En la zona de Gabellí, en las proximidades de la ermita de Campanet, existió el pueblo de Sant Miquel. | R.L.

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Mallorca no siempre ha crecido urbanísticamente. Siglos antes de que tan siquiera se acuñara el término ‘gentrificación’, una docena de núcleos de población llegaron a desaparecer en Mallorca. De algunos, como el de Sant Miquel, apenas se conservan algunas leyendas. De otros, como Consell, han pervivido los topónimos.

Toni Mas, investigador y profesor de Historia Medieval en la UIB, recupera ahora la memoria de los pueblos perdidos de Mallorca. El martes 30 de enero a las 19.00 horas presentará en la sede de la Societat Arqueològica Lul·liana los resultados de una investigación a la que ha dedicado buena parte de su vida. La conferencia está abierta al público.

Toni Mas, profesor de Historia Medieval de la UIB.
El historiador e investigador Antoni Mas.

La desaparición de núcleos de población en la Edad Media está ligada a las ‘Ordinacions’ de las villas de Mallorca con las que Jaume II quiso fundar y promocionar nuevas poblaciones en el siglo XIV. «Eso provocó el abandono de algunos núcleos concentrados de población y el traslado de otros», dice el experto.

Más explica que posiblemente la mayoría de pueblos desaparecidos sucumbió ante la competencia que representaban algunos de los nuevos pueblos proyectados por el rey Jaume II: «El primer núcleo de Ariany, por ejemplo estaba situado bien cerca de Petra, o el de Crestatx de sa Pobla».

Otros pueblos como Bellver (probablemente fundado cerca o en el mismo enclave que el actual Sant Llorenç), la Palomera (coincidiendo con el actual Sant Elm), o sa Granada (de localización imprecisa), no llegaron a consolidarse por el mismo motivo.

«No deja de resultar sorprendente para la Mallorca superpoblada de hoy que en otros tiempos la Isla perdiera parte de sus pueblos, hasta el punto que en algunos ni siquiera conocemos su ubicación», dice Toni Mas.

Aunque a priori pueda parecerlo, no toda la ‘culpa’ fue de Jaume II. «Parte de los núcleos de población de la Isla desaparecieron o vieron disminuida su población debido a que los payeses ricos o la aristocracia ciudadana compraba las tierras que los rodeaban. Ese sería el caso de Bànyols (Alaró), Biniforani (Bunyola), Hero (Santa Margalida) o Massanella (Mancor)», dice el profesor.

El experto advierte de que perduran todo tipo de leyendas sobre los pueblos perdidos de Mallorca. «Son narraciones que intentan explicar cosas que ocurrían y que ahora suenan rocambolescas», reflexiona. «Por ejemplo existe la creencia de que el núcleo de Sant Miquel desapareció a consecuencia de una gran inundación, pero realmente no se puede saber con certeza qué ocurrió. También cuenta la leyenda que cada vez que se llevaba una imagen de Santa MARGALIDA a Hero, está reaparecía en Santa MARGALIDA», dice.

«Mallorca no solo perdió pueblos de interior. En la costa sa Palomera y Ses Salines desaparecieron por el miedo de sus habitantes a los ataques corsarios. Cuentan que por las noches se escondían en la garriga por miedo a que los raptaran», relata Toni Mas.

La peste negra o el empobrecimiento de algunas tierras de cultivo también pudieron tener un papel importante. En cualquier caso «no todos los pueblos perdidos en el medievo desaparecieron para siempre, algunos como Ariany, Consell o la actual Vilafranca renacieron y acabaron consolidándose en la edad moderna», concluye el experto.

La historia, recuerda Mas, no hace futuribles, pero eso no impide que podamos imaginar la cara que se le quedaría a aquellos habitantes que perdieron pequeñas poblaciones si vieran la Mallorca de hoy en día.