Desde que la facultad de Medicina de Baleares comenzó a funcionar en el curso 2016-2017, la UAM ha realizado tres envíos de cuerpos de donantes a las Islas. Tanto la donación de cuerpo como la cesión de piezas procedentes de un donante a otra universidad son gratuitas por ley en España. La UIB está obligada a asumir los costes derivados del transporte. La última entrega (de cuatro féretros) ha costado alrededor de 10.000 euros.
F.J. Viera es uno de los pocos residentes de Baleares que ha donado su cuerpo a la ciencia. Lo hizo hace ahora ya veinte años, concretamente a la facultad de Medicina de Valencia. «El destino que uno da al propio cuerpo se vincula a las creencias personales. Solo creo en la ciencia y su capacidad real de mejorar la vida, por eso decidí entregar mi cuerpo a este fin», explica.
Cuando él donó su cuerpo a la ciencia, no existía la facultad de Medicina en Baleares, de ahí que comunicara con las facultades de medicina más próximas a Mallorca y acabó haciendo el trámite con la de Valencia. Por aquél entonces la posibilidad de donar el cuerpo para formar a los futuros médicos era algo desconocido para la mayoría de la población y apenas se daban este tipo de cesiones. Como en el caso de los donantes de órganos, se firma un contrato y se recibe un carnet que acredita tu intención de donar tu cuerpo a la facultad. En la práctica son los familiares quienes tienen la última palabra en el momento del fallecimiento.
Con el paso de los años ha aumentado la cultura de las donaciones de cuerpo en España y eso plantea un nuevo reto. Las facultades de Medicina, antes de comprometerse a aceptar la petición de un donante, tienen que estar muy seguras de que en el momento de su fallecimiento, estarán capacitadas para asumir la donación.
«Los sistemas de donación de las facultades de Medicina son específicos de cada facultad y conllevan costes importantes de mantenimiento. En la Universitat Autònoma de Barcelona tenemos más de 5.000 donantes y recibo unos 60 cuerpos al año. En estos momentos la posibilidad de hacer nuevas donaciones está cerrada. Tengo muy claro que la universidad tiene una responsabilidad con quien ha sido su donante, e imagínense lo que podría haber pasado en la pandemia. Si nos llegaran 100 cuerpos de golpe sería inasumible», explica el doctor Alfonso Rodríguez Baeza, catedrático de la UAM y profesor de Anatomía en la UIB. «Baleares es una comunidad multicultural a la que han llegado muchos residentes procedentes de otros países en los que hay una cultura de donación de cuerpo muy concienciada y podría darse el caso de que tuviéramos una avalancha de donaciones», advierte el decano Antoni Bennàssar.
Con el último envío de piezas de Barcelona a Mallorca la facultad de Medicina de Baleares está abastecida para los próximos 8 o 10 años, según los cálculos del doctor. «Se pueden pedir los permisos oportunos para poner en marcha las donaciones en Baleares, pero no tenemos ahora mismo la logística ni la infraestructura necesarias. Precisa de una asesoría jurídica potente y tiene que ser un proyecto que cuente con la opinión de gente experta. Si se produce una avalancha de donaciones tenemos que estar preparados, no pillarnos los dedos», avanza Toni Bennàssar.
Las recientes polémicas que se han dado en facultades de Madrid y Valencia por el estado de conservación de los cuerpos y por presuntas compraventas hacen que las facultades vayan si cabe con más pies de plomo que nunca. «Es muy triste mirar lo que está pasando», dice el rector. «Las donaciones de cuerpo, como las donaciones de órganos, nunca pueden tener una contraprestación económica», dice. En todos los casos, las facultades asumen los costes funerarios y del traslado.
Para ser donante de cuerpo es necesario ser mayor de edad o tener un consentimiento firmado de los padres en el caso de los menores de edad. También se pueden donar fetos y embriones. En cualquier caso, aunque haya un consentimiento previo, se puede romper el compromiso antes de que se produzca la muerte. Los cuerpos deben donarse completos, no es posible ser donante de órganos y donante de cuerpo al mismo tiempo. Una vez el cuerpo ha acabado su vida útil para la docencia o la investigación pasa a tener la consideración de resto y se incinera.
«A corto plazo no lo veo posible en la facultad de Medicina de Baleares pero no lo descartamos para un futuro, cuando tengamos una mayor infraestructura y capacidad logística, soy partidario de avanzar en esa línea», concluye Bennàssar.
A falta de donantes de cuerpo de Baleares, ¿Cómo realiza la formación anatómica su alumnado? En el curso 2016-2017 (el primero de su historia) la facultad se nutrió de algunas piezas que envió el Clínic de Barcelona. Ya en el segundo curso se puso en manos del catedrático Alfonso Rodríguez Baeza, considerado uno de los mejores 50 médicos de España. «Trabajar en el laboratorio de Anatomía con cuerpos reales permite una mejor aproximación a la realidad. En el laboratorio el estudiante de medicina tiene el primer contacto emocional con el cuerpo humano. Es su primer encuentro, no es morbo. Además es muy importante el concepto tridimensional. Aparte del sentimiento de tratar a un paciente, permite poder ver y palpar los órganos en directo», dice el especialista.
Para el doctor Rodríguez Baeza los modelos anatómicos que utilizan los alumnos son «complementos muy útiles» pero «los cuerpos no son sustituibles», añade. El último envío de cuatro féretros de Barcelona a Palma incluye por primera vez piezas conservadas mediante la técnica de plastinación. Se trata de una técnica de conservación que se realiza una vez hecha la disección. Se tarda entre dos o tres meses en terminar cada pieza, pero la ventaja es que una vez concluido el proceso no necesita estar en cámara.
Así, de los cuatro féretros se han obtenido más de 300 piezas, que son las que acaban de llegar. Los órganos de dos de los cuatro féretros han venido a Baleares directamente plastinados y van a un almacén. Los otros dos sí que precisan estar en cámara para su conservación. Hay secciones y órganos completos de distintos tipos, cerebro, corazón, riñones… algunos de ellos con patologías reconocibles. «En este momento tenemos dos cámaras para dar soporte a las prácticas de anatomía (hemos ampliado uno) y aún no se ha eliminado nada», explica el profesor Alfonso Rodríguez Baeza.
A efectos prácticos, cuando transcurren cinco años desde la recepción del cuerpo y una vez este ha acabado su función docente o investigadora, pasa a tener la consideración de resto y puede ser incinerado. Las facultades más antiguas de España aún conservan órganos de los años 70. «Yo estudié entre 1975 y 1982 en Barcelona y aún tengo piezas en el laboratorio de cuando era estudiante», relata el catedrático de Anatomía. La durabilidad depende de la conservación, pero también de la fijación, procesos que realizan en parte las empresas funerarias.
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