que para ser lo que quiso ser tuvo que esforzarse bastante, «pues pude estudiar Bellas Artes gracias a una beca, lo que me obligaba a espabilarme, ya que la puntuación media para conseguirla era de 8,5». Entre el cuarto y quinto curso, hizo un parón en los estudios y se fue a Nueva York, «donde viví el Arte de otra manera, lo cual me ha valido de mucho, pues son experiencias que solo se adquieren por estar ahí».

En la zona que a él le corresponde, llama la atención el contenido de sus cuadros, la mayoría desnudos de hombres con pene y pechos de mujer, de hombres con pecho y vagina, y de mujeres, también desnudas, con pene. Uno de ellos, que vendría a ser como el majo desnudo, ya que él aparece desnudo, tumbado sobre una cama, mostrando sus pechos y su pene, con las manos cruzadas por detrás de su nuca, que nos recuerda a la Maja desnuda, de Goya. Saúl no ha pretendido hacer una copia de esta, sino rendir un homenaje a su autor por la valentía que tuvo en mostrar a una mujer desnuda en tiempos en que los desnudos, fueran plásticos, fueran reales, estaban, no solo prohibidos, sino también perseguidos y castigados.

Observando detenidamente la colección de cuadros de diversos tamaños que cuelgan de las paredes de su parcela, o que sostienen los caballetes, está claro que son trabajos que por su contenido no manifiestan solo un estilo, que también, sino una realidad y una reivindicación de lo que hasta hace poco era -mejor dicho, sigue siéndolo en determinados círculos sociales- un problema. Por ello, Saúl, pretende dar luz a dicha realidad a través de esta serie que denomina Adaneva.

«Sí, mi intención es, a partir de mis cuadros, dar a entender que la diversidad de género no es ningún problema, nada anti natural, sino una realidad, algo que está ahí, y que, de forma respetuosa, trato de visibilizarla a través de mi obra».

Y al decir que está ahí, lo dice con conocimiento de causa. «Porque la veo en el colegio, dando clases. Veo niños que han nacido niños, pero que su comportamiento es más de niña. Y es que si todos nacemos con sexo, tú decides tu género. O dicho de otro modo, la naturaleza te da el sexo, pero al género lo decides tú… Antes del cristianismo había libertad absoluta para decidirse por el genero. Nacías hombre, pero si te sentías mujer, tenías libertad para ser mujer sin que nadie te lo impidiera. Y ocurría lo mismo en el caso contrario. Pero el cristianismo y otras religiones monoteístas frenaron esa libertad, implantando otro tipo de sexualidad. O peor, las prohibieron durante siglos… Prácticamente hasta no hace mucho…».

Para Saúl, y más siendo artista, el mejor modo de llamar la atención sobre esta cuestión, que para cierto sector de la sociedad sigue siendo un problema, o si lo prefieren un tabú, es exponiéndolo a través de pinturas y esculturas, como está haciendo él ahora de la mano de Adaneva, o como empezó haciéndolo en una pasada Nit del Art, «donde me llamó la atención ver como alguna mamá, con su hijo, se plantaban delante de una de mis pinturas y le explicaba o respondía a las preguntas que el niño le hacía sobre lo que estaba viendo, hombres con pene y tetas grandes, o con tetas y vagina, y mujeres, también con pene. Probablemente le hablaría de la diferencia que hay entre sexo y diversidad de género, dos realidades que no pueden confundirse, y que están ahí para quedarse. Por ello hay que afrontarlas».