Marc Galmés y Carme Bonnín posan en el Paseo Mallorca. | Jaume Morey

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Marc Galmés y Carme Bonnín son dos mallorquines que tenían un sueño: viajar a China en coche. Su origen y su destino siempre ha sido Bunyola, pero su reto era recorrer el mundo durante un año. En su furgoneta camperizada, la pareja de mallorquines puso rumbo hacia el continente europeo, para desde allí, comenzar su ruta. Cruzando el mediterráneo, en junio de 2023 llegaron a Francia. De ahí, continuaron recorriendo Europa: Italia, Eslovenia, Croacia, Montenegro, Albania, Grecia… Hasta su llegada a Turquía, donde comenzaba su aventura en Oriente. 400 días de viaje ha dejado a la pareja con una mentalidad nueva.

«No éramos conscientes de toda la organización que requiere un viaje de este tipo», cuenta Marc. «Cuando vas en furgoneta a los países asiáticos, te ves obligado a conocerlo todo: carreteras, mecánicos, recambios, permisos especiales, seguros, avales bancarios…», explica. La primera vez que se sintieron «fuera de casa» fue en la barrera de entrada a Irán, un lugar que recuerdan como adverso y lleno de incertidumbre. «Las fronteras siempre son un ambiente hostil, hay mucha policía y militares. Por allí, pasan delincuentes y todo tipo de personas.», añade. Sin duda, Carme destaca que los momentos más tensos del viaje han sido los días fronterizos.

Tanto Marc como Carme aseguran que los miedos que tenían antes de partir eran fruto de la incertidumbre: que se rompiera la furgoneta, que no les dieran acceso a un país… «Pero, una vez el viaje comienza, haces un cambio de actitud y lo enfocas de otra manera, todo tiene solución», relata Galmés. En cuanto a la seguridad, en ningún momento tuvieron miedo ni se sintieron en peligro. «Hemos dormido con la puerta abierta», asegura la mallorquina. En su aventura, han sido testigo de paisajes que jamás olvidaran: campos de arroz en Laos, templos en Japón, desiertos en Irán, monasterios en el Tíbet o volcanes en Turquía.

«Durante el viaje, ha habido dos momentos tensos: cuando Carme enfermó con dengue y la avería de la furgoneta», cuenta el joven. Por un fallo electrónico, lo peor que les podía pasar según Marc, la pareja tuvo que reorganizar su viaje. El problema fue un cortocircuito en la furgoneta cuando se encontraban en el Himalaya. «En China nos decían que no lo arreglaban porque era tecnología alemana, en Tailandia tampoco, solo nos quedaba Laos», hasta donde tuvieron que cruzar la frontera remolcados. Sin embargo, esto no les supuso un freno. Ya que, aprovecharon esos tres meses en los que su casa sobre ruedas se encontraba en reparación para recorrer el sudeste asiático como mochileros.

«Ha sido un viaje convertido en reto», asegura Marc. «Para hacer un tipo de proyecto así, te tiene que gustar la aventura, el riesgo y la incertidumbre, no es para descansar», explica el joven. Sin duda, lo que se llevan de esta experiencia es el camino. «Cuando vas en coche, el viaje no es inmediato, pasas por pueblos, conoces a gente y ves zonas deshabitadas. Sirve para descubrir la vida del país, no solo de la ciudad principal, que obviamente está más preparada para el turismo», reflexiona. «El viaje, gracias a la furgoneta, ha consistido en disfrutar y aprender del camino que nos ha llevado a sitios preciosos», enfatiza. Aun así, recuerdan que la experiencia no es idílica como se muestra en las redes sociales.

«Irán y Pakistán han sido dos países que nos han sorprendido gratamente», cuenta Carme. La mallorquina asegura que por los prejuicios y la mentalidad occidental tenía más inseguridad al llegar a estos países, donde se sintieron muy acogidos por la generosidad de sus habitantes. «Nos gustaría no olvidarnos nunca de la manera en la que nos han tratado, sin prejuicios ni esperar nada a cambio», recuerda Marc. La pareja comparte que el viaje les ha desmontado su forma de pensar y su estilo de vida. También, les gustaría adoptar un ritmo cotidiano menos acelerado sin estar enfocado en la productividad y el trabajo.