Una de las participantes sumergiéndose en las praderas de posidonia. | Arrels Marines

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«Por mucho tiempo he hecho actividades de educación ambiental, pero siempre noté que había un punto a la que la gente no podía llegar solamente por la parte racional. Esto está muy bien, pero me di cuenta que lo que yo mismo experimentaba cuando iba a la naturaleza no era solo eso, sino que era algo más que no sabía definir muy bien. Tenía claro que tenía que ver con las emociones». Este el dilema que el ambientólogo Marc Ayats llevó a sus espaldas durante varios años en su búsqueda de acercar más al ser humano a la naturaleza para que tome consciencia de su importancia en nuestras vidas. Así fue como, en pos de encontrar un método que pueda unir más a la gente con el entorno de forma más trascendental y emocional, nació 'baños de posidonia', una actividad única en el mundo que, como diría el dicho, mata dos pájaros de un tiro: fomenta y da importancia a la protección de esta especie en el Mediterráneo a la vez que ofrece una experiencia única a los participantes conectándolos de forma personal e íntima con el entorno marino.

Durante toda su etapa educacional, aunque siempre empleó «vías racionales» como actividades académicas o lecciones científicas para fomentar la protección a la naturaleza, observó que solo un elemento emocional y que conecte con los sentidos será capaz de entrelazar hombre y naturaleza de forma sólida. «Empecé a llevar a gente a la naturaleza para que experimente esa parte un poco más sensorial, y esto lo hacía antes de que supiera que lo que hacía se llamaba ‘Baños de Bosque’.»

Según señala Ayats en la página web de su proyecto donde realiza sus actividades, Trazos de Bosque, los baños de bosque se trata de una actividad japonesa que data de más de cuarenta años, cuando la Agencia Forestal de Japón buscaba en 1982 una forma «accesible y económica que pudiera ayudar a la gente a reducir sus altos niveles de ansiedad y estrés». Bajo el nombre original de Shinrin-Yoku, traducido literalmente como «bañarse en la atmósfera del bosque», Ayats define los baños de bosque como «una experiencia vivencial de conexión de la naturaleza muy difícil de definir, pues cada uno siente cosas distintas cuando está ahí».

Ignasi Cifre (izquierda) y Marc Ayats (derecha), creadores de 'baños de posidonia'. Foto: Arrels Marines

«Con el paso de los años me di cuenta de que había un nombre para lo que hacía e incluso había formaciones. Es de esta forma en que en 2020 me formé como guía de baños de bosque por la Association of Nature and Forest Therapy, una de las entidades que puede acreditarte para impartir esta actividad de manera oficial». Así, en ese mismo año, fundó con otros compañeros la Associació Banys de Bosc de les Illes Balears, y sus actividades personales en cuanto a esta práctica las realiza a través de su proyecto Trazos de Bosque.

Las praderas protegidas de posidonia, un lugar para conectar con el entorno

Ya con bastante experiencia en este ámbito a sus espaldas y con ganas de hacer algo nuevo, Ayats comenzaba a plantearse innovar en sus visitas a la naturaleza. No tardó mucho tiempo en encontrar la respuesta al darse cuenta que Mallorca, además de su entorno terrestre, también brilla en un aspecto poco explotado en el mundo de las experiencias naturistas: el medio marino, más concretamente las abundantes praderas de posidonia que habitan en la costa. «Es una cosa original nuestra de Baleares. Al menos en la comunidad europea, donde tengo muchos contactos, no tengo constancia de que se haga algo así. Cuando les envío las imágenes de donde hacemos las actividades se quedan bastante sorprendidos. Es una forma de trasladar los baños de bosque a un entorno muy importante para nosotros».

Así, con la idea y al estructura ya pensadas, Ayats creó en 2023 junto a Ignasi Cifre, de la entidad conservacionista del medio marino Arrels Marines, los Baños de Posidonia, una iniciativa única en Europa y probablemente en todo el mundo. «Ellos buscaban una actividad de educación medioambiental sobre la posidona que tuviera ese componente un poco más emocional que de conocimiento científico puro y duro. Fue de esta forma que comenzamos a compartir esta inquietud y así nació el proyecto».

Preparación antes de sumergirse en las praderas. Foto: Arrels Marines

Según explica Ayats, los baños de posidonia, que los realizan en la playa de Alcanada, comienzan siempre con una aproximación a la experiencia y un círculo de presentación, donde los participantes se introducen en la actividad. Después, antes de entrar en el agua, realizan un ejercicio para «despertar sus sentidos», y ya las siguientes propuestas se realizan dentro del agua en snorkel. «La estructura es muy parecida a un baño en un bosque de tierra, lo único que las invitaciones del guía, necesarias para que se complete la actividad, se hacen dentro del agua». Por el momento, Ayats ha realizado cinco baños de posidonia: una en 2023 a modo de «plan piloto» y otras cuatro este año, siendo la última a finales de julio. De hecho, su programa ha tenido tanto éxito que planean realizar otro baño en septiembre y continuar el año que viene con esta experiencia.

Para el ambientólogo, esta actividad se trata del enlace perfecto entre el conservacionismo y el crecimiento personal humano. Por una parte, destaca que esta actividad ayuda a conectar a la naturaleza con las personas «de forma profundamente emocional, haciéndonos sentir parte de ella», lo que hace que se genere una toma de conciencia mucho más sensorial que aquella conseguida con datos racionales, que si bien considera útiles y necesarios, no generan ese «sentimiento personal» que motiva a la gente a proteger el entorno. Y por el otro lado, Ayats destaca los grandes resultados observados durante la experiencia que hicieron sobrepasar los límites de los propios participantes: «Mucha gente que vino con miedo al mar y que ni podía meterse en el agua logró superar su miedo al medio marino. Al final es llegar al conocimiento de que es único, no es un objeto, solo hay uno y que siempre estará para nosotros».