Uno de los nuevos poliquetos descubiertos en una cueva de Mallorca. | Europa Press - CEAB-CSIC

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Un equipo de investigación, liderado por la Universitat de les Illes Balears (UIB), el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (Imedea-CSIC), y con la participación del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC) y el Consiglio Nazionale Delle Ricerche (CNR), ha descubierto dos nuevas especies de poliquetos (gusanos) en una cueva anquialina de Mallorca.

Según ha informado CEAB-CSIC este jueves en una nota de prensa, este tipo de cavidades están aparentemente alejadas del mar, pero llenas de agua distribuida en una capa de arriba, que es de lluvia y procede de la superficie, y la inferior que llega generalmente por filtración lenta desde el mar.

La cueva es de muy difícil acceso, carece de luz natural y, también por su aislamiento, tiene pocos nutrientes y oxígeno disuelto en el agua. Por todo ello, la entrada y supervivencia de los organismos están muy limitados.

A 18 metros de profundidad, bajo los sedimentos de la cueva, viven los poliquetos. El primero descubierto pertenece a una especie desconocida hasta ahora, según han afirmado los expertos. Su morfología difiere de la de las especies y géneros ya descritos. Por eso, también se ha tenido que erigir un nuevo género.

El anélido mide unos dos centímetros, no tiene ojos y es casi transparente -se ve el cerebro, característicamente pigmentado de un rojo intenso-. El dorso está cubierto de escamas, como los demás miembros del grupo taxonómico al que pertenece, conocido vulgarmente como 'gusanos escamosos'. Además, posee dos pares de mandíbulas con forma de pico de loro.

Aunque vive en el sedimento, con la llegada de los submarinistas, fue capaz de salir y nadar rápidamente con movimientos sinusoides.

Este anélido está emparentado con linajes que habitan las profundidades abisales del Pacífico y la plataforma continental de la Antártida. Esto hace pensar a los investigadores en una posible conexión muy antigua, cuando la configuración de los continentes era totalmente diferente.

El segundo poliqueto descubierto pertenece a un género ya conocido, pero la especie es nueva, nunca antes descrita. Se incluye en el grupo taxonómico conocido vulgarmente como 'gusanos espagueti', porque viven dentro de tubos construidos por ellos mismos con los sedimentos de alrededor y, en condiciones normales, sólo se ve sus numerosos tentáculos, largos y delgados, con los que obtienen el alimento.

Mide unos cinco centímetros, aunque su cuerpo es muy blando, y se contrae y estira significativamente. Es de color amarillento, pero también bastante transparente y podría ser bioluminiscente, algo que se comprobará en futuras expediciones a la cueva.

La misma cavidad anquialina ha sido el escenario de un tercer hallazgo, pero de menor relevancia taxonómica. Se trata de un poliquete que ya estaba catalogado, pero siempre en cuevas conectadas directamente con el mar y en ambientes semioscuros del cicalitoral rocoso.

Por eso, el hallazgo plantea enigmas como la forma en que el poliquete ha accedido a la cavidad; la posibilidad de que lo hiciera hace mucho tiempo, cuando el nivel del Mediterráneo era más alto; si verdaderamente puede considerarse de la misma especie que sus parientes marinos, o el interrogante de cómo habrían podido mantenerse aisladas las dos nuevas especies si en algún momento ha habido comunicación directa con aguas abiertas.

La historia del descubrimiento empezó en 2019, con una primera expedición científica a la cueva. Un año más tarde, el equipo volvió a realizar inmersiones. Posteriormente, se ha ido realizando la labor de investigación que ha permitido confirmar los descubrimientos y avanzar en la caracterización de los poliquetos.

En 2022 describió uno, el primero, de la mano del equipo de la UIB, liderado por la doctora María Capa. Actualmente, los científicos preparan la descripción y catalogación de la otra nueva especie, así como la estrategia para resolver las preguntas surgidas con los tres hallazgos.

Esta tarea se lleva a cabo dentro del proyecto de investigación que acaba de conceder el Estado español en el marco del programa 'Generación de Conocimiento', que permitirá llevar más trabajo de campo a las cuevas de las Islas para estudiar la biodiversidad.

El investigador del CEAB-CSIC, experto en taxonomía y responsable de la identificación de más de 80 especies nuevas de invertebrados marinos, Daniel Martín, colidera, con la científica de la UIB, este proyecto.

En palabras del investigador, existe una gran diversidad de poliquetos en los mares del mundo y todos tienen un papel importante en la naturaleza.

«Son una de las principales fuentes de comida para muchas otras especies. Por eso se utilizan ampliamente como comidas de pesca. Algunos son bioindicadores, permitiendo la detección precoz de perturbaciones ambientales y ayudando así a desarrollar estrategias de conservación de los ecosistemas», ha explicado.

Asimismo, ha añadido, «otros deben tenerse bien controlados porque el hombre puede transportarlos fácilmente (con los barcos), introduciéndolos en nuevos ambientes donde pueden presentar carácter invasor». «También los hay que se estudian para usos médicos y farmacéuticos, incluyendo la síntesis de nanopartículas de plata, idóneas como vectores de medicamentos, por ejemplo para tratar tumores sin afectar a los tejidos sanos que les rodean», ha concluido el experto.

De su lado, la coordinadora del Centro Balear de Biodiversidad de la UIB María Capa ha destacado que «a estas alturas se sigan descubriendo nuevas formas de vida», lo que «confirma que existen rincones, como los fondos marinos o estas cuevas aparentemente aisladas, que todavía son muy desconocidos».

«Es importante conocerlos para ponerlos en valor y protegerlos, especialmente en la actual situación de cambio climático, que puede llegar a poner en peligro la persistencia de estos interesantes ecosistemas», ha resaltado. El descubrimiento se ha compartido en el último congreso internacional de poliquetos celebrado en Sudáfrica este verano.