Defiende que es posible detectar cuándo un político será corrupto o mentiroso. ¿Cómo?
—Igual que hemos llegado a hacer una selección estricta, rigurosa y eficiente de profesiones importantes para la sociedad, como médicos, pilotos, militares o funcionarios, ¿por qué no se pueden aplicar esos principios de selección a los aspirantes a políticos? Igual no tiene que ser la sociedad quien organice esto porque los partidos están consagrados en la Constitución y esta les otorga la responsabilidad de elegir los que van a listas, pero ¿por qué no se establece un procedimiento de selección psicotécnica que filtre aquellos perfiles que previamente se han considerado no aptos o ineptos para ser políticos? Debería de haber desde experiencia acreditada hasta tests psicológicos de equilibrio mental, como cuando se aspira a ser enfermera en un hospital. ¿Todo esto evitará que no haya casos de corrupción e ineptitud? No, también hay militares, pilotos o médicos ineptos, pero los falsos positivos serán menores si existe este proceso de selección.
Hay personas que encuentran en la política estímulos que les producen placer, lo que a muchos les lleva a engancharse, como una droga. ¿Qué implica?
—Si hay una falta de normas para gestionarlos, se da pie a que personas sin escrúpulos y sin autocontrol campen a sus anchas. Influencia, poder, manejo de dinero, trato de favor. El poder y el sexo son los dos mayores motores de la conducta que existen, como dijo Freud. Para ejercer el poder hay que poner normas que vayan más allá de la mera ley de la selva. En los partidos muchas veces acaban ascendiendo personas que no están preparadas para ello porque son las más fuertes, con menos escrúpulos y que menos capacidad tienen para sentir culpa.
Sabemos que esto pasa, pero ¿por qué no hacemos nada?
—Lo atribuyo al enorme poder de manipulación de los políticos ineptos. Hay un manual de manipulación que viene de Grecia y Roma: los tiranos llegaban al poder asesinando a su predecesor, pero, a cambio, daban fiesta, alimento y seguridad. Eso hace que el resto te dé igual. También tendemos a la sumisión porque es más cómodo callarte que estar peleando en la barricada. Cuando ves que te engañan permanentemente y no puedes hacer nada, pasas a no sufrir y lo aceptas. La obediencia interna en los partidos es otro factor.
¿El desprestigio político ahuyenta a las buenas personas?
—Hay mucha gente solvente con experiencia que no se quiere ver mezclada con ciertos políticos. Conozco a muchos que no quieren verse salpicados por la corrupción o escándalos del que le toque al lado.
Analiza los discurso vacíos, que los medios reproducimos. ¿Somos igual de culpables?
—Siempre echo la culpa al político que manipula porque siempre será más mentiroso que el periodista. Está obligado a trabajar con las técnicas de la manipulación política. Bush padre le dijo a un periodista que él gobernaba y que siempre estaría por delante. El político manipula y el periodista lo recoge bien o mal. Me enfada que a un político se le pregunte una cosa y conteste el argumentario que le han pasado sin tener nada que ver.
El otro extremo es contestar con soberbia, como hace Ayuso.
—A la insoportable arrogancia y la falta de autocontrol le dedico un capítulo, pero lo considero incompetencia de bajo nivel.
Es una marca que da votos.
—Es incompetencia de bajo nivel, como la desfachatez del ministro Óscar Puente, que se le coge para hacer eso, que entra dentro de la comunicación política.
¿No le parece una respuesta al estilo de la derecha, como hizo Pedro Sánchez en El Hormiguero al cambiar de registro?
—Es el juego político, y puede haber salidas de banco cuando eliges a una persona que no te importa que mienta, que sea soez o insulte mientras cumpla un papel que puedas compensar. Puente, dentro de unos márgenes, bordea el límite, porque es ministro, no secretario general del partido, que puede permitirse otro estilo.
¿Cómo frenar la degradación del discurso político?
—El único freno está en las urnas. Se da por aceptado que en política se puede mentir. Maquiavelo, en El príncipe, viene a decir que no pasa nada si se hace para conseguir un objetivo, pero propone una moral privada, que transmites a tus hijos, en la que mentir está mal. Reclamo que hay que volver a la ética anterior a Maquiavelo y que todo político que mienta se le pueda expulsar. Sé que es difícil, sé donde estoy, pero es necesario.
25 comentarios
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Primero HONRADO, segundo un COEFICIENTE INTELECTUAL 2,40.
Para ser politico basta tener la cara mas dura wue el hormigón
XESCTODA LA RAZON, así de claro. Siento vergüenza patriótica al ver que hemos tenido a un Ministro de Cultura, que en cinco años de Universidad no aprobó nada, y le echaron, y/o le invitaron a no seguir en el intento.
Nunca nos permitirán disfrutar de una democracia completa. Lo que hay ahora es un partitocracia, con listas cerradas, en las que los electores no podemos votar a quien consideremos mejor para formar parte de un hemiciclo. Encima exigen disciplina de voto, comprometiendo el futuro del diputado que intente votar en conciencia y que hace completamente inútil un parlamento con tantos diputados. En el sistema Panachage, que rige en Suiza, se dispone de un parlamento reducido, en el que los diputados son elegidos directamente por los electores y éstos pueden elegir diputados de distinto color político, en función de la confianza y trayectoria del candidato. Los suizos confían tanto en sus cargos públicos que, como ocurrió en una ocasión, un ministro solicitó en un referéndum subir los impuestos y su propuesta ganó. Preguntado el que entonces era el ministro de fomento, don Álvarez Cascos, éste se burló de los suizos: "es que son suizos", dijo el muy gilipollas. Ya me gustaría confiar tanto en los que me gobiernan que si me piden un sacrificio y lo argumentan, yo esté dispuesto a hacerlo. No nos permitirán acceder a una democracia completa porque se les desmonta el chiringuito, a unos y a otros, para poder hacer sus tejemanejes. En qué me baso para afirmar lo de sus tejemanejes? Basta ver lo que hemos vivido desde que estamos en esta democracia descafeinada.
Es imposible que el Congreso, formado por políticos como es obvio, legisle para autolimitarse. Debería aprobarse una ley del Estatuto Básico del Cargo Público, que al igual que la ley del Estatuto Básico del Empleado Público, regulara para todo el territorio del Estado unas condiciones básicas: de acceso, las retribuciones básicas y sus cuantías aprobadas en los PGE y nunca superando las de los empleados públicos de grado superior, grados de clasficación, incompatibilidades, faltas y sanciones, las responsabilidades, las obligaciones, etc., etc. No caerá esa breva nunca. ¿Se acuerdan de aquello de "acabar con los privilegios de la casta?. Tras pisar moqueta nunca más se supo.
Hoy en día para ser político, hay q saber convencer y engañar a la gente
Mi abuelo decia hace 50 años.." per ser politic primer has de ser un senyor"
Y con solo quitar la condición de AFORADOS, ya se decantarían mas de la mitad.
JoanotAquest senyor, Doctor en interpretació de futurisme, no s'ha d'haver donat compte de qui governa Espanya, de qui "administra l'administració" o sigui del pèssim i increïble nivell del funcionariat, etc. Un país que pot ser governat per un mentider compulsiu envanit, Sánchez. Un país amb un funcionariat que pot paralitzar la gestió, i no treballar un mínim. Això és Espanya senyor Doctor, això és Espanya. Seria tan fàcil com que s'implantés i exigissin responsabilitats en la gestió de polítics i funcionaris. Així de simple. No hi hauria tanta desídia i incompetència.
Fui funcionario casi 40 años, terminé roto, únicamente por intentar hacer mi trabajo, un político, como mínimo tendría que tener los estudios de política, haber trabajado en empresas privadas durante unos años y tener conocimientos del área que tiene que gestionar, para poder acceder a desempeñar su función, tiene que ser un 90% gestor y un 10% diplomático, para saber gestionar los recursos , que pagamos con nuestros impuestos, pero sobre todo, desde la monarquía a todos los cargos políticos que tenemos, que tengan claro que son empleados de los ciudadanos , igual que los funcionarios y que tendrían que aplicarles las mismas obligaciones y derechos que cualquier trabajador, incluyendo el despido por incompetencia.