El sacerdote imputado, a su salida de los juzgados de Via Alemania, auxiliado por su abogado, Antoni Vidal.

TW

El sacerdote Julià Cifre Vanrell ha negado esta mañana haber abusado de una mujer durante tres décadas. En su declaración como imputado, el religioso sí ha admitido que mantuvo con ella relaciones pero insistió en que estas fueron consentidas.

Cifre es el primero de los tres investigados a raíz de la denuncia de la misma víctima. La próxima semana tendrán que comparecer en el mismo juzgado de Instrucción de Palma dos jesuítas contra los que la denuncia de la afectada es más dura. Refiere que ambos la violaron cuando era menor de edad. En el caso de Cifre, el primer episodio que relata la víctima se produjo cuando ella tenía 24 años y el religioso unos 50. Sin embargo, sí le acusa de haberse aprovechado de su situación psicológica y de haberle impuesto las relaciones.

El religioso diocesano fue párroco de Peguera y mantuvo una relación estrecha durante años con la familia de la denunciante.

El sacerdote ahora imputado ya pasó por un procedimiento abierto por el Obispado de Mallorca. En la causa eclesiástica se decidió prohibirle celebrar la eucaristía y un retiro, si bien no se llegó a desposeerle de la condición de sacerdote al concluir que no existía «certeza moral» del prevalimiento.

La acusación particular ha pedido al juzgado que lleve a cabo una serie de testificales, entre otras la de la propia afectada y también de los instructores de la causa seguida por la Diócesis. Sobre los dos religiosos de la Compañía de Jesús ha sido este órgano el encargado de investigarlos en el procedimiento canónigo.