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«Estamos aquí para exigir un cambio de rumbo radical de nuestra realidad, para denunciar la masificación turística, y su modelo económico: el monocultivo turístico», afirma el manifiesto que se ha leído en el Born una vez concluida la manifestación. La lectura del manifiesto ha corrido a cargo de Bel Miquel, Sílvia Rechac y Rosa Garcias, del grupo Pitxorines, además de Júlia Mérida.

«Hoy hemos dado un golpe en la mesa», han asegurado los organizadores de la protesta. «En plena temporada turística hemos salido a hacer nuestras las calles. Sólo con la organización popular, con unos colectivos y entidades de la sociedad civil fuertes, podremos conseguir un cambios», han añadido las entidades en el manifiesto. La organización ha pedido a los asistentes que la movilización continúe «para conseguir una sociedad más justa y más igualitaria» y han anunciado que seguirán presionando por un decrecimiento turístico y por un cambio de rumbo. «Lo que necesitamos en menos turismo y más vida», han concluido.

En su manifiesto, los organizadores piden actuaciones en vivienda, limitando la compra no residentes, una moratoria turística, reconversión de hoteles obsoletos, no aumentar las grandes infraestructuras, reducir el número de vuelos y restringir la navegación recreativa o el número de coches, entre otras medidas. También piden aumentar la red de espacios naturales, desclasificar bolsas de suelo, parar la urbanización en suelo rústico o más impuestos para la industria turística para que los beneficios reviertan en Mallorca.

En el escrito, los organizadores denuncian que se prevé que este año lleguen 20 millones de turistas, un récord total que supera los 17,8 millones que llegaron el año pasado. "Esto destruye el territorio, precariza a los trabajadores, genera desigualdades y especula con los servicios de primera necesidad, cómo es el drama actual de la vivienda, que se ha convertido en una mercancía al servicio del negocio turístico", aseguran en el manifiesto.

Lamentan que Mallorca sea una gran macrourbanización, que hayan desaparecido los comercios tradicionales o que el tejido social de los pueblos y ciudades se vaya perdiendo, igual que la lengua y la cultura propias. Denuncian las consecuencias que este modelo tiene en consumo de agua, de depuración, en una sistema educativo tensado por la llegada de mano de obra de manera constante que ha hecho que la población d de las Islas haya aumentado un 82 % en los últimos años.