La voluntaria Kika Mas, saludando ayer a la presidenta del Govern, Marga Prohens. | Pilar Pellicer

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Agosto es un mes de pereza, no solo por el calor sino también porque es la temporada de vacaciones de verano. Pero en la base logística de Mercapalma, la calma no existe. Entran y salen camiones cargados de pedidos. En la penúltima calle, el Banc d'Aliments de Mallorca es un ejemplo. No es posible descansar cuando se trata de dar respuesta a centenares de personas vulnerables.

A Xisca Mas le llaman Kika. Es una de los 26 voluntarios fijos y ella, una de las más mayores. Hace tres años que acude cada martes y jueves al Banc d'Aliments. Tiene 74 años y vive en Sóller. Se desplaza en su coche y con la certeza de que «así lo haré hasta que no pueda conducir más». El movimiento en esta nave industrial comienza a las nueve de la mañana y termina al mediodía.

Llegan desde primera hora furgonetas de las entidades que beneficiarán a los usuarios con bolsas de comidas. El ritmo es frenético y da igual que sea verano o invierno. «Aquí se pasa mucho calor como también mucho frío, es lo malo de la nave», comenta Kika mientras ríe. El almacén se divide en dos partes.

«Hasta que pueda, vendré al Banc d'Aliments, porque si no hago nada a mi edad, me aburro»
Kika Mas, voluntaria

La primera está desolada, vacía, pero tiene un motivo. Es aquí donde distribuyen los alimentos que se entregarán al día. Solo hay productos no perecederos. La otra parte está repleta de donaciones y compras que, poco a poco, irán vaciándose porque hay una clara demanda de la sociedad más necesitada. «Me gusta ser voluntaria. Hasta que pueda vendré, porque si no hago nada a mi edad me aburro».

parte del voluntariado ayer por la mañana preparando las cajas con la comida que donarán a entidades.
Parte del voluntariado preparando las cajas con la comida que donarán a entidades.

También agosto es el mes que acoge a jóvenes voluntarios de otros países. Durante tres semanas, dos chicas francesas acuden cada martes y jueves a llenar furgonetas y otros vehículos de las entidades sociales. Se las ve ágiles porque en unas horas tienen que llegar a los objetivos.

Raimundo de Montis es la cara más visible de la organización y sigue pensando que cuando se cierren las puertas «significará que no habrá pobreza». Ayer recibió la visita de la presidenta del Govern, Marga Prohens, y aceptó su mano para colaborar porque «toda ayuda es necesaria» y, a día de hoy, intentan tirar con lo que tienen y recibe la entidad, expresar De Montis, porque, remarcó, «hambre, que digamos, no hay. Ahora, necesidades muchas». Como las que tienen las decenas de jubilados –usuarios del Banc– sin una pensión digna o los inmigrantes que acuden porque trabajan en negro y lo que reciben no les da para comer. En definitiva, la demanda no cesa en el Banc d'Aliments ni siquiera en agosto.

El apunte

Marga Prohens visita el centro de alimentos y conoce a los voluntarios

La presidenta del Govern, Marga Prohens ,y la consellera de Presidència y Administracions Públiques, Antònia Estarellas, visitaron ayer el Banc d’Aliments y conocieron a los voluntarios y colaboradores que acuden a la nave, ubicada en Mercapalma. La presidenta trasladó la voluntad de máximo apoyo y colaboración por parte del Ejecutivo autonómico a la organización, presidida por Raimundo de Montis. El Banc da asistencia a 28.133 usuarios en Mallorca gracias a los excedentes y donaciones que la fundación distribuye entre 93 entidades encargadas de hacer llegar los alimentos a los usuarios que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad.