Los compradores, en las gradas de la Lonja de Palma, durante la subasta, que celebra de martes a sábado. | Pere Bota

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La Lonja de Palma se despereza sin prisa. Son casi las cuatro y media de la mañana y ya se ven camiones y trabajadores portando bandejas con el pescado fresquísimo pescado la madrugada anterior. No hay ruido, es demasiado temprano. Los compradores empiezan a llegar, aún con caras somnolientas, pero, un día más, toca adquirir el género. Se sientan en la grada antes de arrancar la subasta de pescado, la única de toda la Isla. Hasta aquí se desplazan de todos los municipios para conseguir el mejor pescado, al mejor precio, para venderlo en sus puestos de los mercados municipales o, bien, distribuirlo a los restaurantes.

Opmallorcamar es la organización que desde 2003 gestiona a las 90 de embarcaciones que pescan y comercializan el pescado fresco en Mallorca. Cuentan con la cesión del edificio La Lonja del Pescado. Y este año Opmallorca cumple 20 años emplazado en este lugar marítimo.

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Un día en la subasta de Lonja del Pescado es un día asegurado de olor a pescado, aunque se hace agradable nada más ver el color del género, el aspecto y su valor en la subasta. Ahora es temporada de llagosta, que no baja, casi nunca, de los 70 euros la bandeja, y de gamba roja. Comprar lo mejor, y a buen precio, se convierte de martes a sábado en una carrera a contrarreloj. Durante hora y media o incluso dos horas, dependiendo de si la noche anterior ha habido buena suerte en el mar, los llamados compradores (personal que compra el género que necesita para sus negocios o la empresa distribuidora) se acercan a unas taquillas en el interior de este emblemático edificio. Ahí cogen los mandos con los que marcarán un botón rojo. Lo usarán cada vez que les interese comprar la bandeja de pescado que va circulando por la cinta. Es una especie de pasarela para presentar lo que se ha capturado en el mar.

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Toni Rivera es un histórico comprador. Lleva 40 años dedicándose a esto. «No sé hacer otra cosa que comprar pescado. Lo he hecho toda mi vida», sentencia. Desde hace años trabaja para la empresa Javimar y, por otro lado, para el restaurante Bon Sol. Éste y el restaurante Can Eduardo son de los pocos negocios de restauración de toda la Isla que compran directamente en la Lonja. «Mi trabajo consiste en conseguir aquello que me piden. Hay que tener paciencia y ver lo que va saliendo por la cinta. Sé hasta qué precio puedo llegar. Esto se llama subasta a la baja», explica Toni, sentado en la grada junto a otros compradores.

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Opmallorcamar controla la pesca de los nueve puertos pesqueros en los que se lleva a cabo esta práctica. Esta entidad nació para gestionar la venta de todo el pescado que recogen las embarcaciones. Asimismo, mantiene un estrecho contacto con las cofradías de pescadores. «Se suele vender por subasta entre 2.000 y 8.000 kilos de género al día. Hoy [el día de la entrevista], habrá unos 4.000 kilos», expone el director comercial de Opmallorcamar, Marcial Caracena. Lamenta que en los últimos cuatro años el número de embarcaciones pesqueras se haya reducido un 25 %. «Hace 20 años, había al menos 33 barcos de arrastre (una de las prácticas más comunes para pescar), pero hoy no llegamos ni a la veintena», sostiene.

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Para las subastas de la Lonja hay inscritos un centenar de compradores, pero a veces ese número va variando. Hay desde mercados, pescaderías de barrio, supermercados grandes, empresas de distribución y restaurantes. La subasta va a un ritmo de 700 cajas por hora y todo ese pescado que se pone a la venta de madrugada entra a las cinco de la tarde del día anterior. Solo es el pescado azul que se pesca de noche mediante barcas de cerco. Se deposita en la Lonja pero no participa en la subasta debido a que «el género es muy voluminoso, suelen ser muchos kg de pescado», explica Caracena. Si bien el 99 % de pescado se vende en Mallorca, hay un 1 % que se distribuye fuera.

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Sucede en ocasiones cuando hay demasiada captura de pescado. Por ejemplo, pasa con la sardina o el boquerón (el pescado azul). Los compradores acaban su jornada con satisfacción. Ha sido un día largo, de apretar mucho el botón, de pensar en las cuentas. Pero al menos se llevan pescado.