Cati Coll. | Jaume Morey

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La salida del armario no fue fácil para Cati Coll, una referente del colectivo lésbico. Siendo joven, sabía que le atraían las mujeres. «Iba a un colegio de monjas y se me ocurrió decir a una amiga que estaba enamorada de dos compañeras». Lo primero que hizo fue decírselo a todos», rememora.

Desde esa escena han pasado 48 años. Cati Coll, que hoy tiene 62 años, observa con ternura su pasado más reivindicativo: decidió contar al mundo que era lesbiana saliendo por la televisión, ha participado en miles de manifestaciones por el Día del Orgullo y a favor del aborto; ha sido aporreada por la «grispol –así llamaban a los grises, los miembros de la policía armada–» durante la Transición y ha recibido multitud de insultos y golpes por gente homófoba.

Lo más destacado de su trayectoria es que fue una de las primeras lesbianas de la Asamblea de Mujeres de Mallorca, un grupo que organizó, de forma clandestina en los años 70, el Movimiento Comunista para apoyar el feminismo y la libertad sexual. «En las distintas movilizaciones a las que he ido, como el 8-M (Día de la Mujer), ni siquiera se podían llevar banderas. A mí me han pegado e insultado. Una vez, en los años 80, la Asamblea hizo un autobús de Londres de cartón donde pusimos «Vamos a Londres a abortar». Cruzamos la plaza Mayor y nos gritaban por la calle: ¡Asesinas!», destaca Cati para describir la realidad de Mallorca a ojos del colectivo homosexual. Una sociedad poco avanzada en comparación a Madrid o Barcelona.

Evolución

Cati Coll vivió la evolución de la Asamblea de Mujeres. Al poco de aparecer le siguió el Frente de Liberación Gay de las Islas (FAGI). Lesbianas y gays empezaron a reivindicar sus derechos hasta salir en medios de comunicación, organizar actos y asambleas y destacar en los bares, en concreto en la zona de plaza Gomila.

Cati vivió 10 años fuera de la Isla. Fue una época espléndida para construir los cimientos de su homosexualidad y de su libertad de amar. A su regreso, en 1995, vio la sociedad más abierta, aunque nunca ha dejado de manifestarse por el colectivo LGTBI. «Lo que más me gusta ver hoy es que la gente joven puede ser como quiere. A mí me costó, pero ya todo está normalizado. Estoy orgullosa de haber trabajado por la libertad, pero también te diré que el colectivo gay de hoy es el que hubiera soñado para mi juventud».