El proceso de adaptación cuesta alrededor de 34.000 euros. | R.D.

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Aurora Farías, con solo 24 años, ha tenido que enfrentarse a retos que muchos consideran insuperables. Nacida con artrogriposis múltiple congénita, una enfermedad rara que limita la movilidad y flexibilidad de sus extremidades, ha aprendido desde pequeña a adaptarse a un mundo que rara vez está diseñado para personas con su condición. A pesar de los obstáculos que ha tenido que sortear, Aurora ha logrado hitos que le dijeron que nunca podría alcanzar, como aprender a caminar y, más recientemente, obtener su carnet de conducir en una autoescuela adaptada en Bilbao, a más de 600 kilómetros de su hogar en Mallorca.

El camino hacia la conducción no fue sencillo para Aurora. La única autoescuela en España que podía atender sus necesidades específicas significó para ella no solo un viaje largo, sino también una gran inversión económica. Con costos que rondaron los 6.000 euros, sumando clases, alojamiento y transporte, Aurora tuvo que sacrificar sus ahorros desde los 18 años con la esperanza de ganar un poco de independencia. Sin embargo, obtener el carnet fue solo el inicio de un desafío aún más grande: adaptar un coche a sus necesidades, un proceso que cuesta alrededor de 34.000 euros y para el que solicita la ayuda de otros ciudadanos.

La falta de subsidios o ayudas económicas en España ha complicado aún más su situación. Aurora se enfrenta a la cruda realidad de que obtener un coche adaptado no es un lujo, sino una necesidad urgente que puede mejorar significativamente su calidad de vida. Sin un vehículo a su disposición, se siente atrapada en un sistema de transporte público deficiente que limita no solo su movilidad, sino también su capacidad para trabajar y realizar tareas cotidianas.

Para muchas personas, caminar largas distancias puede ser solo una incomodidad, pero para Aurora, cada paso representa un esfuerzo considerable. Su determinación y perseverancia se ponen a prueba cada día, a medida que se enfrenta a problemas que muchos dan por sentados. Un coche adaptado le permitiría no solo ir a trabajar sin depender de otros, sino disfrutar de una vida más autónoma, facilitando desde gestiones diarias hasta el simple placer de hacer una compra.

La historia de Aurora pone de manifiesto las barreras físicas, económicas y sociales que enfrentan las personas con movilidad reducida. Al compartir su experiencia, busca unirse a aquellos que sienten que la inclusión y visibilidad son aún insuficientes en la sociedad. Sin embargo, está decidida a no conformarse y aboga por un cambio real que permita a todos vivir con dignidad y autonomía. Alzar la voz por quienes enfrentan desafíos similares puede ser el primer paso hacia una sociedad más justa e inclusiva, donde cada persona tenga la oportunidad de vivir su vida plenamente.