Tomás Harris se trasladó a vivir a Mallorca tras la Segunda Guerra Mundial. | Picasa

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Fue el principio del fin. El jueves se cumplen ochenta años del desembarco de Normandía, cuando los aliados volvieron a pisar las playas francesas tras la humillación nazi de 1940. Y en la dilatada bibliografía del Día D hay un dato que apunta directamente a Mallorca: el espía británico Tomás Harris, que vivió en Camp de Mar (Andratx), fue el controlador del agente doble ‘Garbo’, el hombre que engañó a Hitler haciéndole creer que la invasión llegaría por el Paso de Calais, y no por Normandía. Aquella jugada magistral permitió el desembarco de las divisiones aliadas.

Harris había nacido en Londres en 1908, de padre británico y madre sevillana. Lionel, el progenitor, era un prestigioso anticuario que le transmitió la pasión por el arte. En sus años mozos, Tomás conoció a los que luego serían llamados ‘Los cinco de Cambrigde’, un grupo de espías británicos reclutados por la Unión Soviética en el Trinity College de esa universidad inglesa y que pasaron información durante la Segunda Guerra Mundial y hasta principios de la década de los 50 del siglo XX. Sus miembros fueron Kim Philby (cuyo nombre en clave era ‘Stanley’), Donald Maclean (’Homer’), Guy Burgess (’Hicks’), Anthony Blunt (’Tony’ y ‘Johnson’) y John Cairncross (’Liszt’).

Cuando los traidores fueron desenmascarados, hacía años que trabajaban para los comunistas y habían filtrado infinidad de secretos de los aliados a Moscú. El caso provocó un auténtico terremoto y fue una humillación sin precedentes para el MI5 (Servicio de Inteligencia) y el MI6 (Inteligencia Exterior) británicos. Pero fue antes, en los primeros años cuarenta, cuando Tomás Harris, por entonces un brillante espía inglés sin mácula en su historial de servicio, fue nombrado controlador de otro agente doble, un poco más caótico que él: el catalán Juan Pujol García ‘Garbo’.

El catalán Juan Pujol 'Garbo' trabajó estrechamente con Tomás Harris.

Un tipo bajito y con rostro aniñado, que al inicio de la Segunda Guerra Mundial se había ofrecido por igual a ingleses y alemanes. Los nazis, casi por hastío, acabaron reclutándolo, pero ‘Garbo’ quería ser agente doble y no descansó hasta conseguir el más difícil: que Londres lo aceptara también en sus filas. Ya era, por fin, espía de unos y de otros. La ‘operación Fortitude’ comenzó a gestarse. Era el gran engaño para hacer creer a Hitler que los aliados desembarcarían por el Paso de Calais, y no por Normandía. Es decir, a 250 kilómetros de donde realmente lo iban a hacer.

Pero para que los servicios secretos alemanes picaran, ‘Garbo’ tenía un papel clave. Se inventó una supuesta red de 27 espías pro nazis, que en realidad solo confirmaban sus informaciones. Avanzaba 1943 y tras el desastre de Stalingrado los alemanes, por primera vez, empezaban a retroceder en el inmenso frente oriental, desde Leningrado al Cáucaso. Los generales del Führer sabían que en el verano siguiente se llevaría a cabo el desembarco aliado. Luchar en dos frentes al mismo tiempo podía ser la tumba de la Wehrmacht, por lo que todos los esfuerzos de la Inteligencia germana se centraron en descubrir por dónde entrarían americanos, ingleses y canadienses.

‘La operación Overlord’, el Día D, era para los aliados la única forma de ganar de guerra. Y, sobre todo, de llegar a Berlín antes que los rusos. En aquella época, eran aliados contra Hitler, pero todos sabían que una vez acabado el conflicto mundial empezaría la guerra fría entre ellos. Y quien estuviera mejor posicionado en Europa se impondría. Mientras tanto, el flemático Tomás Harris se afanaba en calmar al impetuoso espía español, al que la Abwehr (la Inteligencia alemana) conocía por el nombre en clave de ‘Arabel’ o ‘Rufus’. ‘Garbo’, con una red de mentiras tejida de forma magistral, consiguió lo imposible: engañar a Hitler.

El 6 de junio de 1944 los aliados desembarcaron en Normandía.

Una jugada maestra que se plasmó el 6 de junio de 1944, cuando una primera oleada de 150.000 aliados desembarcó en cinco playas de Normandía: Omaha, Uta, Juno, Sword y Gold. El muro atlántico, fortificado por el mariscal Erwin Rommel, tenía por fin una brecha. El resto, del que ahora se cumplen 80 años, es ya historia.

Tomás Harris, tras la guerra, se trasladó a vivir a Mallorca y compró una casa en Camp de Mar (Andratx), que convirtió en su estudio de pintura. Allí, supuestamente, coordinaba el espionaje para la URSS. Los Servicios Secretos británicos hacían agua por todos lados y ‘Los cinco de Cambrigde’ llevaban a cabo un doble juego fascinante.

La casa que Tomás Harris compró en Camp de Mar y convirtió en su estudio.

En 1948 Juan Pujol visitó a Tomás Harris y a su esposa Hilda en Mallorca. «Mi viejo amigo Tommy», así se refería ‘Garbo’ a su antiguo controlador. Y fue en Camp de Mar donde convenció al espía británico de que difundiera un falso rumor: ‘Garbo’ había viajado a Angola y había fallecido a consecuencia de la malaria que había contraído. Quería estar a salvo de los nazis, cuya sombra, aún después de la guerra, era alargada.

Por su parte, Tomás Harris murió un 27 de enero de 1964, en un misterioso accidente de tráfico en la carretera de Palma a Llucmajor, a la altura del kilómetro 23.500, cuando su Citroën chocó contra un almendro. Su esposa salió casi ilesa. Meses después, su íntimo Anthony Blunt confesó que trabajaba para los rusos. Y un año antes Philby, su amigo y espía, había desertado a Moscú. Era el fin de ‘Los cinco de Cambrigde’. Harris fue enterrado en Palma. ‘Garbo’ le sobrevivió hasta 1988, cuando falleció en Venezuela. La obra maestra de ambos perdurará para siempre: el Día D.