El periodista económico Yago Álvarez en la sede de CNT en Palma. | M. À. Cañellas

TW
7

El periodista Yago Álvarez (Pontevedra, 1980) se dio a conocer hace una década con el blog El economista cabreado. El jefe de Economía del periódico digital El Salto presentó ayer en la sede de la CNT en Palma Pescar el salmón. Bulos, narrativa y poder en la prensa económica, un manual de instrucciones con el que «dar herramientas a la gente común para que la prensa económica no nos la cuele».

¿Cómo nace la idea que vehicula su libro?
Lo siempre me ha gustado la economía, ser didáctico, traducirla en palabras que se puedan entender y me chocaba como se comunicaba de una manera aposta para mantener a la gente fuera, crear una barrera lingüística para las personas comunes y, por otro lado, para generar opinión, engañar y crear un clima político. Vi necesario que hubiera una especie de manual para defendernos de todo ello.

La prensa económica, tanto la especializada como la generalista, es árida y muchas veces difícil de entender para la mayoría de ciudadanos.
Yo defiendo en el libro que esto se hace a propósito. Los medios hacen que la economía sea complicada apropósito. La manera en la que se comunica se podría simplificar muchísimo. El tipo de lenguaje es clave. Eufemismos, jerga económica, palabras en inglés y un áurea de ciencia exacta. Si la economía fuera fácil de entender la gente opinaría mucho.

¿La influencia de la prensa económica es mayor entre la gente de a pie o entre los agentes sociales?
Hay mucha gente que cree que es solo para gente especializada. Yo creo que no. Tiene un grandísimo poder porque es el que influye dentro de los grandes medios, en las líneas económicas. Sí que hay una gran influencia en la gente. Además, el parecer una ciencia exacta les da el poder de como si fuesen un poco un chamán y eso les legitima por que son «los que entienden». Ellos han aprendido muy bien a manipular solo con el titular porque saben que es lo que la gente lee en redes sociales o en la portada de la web pero no pinchan y leen la noticia. Han generado la manipulación de la simplificación. Y eso les da un grandísimo poder sobre la ciudadanía.

Con la perspectiva que dan los 13 años que han pasado tras el 15M y después de movimientos como Podemos o las Mareas, ¿los indignados cambiaron algo?
Sí, yo creo que a mucha gente entre los que yo me incluyo, el 15M nos ayudó a ver que había mucha gente que pensaba igual. Y allí hubo cambios. Los movimientos políticos que ha habido después no se hubieran dado si el 15M. Empiezo por el ciclo municipalista 2015-2019. Que hayamos tenido dos legislaturas de Ayuntamientos como Madrid, Barcelona o Cádiz impulsó ciertos cambios. No tendríamos un Gobierno más a la izquierda que el PSOE sin él. Luego podemos criticar su efectividad o no. Como todos sus ciclos políticos tienen su pros y sus contras. El nacimiento de estos partidos desmovilizó a movimientos sociales.

Pablo Iglesias dijo en su momento que no es lo mismo tener el Gobierno que tener el poder.
Claro. No es lo mismo ni de lejos. El poder político no es ‘el poder’. No es el máximo poder.

¿Es el económico?
Si, es el económico. Siempre. Y cuando decimos el económico puede tener varias caras. Las grandes esferas burguesas de este país también están sufriendo en las últimas décadas una pérdida de poder. Hay un dato que mucha gente no sabe: el fondo BlackRock tiene más acciones del Banco Santander que Patricia Botín. Las élites españolas están perdiendo poder. Estamos viendo a los fondos emiratíes entrando de golpe. Ahora quieren comprar Naturgy.

Es más fácil asociar las empresas tradicionales a personas concretas que figuras más abstractas que han surgido en los últimos años como los fondos de inversión o los mercados financieros.
En las charlas como las que voy a dar en un rato hago la siguiente pregunta: que levante la mano quien sepa quien es Larry Fink No suele hacerlo nadie. Larry Fink es el CEO de BlackRock. Él tiene más poder en España que cualquier director del IBEX-35 ahora mismo. Su fondo tiene porcentajes importantes de acciones de más de veinte empresas del IBEX. Que la gente no sepa la cara y hablemos de ‘los mercados’ es una perversión del lenguaje.

En esta narrativa se ganó la figura del ‘fondo buitre’.
Sí. Fíjate que una cosa muy curiosa que digo en el libro es que para taparlo, como el término ‘fondo de inversión’ fue identificado por la ciudadanía ahora empiezan a usar la terminología inglesa. Ahora la prensa salmón te habla de ‘hedge fund’. La narrativa es importantísima. Es la base. El subtítulo del libro es ‘bulos, narrativas y poder’. La generación de narrativas es lo que cuenta, lo que acaba generando opinión.

¿Qué conceptos de ‘Pescar el salmón’ le gustarían que calaran más en el lector?
La idea del libro es generar personas con un sentido crítico a la hora de leer información. Es una caja de herramientas para generar conciencia, curiosidad y desconfianza que haga que . Espíritu crítico. También necesitamos señalar a los grandes medios y obligarles a cambiar aunque sea un poquito porque cuando todo el mundo desconfía de la prensa y es normal porque se lo han ganado pero cuando esto sucede acabamos creyendo a grupos de WhatsApp, gente como Alvise Pérez o lo que te manda tu cuñado por teléfono y eso es más peligroso todavía. Se crean monstruos.

¿A dónde va la economía?
La economía y el mundo entero se enfrenta al mayor reto que ha tenido la humanidad: la crisis climática. La crisis climática está provocada por, no solo el ser humano como se dice siempre, sino por el capitalismo. Por el modelo económico, industrial y extractivo. Los políticos que llevan décadas defendiendo ese modelo van a tener que decidir en los próximos veinte años qué hay que hacer. Si seguir cavando y quedar como unos magufos que nos han llevado a este agujero o modificar un poco su manera de hacer.