Salud Deudero, en la entrada del Centre Oceanogràfic, adscrito al CSIC, durante la entrevista. | Pilar Pellicer

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Salud Deudero (Palma, 1968) es desde hace un mes la delegada institucional en Baleares del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), cargo que compatibilizará con la dirección del Centre Oceanogràfic, que ejerce desde diciembre. Deudero ya fue directora del Oceanogràfic entre 2016 y 2018, y sustituye como delegada del CSIC a Anna Traveset.

¿Qué organismos están adscritos al CSIC en Baleares ?
—El Institut Mediterrani d’Estudis Avançats -Imedea, participado por la UIB-, el Institut de Física Interdisciplinar i Sistemes Complexos -IFISC, también participado por la UIB-, el propio Oceanogràfic, la unidad del Instituto Geológico y Minero de España y el Sistema d’Observació Costanera de les Illes Balears -SOCIB-, en el que también participa el Govern.

¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrenta?
—Sufrimos una falta de personal de administración y gestión por la cuestión de la insularidad. Estos trabajadores no pueden asumir el coste de la vida en las Islas y la situación penaliza a los investigadores. La ciencia, las campañas de investigación y los proyectos no pueden quedarse parados por los procedimientos. Estamos planteando esta cuestión reiteradamente al CSIC y la verdad es que se ha mostrado receptivo.

¿Cuántas personas trabajan en los organismos del CSIC en Baleares?
—Unas 500 y el personal de administración no llega al 10 %. La consecuencia es que los investigadores tienen que dedicarse a tareas administrativas. Tenemos investigadores al servicio de la burocratización y no al revés. Hay que crear una estructura de apoyo a los científicos con unas condiciones laborales dignas y en la que los trabajadores tengan continuidad y estabilidad, con las mínimas temporalidades posibles. En los organismos del CSIC en Baleares necesitaríamos unas 40 ó 50 personas más. Si no es así, y el científico tiene que dedicar mucho tiempo a las tareas burocráticas, nos encontramos con investigadores desincentivados que abandonan proyectos porque no quieren asumir la carga administrativa. Puede llegar a ser un auténtico sinsentido, cuando, si le dejan, el científico siempre tiene vocación.

¿Otra solución no sería la simplificación administrativa?
—Sí, el CSIC está apostando por esa simplificación de procedimientos, pero lleva su tiempo. Asuntos de pequeño calado obligan a tramitar una gran cantidad de documentación. Y la contratación de personal debería ser más rápida y dinámica, como ocurre en otros países.

Siempre se dice que, siendo un territorio pequeño, Baleares tiene un alto nivel científico.
—Así es. Contamos con centros de investigación de excelencia, con científicos que son de primer nivel porque así lo demuestran.

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Sin embargo, no parece que las administraciones públicas aprovechen ese conocimiento científico.
—Ése es uno de nuestros objetivos: el asesoramiento a las diferentes administraciones: Govern, consells y ayuntamientos, pero también con otras entidades, como la colaboración que tenemos con las cofradías de pescadores. Somos científicos preparados. El CSIC es un organismo público y, como tal, debe poner sus capacidades a disposición del servicio público. Nuestros conocimientos y datos abarcan muchas temáticas que pueden mejorar la gestión. Por ello es importante invertir en ciencia, que siempre asegura un retorno, una respuesta y una repercusión socioeconómica positivas.

Pero hablamos de una ciencia independiente, que no esté para justificar decisiones políticas, ¿no?
—Totalmente. Cada uno tiene su rol y su función. Hay que poner en valor la independencia de la ciencia, que no está al servicio de conveniencias. Tengo que decir que, en el ámbito del CSIC, siempre actuamos de manera independiente.

Si hablamos de logística, el Centre Oceanogràfic tiene previsto abandonar su sede actual, tan reconocible en el Passeig Marítim de Palma.
—Sí, precisamente se ha publicado la resolución por la que el Govern nos cede gratuitamente 800 metros cuadrados en el Parc Bit, donde instalaremos laboratorios, principalmente, y despachos. Sólo se trasladará una parte del Oceanogràfic. Es una cesión de cinco años prorrogable a veinte, aunque la idea es trasladar todo el centro al Moll Vell, al llamado Pol Marí, junto a la nueva sede del SOCIB, actualmente en construcción. Allí contaremos con 5.000 metros metros cuadrados. Estamos en la fase de redacción del proyecto de construcción. Podríamos iniciar las obras en 2025 y tener lista la nueva sede en dos otres años.

¿Cómo ve el futuro del CSIC en Baleares?
—Me gustaría que los organismos no estuviesen tan compartimentados y que hubiera una mayor relación entre centros e investigadores, con colaboraciones habituales. En definitiva, optimizar recursos, pero sin que cada organismo pierda su identidad y su particularidad.

La UIB ha anunciado su intención de impartir el grado de Ciències de la Mar.
—Me parece esencial. En ese grado podrán participar todos los centros del CSIC. Ya hemos impulsado másters en la UIB, pero también me parece importante potenciar la participación privada en el desarrollo de la ciencia. España tiene un déficit en ese sentido y habría que articular herramientas para facilitarla.

¿Qué opina sobre el debate actual respecto a la saturación turística?
—Como opinión personal, la huella de la degradación no debería llegar a un punto de no retorno. Si vamos degradando el medio natural, llegará un momento en que no lo podremos recuperar. Y todo ello afectará a nuestra calidad de vida. Por ejemplo, nuestros acuíferos no pueden suministrar a tanta gente. Un territorio limitado no puede asumir tanto.