Desalojo de una vivienda okupada en Palma.

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Comprar un piso en Palma a ciegas es sin duda un riesgo difícil de asumir para la mayoría, pero aquellos que ya viven en la barriada, ya sea en el mismo bloque o en otro, están dispuestos a tentar a la suerte a cambio de un sustancioso descuento. Hasta hay okupas que acaban comprando el piso en el que viven ilegalmente durante años y a partir de ahí encadenan una compra tras otra convirtiéndose en inversores del sector inmobiliario.

Esta es la historia de A.P., un mallorquín de Son Gotleu, de solo 23 años, empresario y padre de familia que pasó de ser okupa a propietario. El joven, cliente de la vicepresidenta del colegio de Administradores de Fincas de Baleares (APIs), Natalia Bueno, pide mantener su anonimato. «Yo compré el piso en el que vivía de okupa y un segundo piso de la misma finca en Son Gotleu y ahora estoy en trámites de echar a los okupas del ático que me he comprado en Son Roca», explica.

Ha invertido hasta ahora 171.000 euros en el negocio y no descarta seguir creciendo. «Yo nunca okupé por una razón económica. Siempre he estado trabajando y tengo una buena situación. No abrí el piso en el que vivía de okupa, fue un regalo de boda que me hizo mi hermano cuando me casé», relata. Hace tres años la policía tocó a la puerta del piso okupado en el que vivía junto a su mujer. La propiedad iba a desalojarlos. «Cuando vinieron, identificaron a mi mujer pero no a mí, así que pude comprar el piso en el que vivíamos y evitar el desalojo. Pagué por él 53.000 euros», explica.

Era una vivienda situada en la tercera planta de un edificio de Son Gotleu. Hace ahora medio año decidió comprar el primer piso de la misma finca por el que pagó 40.000 euros. «Lo intentaron okupar pero la agente inmobiliaria y yo llamamos a la policía y lo paramos», recuerda. Su última adquisición es un ático okupado en la barriada de Son Roca donde tiene dos locales comerciales. «He pagado por él 78.000 euros. Tiene 140 metros cuadrados y tres habitaciones. Otros iguales, pero sin okupa, se están vendiendo por entre 180.000 y 200.000 euros», dice.

A pesar de que él mismo vivió de okupa con su esposa, A.P. no tiene reparos en desalojar a los inquilinos de su ático. «Les conozco y él trabaja. Yo tengo que mirar por mi familia, para que mi hijo y los hijos que pueda tener en el futuro no tengan que okupar», aduce. Reconoce que les ha ofrecido 4.000 euros para que se marchen, pero han rechazado su oferta. «Ahora lo tengo en el juzgado», señala. No se muestra demasiado preocupado por el estado en el que encontrará la vivienda cuando la desalojen. «Como al chico le conozco, le dije que no rompan nada y espero que no esté hecho polvo como estaba el piso que me dejó mi hermano», dice.

Su primera propiedad la pagó con una hipoteca y la ha ido reformando con el objetivo de mudarse a Son Roca y ponerlo en alquiler. Para comprar su segundo piso, rehipotecó uno de los locales que tiene en propiedad. También lo destinará al alquiler. Los realquileres aumentan sus ahorros y le permiten seguir invirtiendo en el sector. «Ahora cuando se marchen los okupas del ático nos mudaremos a Son Roca y estos dos pisos de Son Gotleu los alquilaré», afirma.

Fontanero autónomo, el joven inversor está casado y tiene un niño pequeño. Su mujer tiene una tienda de golosinas en uno de sus locales. El otro local lo tiene alquilado a un tercero. «Cuanto más tenga, más casas compraré», para asegurar mi futuro y el de mis hijos», concluye.