¿Cómo ha cambiado la cirugía de los años 70 a la actual?
—Para tener una visión panorámica y poder interpretar bien las cosas hay que ponerse en los años 70 porque la tecnología ha cambiado mucho. Haré un repaso de cómo estaba la situación y qué teníamos entonces, y cómo ha evolucionado a lo largo de los años. El cambio ha sido exponencial. Hay que ver y escuchar con la diotría propia de la época porque sino no se entiende. Hablaré de alguna de mis técnicas o áreas de interés han tenido una evolución impactante como es en la técnica quirúrgica para obtener multiórganos o la preservación de órganos. Nosotros pusimos las bases de las técnicas que han salido después.
¿Por ejemplo?
—Por ejemplo el TAC. La discográfica EMI, que se enriqueció con los vinilos de los Beatles, ganó tanto dinero que después se puso a investigar la imagen y terminó pariendo el TAC. Vinieron a la clínica Mayo en 1973 a pedir cómo lo estábamos aplicando, en ese momento estábamos sentando las bases. Al principio era una técnica de escrutinio de múltiples cámaras que juntaba un computador. Un TAC de 30 o 40 centímetros de cuerpo duraba media hora y ahora hacen 64 imágenes por segundo.
Habría pocos medios en los años 70.
— Sólo había radiología, todavía no había salido la ecografía. Nosotros empezamos a usarla para diagnosticar las complicaciones de un postrasplante renal, con la práctica de las unidades de diferenciación de tejido por unidades, fue un progreso extraordinario. He tenido la suerte de ver y participar en esto. Igual que con la citología del cáncer de vejiga, la preservación de órganos… es un compendio de cosas y áreas.
Ahora trabaja en la clínica Quirón, que cuenta con el robot Da Vinci.
—Trabajé primero en Cruz Roja y luego fui consultor de Quirón antes de que fuera lo que es ahora. El robot lo he tocado pero no me he incorporado personalmente porque yo soy de la escuela anterior. He estado en Estrasburgo con técnica laparoscópica y robótica pero no soy experto. Hablaré de él porque ha sido la evolución de la cirugía y tengo los conceptos clarísimos. La técnica ahora es mínimamente invasiva respecto a la de campaña, a la anterior, y para ser tan bueno con el Da Vinci como lo soy con la cirugía abierta, necesitaría 20 años. La curva de aprendizaje requiere de unos años de experiencia. Uno debe saber dónde está y qué hace, y hacerlo bien.
¿Les sustituirán las máquinas?
—El problema es que si un día hay un complicación con un Da Vinci necesitarás a un médico que sepa de cirugía abierta. Ése es uno de los peligros. El Da Vinci es muy atractivo, obviamente el paciente prefiere un pequeño agujero a que lo abran pero lo más importante es resolver bien el problema y eso a veces requiere abrir la barriga, como con un cáncer. Yo me saco el sombrero pero a veces hay que dejar la robótica e ir a la guerra.
¿Mejoran los pronósticos con estos avances?
—No está demostrado, aunque mucha gente se me pueda tirar encima... Las estadísticas no terminan de esclarecer si el futuro de los pacientes será mejor o no, es objeto de debate.
¿Cómo ha cambiado el paciente?
—Ahora se pueden afrontar pacientes añosos que antes sólo tenían otras opciones pero también pueden ahorrarse las cirugías, de hecho el cáncer se dirige hacia una enfermedad crónica, hay casos que ahora sobreviven años y antes no podían ni imaginarlo. Por otra parte, la tecnología y la precisión en trasplantes es extraordinaria, también ha tenido un progreso enorme, así como lo que nutre al órgano útil a la espera del trasplante. Ahora cada seis meses se anuncia un importante progreso y eso antes no pasaba.
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