Aqid Y., durante la entrevista en Palma. | Jaume Morey

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Aqid Y., con nacionalidad portuguesa y residente en Mallorca desde hace tres años, tiene un sueño que arrastra desde que nació, hace 40 años: visitar Jerusalén. Pero su condición no lo ha permitido: es un palestino nacido en Gaza y esto ya es suficiente. «Siempre he deseado ver la mezquita Al Aqsa», dice. Yousef (nombre ficticio) es otro palestino nacido en Gaza que lleva 20 años en la Isla, asegura que su primera vez en Jerusalén fue este agosto. «He cumplido mi sueño con 45 años».

Estos días, uno de ellos ha perdido una prima, asesinada a manos del Ejército de Israel. Hoy, en el actual conflicto entre Israel y Palestina, puede ser un amigo u otro familiar. Ellos son hijos de una tierra con fronteras, donde las decisiones las toman unos militares del otro lado.

«Mis padres –recuerda Aqid– nacieron en Gaza, pero mis abuelos en la Palestina histórica, antes de que fuera ocupada en 1948. Ella me contaba que todavía mantenía la llave de la que fue su casa en Masmia, un pueblo que ahora tiene un nombre hebreo». Relata que su abuela ha vivido calamidades «peores» de las que suceden desde el pasado 7 de octubre: «Los militares israelíes cogían a los palestinos, los colocaban en muros y los tiroteaban. La violencia era extrema para sacarlos de sus hogares».

Aqid habla de israelíes y no judíos. Quiere dejar claro que este eterno conflicto, entre unos y otros, «no tiene nada que ver con la religión. Pero sí con el sionismo. Los ataques comenzaron con este movimiento que intenta exterminar a los palestinos».

Gaza, prosigue, «no existe para gran parte del mundo». Lo dice Aqid porque lo vivió cuando se marchó a Portugal –país que ha reconocido a los palestinos desde siempre– para estudiar en 2001. Cuando fue a un centro de salud a hacerse la tarjeta sanitaria, le pidieron su nacionalidad y «veían que Palestina no aparecía en internet, en ningún mapa». Cada vez que Aqid menciona esta historia, lo hace para referirse al apartheid que sufre su población: «Los palestinos en territorio ocupado por Israel, como Cisjordania, están marginados. No pueden optar a según qué trabajos; tampoco a estudios».

Esto mismo lo corrobora Ángela (nombre ficticio), una mujer que nació en Cisjordania pero que vive en Mallorca desde hace años. Su hermana, sin embargo, está en Gaza: «Me comentaba hace una hora por teléfono que está caminado sola, por la calle, con su hija pequeña hacia un lugar seguro. Están pidiendo a la población que se vaya al sur, pero está a una hora en coche. Temo por su vida. Me da rabia que el mundo no se acuerde de que Palestina es un territorio ocupado. Para entender todo, imagínate que vengo a tu casa, te echo fuera o te mato y me quedo yo ahí. Esto no se puede quedar impune».

Ángela es la mujer de Yousef –el palestino mallorquín que visitó por primera vez Jerusalén este verano–. Ambos mencionan las resoluciones 181, 194 y 242 de la ONU sobre la cuestión de Palestina de dividir el territorio en dos estados. «A día de hoy, eso no se ha cumplido». Los palestinos quieren la paz pero también que no se vulneren los derechos de su población. «Yo recuerdo la primera Intifada (1987) como una pesadilla. Por tirar piedras para defendernos, las fuerzas israelíes asesinaban», rememora Yousef.

Amed (nombre ficticio) es de padres palestinos pero nacido fuera de Oriente Medio. Casado con una española, se pregunta: «¿Por qué cuando muere un palestino no es noticia pero cuando muere un israelí sí? ¿Por qué está permitida la ayuda militar allí cuando llevan 70 años matando a niños palestinos?» o «¿Por qué se diferencia entre una víctima y otra? Esta es la doble moral que se ve en la comunidad internacional. Se pudo observar muy claro con los ucranianos. Ahora, países como Francia o Alemania prohiben las manifestaciones por el pueblo palestino», sentencia. Los entrevistados piensan, de forma rotunda: «No habrá solución del conflicto si Israel no reconoce su ocupación sobre Palestina».

Si miran hacia el futuro, ven un horizonte negro «para unos o para otros»: «Israel tiene un plan y es echar a los palestinos a la Península del Sinaí. Si Hamás ha empezado esto ahora es porque no ve horizonte, este es el punto de partida de todos estos ataques; pero esta vez se les ha ido de las manos y han entrado más grupos –ajenos a Hamás– al conflicto. Basta ver cómo estaba Palestina hace 70 años a cómo está ahora. Gaza es una gran cárcel. Los palestinos no cederán, pero Israel tampoco. Esto puede acabar en limpieza étnica. De unos o de otros. Esperemos que no».

Versión de los judíos

Este periódico contactó con la comunidad judía en Mallorca para que dieran su opinión sobre el conflicto. Teníamos confirmadas dos entrevistas para que dieran su opinión y reflexionaran, pero a última declinaron hacer declaraciones «por seguridad».