Los atascos son uno de los problemas de los baleares. En la imagen colas kilométricas de estos días que han supuesto trayectos de casi una hora entre Sóller al Port. | R.P.F.

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El coste de vida está disparado en Baleares y este es un asunto que preocupa a los ciudadanos, políticos, empresarios, sindicatos... Ultima Hora ha consultado a sus representantes qué medidas se podrían poner en marcha para mejorar la calidad de vida de los mallorquines. La directora general d'Economía del Govern, Catalina Barceló, admite que «no hay una solución única, ni a corto plazo». No obstante, apunta una serie de «estrategias público-privadas, que ayudarían a favorecer una mejora de la capacidad de renta disponible de los hogares». Una de ellas es «implementar políticas que fomenten el crecimiento económico sostenido, como inversiones en infraestructuras, educación, tecnología e innovación».

Además, apuesta por promover la educación y la formación profesional, estimular la inversión y el emprendimiento, fomentar la investigación y el desarrollo (I+D), abrir la economía al comercio internacional; así como promover la estabilidad macroeconómica e implementar políticas que reduzcan la brecha de ingresos y mejoren el acceso a oportunidades económicas para todos los ciudadanos. También propone invertir en infraestructuras básica como carreteras, puertos, aeropuertos y telecomunicaciones para reducir los costos de producción y mejorar la conectividad.

La presidenta de la CAEB, Carmen Planas, comparte que «la solución no es sencilla, ni rápida; pero es evidente que necesitamos más que nunca una profunda colaboración público-privada, buscar alternativas que gocen de un amplio consenso social y propuestas valientes que nos encaminen hacia el modelo turístico circular, que las empresas ya han emprendido y liderado, y que pongan contención a todas estas vicisitudes. Sin embargo, la gestión del destino y del tránsito hacia el sistema turístico circular no puede gestionarse solo desde el sector privado, requiere de la imprescindible colaboración de la Administración a través de medidas de calado y decididas; algunas de ellas propuestas desde hace tiempo desde las diferentes patronales y asociaciones empresariales». A su modo de ver, «las vías que nos conduzcan por este tránsito hacia el modelo económico circular planteado pasan, inevitablemente, por la formación, la inversión tecnológica, la innovación en productos y servicios y, por supuesto, la sostenibilidad aplicada a los distintos sectores económicos».

El secretario general CCOO Illes Balears, José Luis García, reclama «una evolución de nuestro modelo económico. El tejido productivo tiene que apostar por salir de la estacionalidad». A su entender, «este cambio de modelo debe venir de la mano de la cualificación de los trabajadores. Las empresas deben implicarse seriamente en ese aspecto incentivando la cualificación, reconociéndola y recompensándola. Deben entender que la formación a lo largo de la vida es una inversión que repercute en la mejora de la productividad, en la satisfacción personal y la disminución de riesgo de accidente. En definitiva, deriva en un mejor bienestar para todos y todas».

Xisca Garí Perelló, portavoz de la gestora de UGT Illes Balears, considera que «la solución pasa por el reparto de la riqueza que se genera en las Islas, lo que implica subir salarios y pagar impuestos proporcionales a los ingresos. Así se pueden sostener políticas públicas de bienestar, en las que la vivienda debe tratarse como tema de Estado». En su opinión, «uno de los problemas centrales es el precio de la vivienda y su escasez; hay que conseguir aumentar el parque de vivienda pública y defendemos declarar zonas tensionadas y poner límites a los precios».

El economista y profesor de la UIB, Pep Ignasi Aguiló, prevé que esta situación continuará en los próximos años y asegura que «para que se produzca un cambio se tienen que modificar muchos de los consensos sociales actuales; lo que no es previsible que ocurra por ahora, a menos que el malestar que se sienta pase a ser mayoritario». Añade que «para cambiar la situación sería necesario realizar importantes reformas estructurales, que sólo encontrarán el necesario respaldo y legitimidad en la medida que los sectores más perjudicados tengan un tamaño mayor que los beneficiarios».

Pau A. Monserrat, miembro del CES, profesor de la UIB y economista de Futur Legal, comparte que esta situación se mantendrá. A su entender, «sólo con una política industrial potente, centrada en los sectores de más valor añadido, puede ayudar a la necesaria diversificación de nuestras fuentes de riqueza empresarial». Para solucionarlo apuesta por «un trabajo conjunto de los sectores privado y público, con una verdadera visión de largo plazo. Un buen punto de partida podría ser el completo documento 'Estudi sobre la Prospectiva Econòmica, Social i Mediambiental de les Societats de les Illes Balears a l'Horitzó 2030 (H2030) del Consell Econòmic i Social de les Illes Balears i la Universitat de les Illes Balears'.

Luis García Langa, director de Mercados de SDC Analistas, apuesta por «renovar un poco el tejido empresarial, sin renunciar al turismo». Sí matiza que este deber ser más selectivo, con lo que los trabajadores deberán estar más cualificados, darán un valor añadido y tendrán que cobrar más. Por su parte, las empresas sacarán más márgenes, la Hacienda local cobrará más impuestos...». También insta a «seguir el ejemplo de Málaga, que se está convirtiendo en un hub de empresas, principalmente tecnológicas a pesar de tener una conectividad con Europa peor que la nuestra; así como una logística e infraestructuras peores y, esto ya es más subjetivo, un entorno peor que el nuestro».

La Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM) reivindica su papel en la creación de empleo, ya que «8 de cada 10 puestos de trabajo de Baleares se apoyan en el turismo». No obstante, defiende que «precisamos al resto de actores, que acompañen; y a las instituciones, que amplíen y refuercen los servicios públicos durante el tiempo que permanezca operativa la actividad». Las citadas fuentes reclaman que «cuando hay picos de saturación, no se demonice la actividad turística. La demagógica cala en la sociedad negándole al turismo el mérito de ser la primera potencia mundial, que hace marca país y atrae inversión ligada a la proyección turística».