Un joven durante el proceso de escaneado de iris, en el Fan Mallorca. | M. À. Cañellas

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Por absurdo que parezca es el nuevo negocio de moda: vender una foto del iris a cambio de criptomonedas. ¿Y quién es el público que mejor se engancharía a este novedoso cometido? Los más jóvenes hacen ya cola para un peculiar contrato de compraventa que cuenta con otro factor futurista aunque ya esté entre nosotros: dar fiabilidad a la Inteligencia Artificial (IA).

Podría ser como vender el alma al diablo pero, en la versión del siglo XXI, lo que se vende son fotografías del iris, una seña de identidad más fiable que la huella dactilar, con la finalidad de que la IA pueda comprobar que una persona es, efectivamente, el humano que dice ser y no un bot, o un robot que genera códigos aleatorios de acceso.

En la práctica hay que bajarse una aplicación y, por medio de un artefacto llamado orbs, donde se procesa toda la información, se escanea el ojo. En menos de diez segundos aparece un código QR que valida la identidad digital.

A cambio de este proceso se reciben bitcoins que en la actualidad multiplican su valor a pasos agigantados. En la Isla el negocio se ha implantado ya en el Fan Mallorca donde se han visto las primeras colas. Detrás de esta idea está empresa Worldcoin, dueña del chatGPT.

Pero ¿por qué resulta inquietante o al menos habría que desconfiar de estas propuestas? Porque la información biométrica que se obtiene con el escaneo del iris podría llegar a vulnerar la identidad o privacidad de quien ahora la vende. De hecho esta práctica suscita dudas legales, hasta el punto de que la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) está analizando cuatro denuncias relacionadas con la empresa Worldcoin, procedentes de la Comunidad de Madrid y de Catalunya, tal y como recoge la agencia Efe.

La fiebre que se ha extendido a través del boca a boca no sólo se expande por el país, ha llegado ya a otros continentes. En España, la empresa Worldcoin estuvo un año en pruebas en la capital y se ha ido dilatando siendo sus principales focos de actuación los grandes centros comerciales. Se estima que, a diario, podrían estar registrándose unos 20.000 nuevos usuarios en un sistema que, de hacerse un mal uso, podría comportar numerosos y serios perjuicios.