Margalida Capellà Roig, profesora de Derecho Internacional, ex diputada de Més y coordinadora de la 'ley de fosas' de 2016. | CAIB - miquel angel canellas serra

TW
56

Profesora de Derecho Internacional en la UIB, pasó brevemente por el Parlament entre 2015 y 2017. Fue diputada de Més per Mallorca y coordinó la Llei de Personas Despararegudas o ‘de fosas’. En esta entrevista, Margalida Capellà Roig (Palma,1971) ofrece su aportación a cómo abordar el debate sobre la memoria histórica y analiza las posiciones de la izquierda y de la derecha. Estar alejada del día a día político le permite aportar una visión alejada de los discursos oficiales de los partidos.

¿Por qué el PP acepta la ley de fosas y no la de memoria?
— Supongo que porque la ley de fosas la pactamos todos y el PP se comprometió a mantenerla.

El PP no se opuso a la ley de memoria y ahora la quiere derogar.
—Es por Vox. Creo que sin Vox la hubieran mantenido, otra cosa es la hubieran desarrollado. En otras comunidades las derogan y las sustituyen por leyes que llaman de concordia y no lo son. Yo insistí mucho en que había que separar ambas leyes, la de recuperación de fosas y memoria. Hoy no se hubiera aprobado ninguna. Vox dinamita cualquier tipo de debate, es un partido que no cree en la democracia.

¿La ley de amnistía de 1977 fue una ley de concordia?
—La única concordia que hubo aquí fue una ley del silencio y olvido de las víctimas. La ley de amnistía no se aplicó correctamente. Se aplicó a procesos iniciados en la dictadura y eso liberó a los antifranquistas pero impidió juzgar a policías y militares. Y cerró el paso a investigar y juzgar crímenes contra la humanidad.

El PP la nombra mucho. ¿Dejó la política desencantada?
—Desencantada, no. Lo dejé porque no podía llevarlo todo, yo venía de la Universidad donde los ritmos son otros. Las diferentes leyes iban saliendo, sí pero yo me empeñaba mucho en escuchar las razones del contrario. Me di cuenta que de apostar por una sola ley, como han hecho otras comunidades, no hubiera sido fácil el acuerdo. Al PP le inquietaba la cuestión de los desaparecidos, también la situación de los pueblos donde todas las familias se conocen y recordaban lo que pasó en la guerra y en el franquismo.

¿Le parece bien que se derogue la Llei de Memòria?
—No, no, de ninguna manera, no estoy diciendo eso. El reconocimiento de la memoria es imprescindible, el de las víctimas también. El PP no puede ser una excepción en la derecha europea y apoyar a Vox. Tiene que asumir el papel que le corresponde.

¿El Parlament está más crispado que cuando lo dejó?
—La vida parlamentaria debería ser muy diferente a cómo es ahora. Me conecto de tanto en tanto a los debates y se dicen muchas mentiras. Las mentiras ya me indignaban mucho entonces, no puedo soportar la mentira, pero es que ha ido a más. Tampoco me gustaban ni me gustan los discursos de las mayorías en una única dirección. Siguiendo con aquella frase que se atribuye a Unamuno, «venceréis pero no convenceréis», hay que convencer. Yo sabía, cuando se aprobó la ley de personas desparecidas, que haría falta más de una o dos legislaturas para localizar y exhumar todas las fosas. Esa ley convenció a quienes dudaban y su aplicación ha sido buena. Los resultados, también. Prácticamente está identificadas todas.

Incluso la de Aurora Picornell.
—Claro, fue el mejor momento de mi vida. No negaré que ha habido obstáculos, la Administración no tenía experiencia, tenían que organizarse protocolos, tener en cuenta a las familias y no estábamos hablando de objetos sino de víctimas.

¿Gabriel Le Senne, incurrió en un delito de odio al rasgar la foto de Picornell?
—No lo sé. Tendrá que explicar sus intenciones y habrá que investigarlo.

¿Por qué a Vox le preocupa tanto la memoria y convence al PP?
—Habría que preguntar a ellos, pero creo que nos equivocamos desde la izquierda al hablar sólo de una memoria histórica. Todos los países de nuestro entorno tienen una memoria democrática oficial que empieza con quienes lucharon contra el fascismo. Aquí la democracia oficial empieza con la Constitución. Hace falta un pacto de Estado por la memoria. Eso obligaría a la derecha a buscar cuál es su memoria democrática. Habrá que buscar un momento de la historia en que la izquierda y la derecha se unieron por la democracia y en contra del fascismo como en otros países. A eso no ayuda mucho referirse al PP como los herederos del franquismo. Y con esto no estoy blanqueando al fascismo. Sería muy útil que el PP aportara un momento, unos nombres, algo que le uniera a la memoria democrática. Hemos pasado años – porque no se había hecho antes y estaba oculta, cierto– recuperando la memoria de los vencidos. No todo es blanco ni todo es negro.

La ley balear de memoria reconoce a víctimas ambos bandos, también de los bombardeos. Y sólo bombardeó la izquierda.
—Sí, lo sé. Pero habría que seguir avanzando más. El PP tendría que completar su evolución y separarse de Vox.

¿Y cuál sería ese ‘momento fundacional de la democracia’ que uniría a izquierda y derecha en una memoria común?
—No lo sé. El historiador David Grinard se refiere a lo que la dictadura llamó ‘contubernio de Munich’. En 1962 , demócratas de la izquierda y de la derecha plantaron cara al franquismo.