Desde la izquierda, Àngela Lledó, Marina Martínez y Pilar Juan, en uno de los accesos de Son Espases. | Joan J. Serra

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Àngela Lledó, Pilar Juan y Marina Martínez son tres graduadas de la primera promoción de Medicina en la UIB. El pasado mayo, firmaron su contrato como Médico Interno Residente (MIR). Àngela es de Mareny de Barraquetes (València), Pilar es almeriense y Marina es de Benalmádena (Málaga). Siendo las tres peninsulares, y teniendo opciones de hacer la residencia en sus lugares de origen o cercanos, han querido seguir en Mallorca para desarrollar el MIR de Medicina Familiar y Comunitaria. Explican los motivos: «Elegimos hacer el MIR en Son Espases porque es un hospital que conocemos. Es muy moderno y está muy bien equipado. Los adjuntos y los residentes mayores te acogen muy bien. Creemos que hemos hecho muy bien eligiendo la Isla. ¿A quién no le gusta Mallorca? Pero ya no se trata tan sólo de los tópicos sobre la Isla. Es que Mallorca ya es nuestra casa».

Las tres tienen un buen recuerdo de los años del grado: «Éramos 60 y eso permitía una atención personalizada, mejor que en una universidad privada. Hacíamos las prácticas justo al lado de la facultad y hay que decir que el personal de Secretaría nos ayudó mucho y nos trató muy bien. Han sido nuestros salvadores durante los seis años del grado».

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Mallorca ofrece muchas ventajas, pero también tiene el consabido problema de la vivienda. Àngela y Pilar comparten piso con la pareja de ésta última. Marina también vive con su pareja, pero no ha sido fácil: «Tenemos experiencias muy malas con las inmobiliarias, que entre fianzas y garantías llegan a pedirte tres meses por adelantado. Además, nosotras tenemos un sueldo base, al que luego se añaden guardias y pluses, que aquí se pagan más que en la Península, pero las inmobiliarias no acaban de entender ese tipo de ingresos». Pilar destaca que «hasta siete inmobiliarias me han dicho que no tenían ninguna vivienda que ofrecerme. Al final hemos conseguido situarnos, pero los precios son altísimos y, en algunos casos, claramente abusivos. Para encontrar piso y todo tipo de información inmobiliaria, en su momento se creó el grupo de Whatsapp Novatos sonespaseros. En principio era un grupo para sanitarios, pero ahora ya hay unas 900 personas, trabajadores de todo tipo y de toda Mallorca, y ya se incluyen ofertas de trabajo».

Otra cuestión que, según algunos, podría dificultar su trabajo en Mallorca es la lengua. No es el caso de Àngela, que es valenciana. Más allá de certificaciones, Pilar y Marina afirman que «cuando llegamos aquí para estudiar Medicina, el tema de la lengua era una cuestión que podía echarnos atrás, pero pronto comprobamos que era un prejuicio. Toda esta cuestión está muy politizada. Cuando empiezas a relacionarte con mallorquines, ya no hay problema. En la facultad, la mayor parte de las clases eran en castellano y el resto se repartía entre catalán e inglés. Para nosotras, hablar en catalán es un poco difícil y nos sigue dando vergüenza intentarlo, pero lo entendemos todo. Cuando un paciente nos habla en catalán y le respondemos en castellano, le animamos a que siga con el catalán si se siente más cómodo. Nunca le diríamos: Hábleme en castellano. Se trata de entender lo que le pasa y darle todas las facilidades para explicarse».

En el momento de hablar con ellas, Pilar y Marina acaban de salir de su primera guardia en Urgencias. Àngela la hará la semana que viene. Ya se nota la presencia masiva de turistas: «Hemos atendido fracturas por peleas, cortes en un brazo, ataques de ansiedad, intoxicaciones etílicas y molestias atribuidas a relaciones sexuales de riesgo». Quedan cuatro años de MIR. ¿Y después? «Nos gustaría quedarnos aquí, al menos por unos años, pero estaría bien tener un buen piso para vivir».