Honorio, marido de Mari Carmen, a las puertas del hospital Río Carrión de Palencia. | U.H.

TW
89

La Junta de Castilla y León es la que se ha hecho cargo durante los últimos meses de Maria del Carmen, una mujer de 70 años de Esporles que el pasado 25 de diciembre ingresó de urgencia en el hospital Río Carrión de Palencia con una insuficiencia cardíaca grave.

Había viajado hasta allí para pasar las Navidades con su familia y allí se quedó atrapada desde entonces: dos meses y quince días en los que su marido, Honorio, y los propios médicos del hospital palentino, no han cesado en el intento de lograr para Maria Del Carmen el traslado medicalizado que necesitaba para regresar a su Isla. Pero ha sido en vano.

Según explican desde el IB-Salut, su protocolo sólo contempla el traslado medicalizado de pacientes «cuando es el propio Servicio el que los ha derivado previamente a otra comunidad autónoma». Y, aunque aseguran que «se hacen excepciones con pacientes cuyo estado es de extrema gravedad» y que «la unidad valora individualmente cada caso», en el caso de Mari Carmen no han valorado positivamente su traslado de vuelta a Mallorca.

El desenlace ha sido el del peor de los escenarios: Mari Carmen ha muerto en Palencia, lejos de su tierra, sin poder volver a casa. «Al final se han salido con la suya», lamenta su marido, que denuncia que el Servicio de Salud de Baleares les «abandonó a su suerte».

Médicos de Palencia: «ha sido imposible comunicarse con Son Espases»

Los médicos del hospital Río Carrión de Palencia con los que ha podido hablar este periódico -y que prefieren no dar sus nombres- relatan, «sorprendidos», las dificultades que han tenido para comunicarse con sus homólogos de Son Espases.

Nos explican que, normalmente, el traslado de pacientes entre comunidades autónomas «es un proceso habitual que no lleva más de 15 días». Y también que eso fue «aproximadamente» lo que tardó el Servicio de Salud de Baleares en denegar el traslado de Maria del Carmen en primera instancia. Después, se tornó «imposible» la comunicación, tanto para el marido de la fallecida, que veía «impotente» empeorar a su mujer, como para los propios médicos.

«Ha sido verdaderamente imposible comunicarse con Son Espases», insiste uno de los cardiólogos de Palencia, que nos cuenta que llegó a dejar su teléfono personal a una de las secretarias del hospital de Palma pero «nunca» obtuvo respuesta.