El dúo de payasos posan con Catalina Torres (izquierda) y Alborada Castillo(derecha). | Pilar Pellicer

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¿Qué es lo que más destaca de estos payasos, Alborada?
– «Que son muy humanos».

– ¿Y lo que más le gusta cuando les ve?
– «Todo, me gusta cuando cantan y nos hacen reír. Me gusta todo», confiesa Alborada, medio tímida, mientras el payaso Pep Àmfora le saca una sonrisa con su cesta con huevos en la residencia de personas mayores Son Caulelles, el primer geriátrico de Mallorca que cuenta con el programa de acompañamiento de payasos de Sonrisa Médica.

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Cada miércoles traen diversión y risas a la residencia de Son Caulelles

En Son Caulelles, aunque el tiempo pase muy lento para los 84 residentes, los miércoles son lo más parecido a un festivo. A un día diferente, que algo ocurrirá. Cada miércoles llega una pareja de payasos. Ayer fue el turno de Lenora Teodora y Pep Àmfora, un dúo que hizo reír a los cinco módulos del centro. Risas que contagiaron, porque esta es la filosofía del programa: «Tal vez me gustan tanto los payasos porque de pequeña, por desgracia, no tuve tantas oportunidades de ver uno», confiesa Alborada Castillo, una mujer de 84 años que lleva un año en esta residencia y no se olvida, ni un miércoles, que estos «catalizadores del humor» vienen por la tarde y que lo que traen será solo alegría y diversión.

Catalina Torres, de 89 años, también lleva un año en Son Caulelles y siente que su diversión «contagia a todos nosotros». Para ella, «los payasos me hacen reír mucho, me encanta que vengan». Catalina es de las que piensa que si tiene que «pasar el rato», así lo expresa, «mejor que sea con payasos».

Detrás de la máscara de Pep Àmfora, está la persona – que no el payaso– Juantxo Baltasar, responsable del programa y uno de los expertos en clown con más experiencia dentro del servicio. «Iniciamos el proyecto en Son Caulelles en mayo de 2023. Es muy diferente actuar con personas mayores que con niños en hospitales. No llevamos nariz de payaso, tenemos una ropa muy distinta, porque no buscamos infantilizar a las personas de las residencias. Lo que queremos es, primero, que conecten con nosotros, que suele ser lento, y luego que acaben riendo y pasándoselo muy bien», cuenta.

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Pep Àmfora

Agradecidos

Si algo defiende el equipo de payasos de Sonrisa Médica que viene a esta residencia de ancianos es que son «personas muy agradecidas. Con poco, reciben mucho», considera Juantxo Baltasar, que siente que no solo él –y sus compañeros– regalan minutos de felicidad, sino que los propios payasos también se van del centro, cada miércoles, con el corazón lleno.

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La payasa Lenora Theodora juega con dos residentes

Para Juantxo, o Pep Àmfora, «lo que más destaco de las personas mayores de esta residencia es el encuentro humano que se genera. Si cogen confianza contigo, quieren jugar, participar y que les escuches también». Este mismo resultado es el que vieron desde el primer momento el equipo de trabajadores. Marga Roser, directora de Son Caulelles, no tuvo duda en colaborar con Sonrisa Médica para traer a los payasos a la residencia. «El primer hospital que incorporó el clown fue Menorca y nosotros consideramos que también queríamos el servicio. Todas las intervenciones no farmacológicas son muy positivas para estos residentes, la mayoría tienen deterioro cognitivo», manifiesta. Otras personas, debido a su estado de dependencia, los reciben en sus propias habitaciones.

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Marga Roser, directora de Son Caulelles

Alegría y felicidad. Así lo vive Marga desde el segundo plano cada vez que los payasos aparecen con su vestimenta y ritmos a los distintos módulos. Durante 20 o 30 minutos que están con ellos en los espacios comunes, la gente mayor es la protagonista. Se sienten que, durante ese instante, se van a comer el mundo. Que van a poder olvidarse de su aislamiento por un rato y vivir como si el tiempo no pasara.