La historia de las tortugas marinas en Baleares es un relato con un final feliz. Gracias al esfuerzo e investigación de las entidades naturalistas y concienciación ciudadana se ha conseguido proteger a una especie vulnerable y, catalogada en «peligro de extinción», según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). El éxito para salvaguardar a estos reptiles marinos no solo pasa por su recuperación, sino también por el triunfo reproductivo de sus ejemplares. Según los expertos, en los últimos veranos, debido al calentamiento global, el número de puestas de huevos de 'caretta caretta' en las playas del Mediterráneo ha ido en aumento.
Salvar y proteger ha sido el principal hito de los últimos treinta años. Entre los años 1993 y 2020 se han localizado un total de 1.058 tortugas marinas varadas, 512 vivas y 546 muertas, según el último informe Mar Balear que, impulsado por la Fundación Marilles y las principales instituciones científicas de las islas, documenta la situación de la tortuga boba en las aguas del archipiélago. «Hace falta hacer un buen seguimiento para poder llevar a cabo una buena gestión y para ello es necesario más inversión», recuerda Aniol Esteban, director de Marilles Foundation, biólogo marino y economista ambiental.
Llama la atención que fue en 2020, el verano después del confinamiento por la pandemia del coronavirus, cuando se localizó el número máximo de tortugas varadas (83), 30 muertas y 53 vivas, de las que 47 sobrevivieron. La principal causa de varamiento entre los años 2015 y 2020 ha sido el enmallamiento en plásticos o en artes de pesca fantasmas. Un total de 92 tortugas se han recuperado y devuelto al medio marino entre los años 2015 y 2020.
Las principales causas de varamiento hasta el año 2014 se consideraban mayoritariamente debidas a la incidencia de la pesca, con el 36 % de las tortugas halladas como capturas accidentales del palangre. En cambio, la causa principal entre los años 2015 y 2020 ha sido el enmallamiento, que ha causado más de la cuarta parte —el 32,8 %— de los varamientos de los que se conocía la causa, según la Fundación Palma Aquarium.
En 2020 estas cifras suben a más de la mitad, con el 54,7 % de los varamientos con causa conocida provocados por enmallamientos. El resultado ha sido que entre los años 2015 y 2019 se han liberado un total de 92 tortugas marinas después de haberlas recogido varadas. El año en que más tortugas se pusieron en libertad fue 2020, con 35 tortugas retornadas al medio marino. De hecho, el los últimos treinta años se han conseguido salvar a más del 60 % de los ejemplares encontrados.
A finales del siglo XIX y principios del XX había constancia de la existencia de nidos de tortuga boba de carácter esporádico en las Baleares, pero no se habían vuelto a localizar. Por primera vez desde entonces, en 2019 se localizaron nidos de tortuga marina en playas de las islas, concretamente en Ibiza: uno en Platja d'en Bossa y otro en la Platja des Cavallet. En 2020 se localizaron tres nidos más: uno en Cala Nova (Santa Eulària des Riu, Ibiza), uno en Punta Prima (Menorca) y, posteriormente, uno en el momento de la eclosión en Cala del Pilar (Menorca).
Hace tan solo unas semanas, el 8 de junio, el hito llegó a Mallorca. La playa de Can Pere Antoni de Palma fue el escenario de la primera puesta registrada en la mayor de las Baleares, según informó la Conselleria de Medi Ambient i Territori. El nido fue avistado por un ciudadano y, posteriormente, acordonado para garantizar la seguridad de los 106 huevos. Con el fin de conservarlos, los técnicos del Servei de Protecció d'Espècies de la Conselleria de Medi Ambient y del Consorci per a la Fauna de les Iles Balears (Cofib) trasladaron 46 huevos a las incubadoras del Laboratori d'Investigacions Marines i Aqüicultura (Limia, en el Port d'Andratx), dependiente de la Conselleria d'Agricultura, Pesca i Alimentació.
El objetivo es propiciar, con unas temperaturas más altas que las de la arena, que los ejemplares que nazcan sean hembras, en coordinación con las directrices marcadas desde la estrategia nacional para la especie. Los sesenta huevos restantes permanecen en el nido de la playa y se ha incrementado ligeramente la temperatura de la arena durante todo el tiempo de incubación a través de estructuras que mejoren la insolación.
Cabe recordar que, en caso de ver una tortuga en la playa, se pide a la población que no la toque ni acercarse a menos de quince metros. Además, no se debe fotografiarla con flash y es necesario llamar inmediatamente al 112 para que se pueda poner en marcha el protocolo de actuación. La tortuga boba (Caretta caretta) es la única especie de tortuga marina que nidifica predominantemente fuera de latitudes tropicales, aunque también hay algunas áreas de nidificación importantes en los trópicos. En las Islas Baleares se pueden observar principalmente individuos juveniles y subadultos. Pueden verse ejemplares de tortuga marina durante todo el año, pero los varamientos son más abundantes entre los meses de verano, concretamente de junio a septiembre.
El apunte
Ayuda y concienciación: la gran labor ciudadana
Los ciudadanos se han convertido en un elemento imprescindible para la recuperación y protección de la especie en Baleares. Gracias al trabajo de las entidades ecologistas existe una mayor concienciación entre bañistas y navegantes que ayudan a localizar a tortugas en apuros. El último caso fue el llamamiento ciudadano de Palma Aquarium para localizar a un ejemplar con problemas de flotabilidad cerca de la costa norte de Mallorca. Por el momento, no se ha conseguido encontrar al animal y siguen pidiendo ayuda para salvarlo. Por otra parte, y sobre todo de cara al verano, los expertos ruegan máxima precaución y prudencia a la hora de publicitar este tipo de acontecimientos a través de las redes sociales para garantizar que los trabajos se efectúen bajo la menor presión posible.
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