Hipólito Medrano, en la viña de su nueva bodega Nacra. | Curro Viera

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Hipólito Medrano, director del equipo de investigación en Fisiología Vegetal que en el año 2010 consiguió la primera certificación de uva malvasía libre de virus, acaba de construir su propia bodega al pie del Puig de Santa Magdalena en Inca.

Profesor emérito de la Universitat de les Illes Balears (UIB), hasta su jubilación este mes de septiembre, Medrano pone ahora el broche a su carrera profesional como docente e investigador, pero también a su pasión vital. «Recuperar la malvasía es de lo más bonito que me ha ocurrido en la vida», explica. La bodega Nacra abrirá formalmente sus puertas el 16 de octubre a las 18 horas. En la viña hay una colección única en el mundo que incluye plantas de todas las variedades de Malvasía que existen en Baleares, Canarias, Madeira (Portugal), Italia, Croacia y Grecia.

El papel de Hipólito Medrano y su equipo fue clave para recuperar la uva malvasía de Banyalbufar para la elaboración de vinos, en un momento en el que las variedades propias de las Islas habían sido totalmente abandonadas y sustituidas por variedades importadas.

Tras años de intenso trabajo finalmente en 2006 la malvasía de Banyalbufar se convirtió en la primera malvasía de España con certificado sanitario.

En el año 2019, viendo cercana su jubilación, el profesor decidió sembrar en una finca familiar de Inca malvasía suficiente para crear su propia marca de vino: Nacra. El nombre de la marca es un símbolo en si mismo. «Para nosotros esta es una aventura familiar y con mi mujer Magdalena Llabrés, decidimos ponerle el nombre de esta especie de molusco que antes era muy abundante y ahora está en extinción. Lo hicimos porque a la malvasía la salvamos de esa extinción», recuerda.

En la finca familiar de Can Corró, cultiva desde entonces malvasía y giró (una variedad también muy olvidada durante años). Actualmente tiene dos vinos blancos en el mercado: Nacra Malvasía y Nacra Girò. Ahora planea producir su primer tinto. «En una hectárea en otra finca plantaremos callet y mantonegro, ambas también variedades autóctonas y haremos también vino tinto», indica.

La construcción de su propia bodega es para él un salto de gigante. «Te da control sobre todo el proceso. Hasta ahora el vino estaba hecho en una bodega que hace vinos para otros y no es lo mismo que hacerlo en tu casa. Tenemos una cámara de frío muy potente. Metemos allí la uva en el momento de la vendimia, que en agosto está a 30 o 35 grados de temperatura y la bajamos a 10 grados antes de empezar el proceso», relata.

El nuevo edificio, proyectado por el arquitecto Jaume Lluís Salas (especializado en arquitectura sostenible), ha sido diseñado para integrarse en el marco de la plantación del viñedo existente. Gracias a la elección de los materiales ecológicos y a la gestión energética la construcción produce más energía de la que consume, lo que la convierte en un modelo de autosuficiencia energética.

Medrano admite que, aunque finaliza oficialmente su etapa docente en la UIB, «será complicado desvincularme del todo porque allí tengo muchísimos discípulos con los que seguro que mantendré contacto». En la finca familiar ha puesto en práctica el contenido teórico que durante años transmitió a sus alumnos.

Amigos y colegas le siguen preguntando por su nueva aventura en la bodega. «Lo de la malvasía ha sido de las cosas más bonitas que he vivido, pero no es lo mismo tener el caprichito de hacer tu propio vino para disfrutar con los amigos que montar una bodega y que sea rentable», reflexiona.