Calle de Ciutadella el pasado 1 de julio. | Josep Bagur Gomila

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Baleares levanta el pie del acelerador y aminora el ritmo de crecimiento turístico por primera vez desde la salida de la pandemia. El Archipiélago va camino de romper el récord de llegadas que marcó el año pasado con 17,8 millones de turistas, pero moderando los registros en relación con las expectativas iniciales: es la que menos crece de entre las principales comunidades turísticas de España, con un incremento porcentual solo a la mitad de la media estatal. Y el frenazo veraniego ha sido clave.

Las Islas registraron en los ocho primeros meses del año -los últimos datos sobre Movimientos Turísticos en Fronteras (Frontur) son de agosto- 11,1 millones de llegadas internacionales, que ascienden a un global de 13,7 millones de turistas si incluimos los procedentes de otras regiones de España. Las visitas extranjeras han crecido un 6,2 %, por debajo de la media estatal (11,2 %) y por detrás del resto de comunidades turísticas: Andalucía, Canarias, Cataluña, Comunidad Valenciana y Comunidad de Madrid registran todas un incremento de dos dígitos (o lo rozan con un 9,7 % en el caso catalán), el mismo que se preveía a principios de temporada para Baleares.

El incremento balear en el global de turistas es aún más reducido, del 4,7 %. La razón principal es que los meses más potentes del año, julio y agosto, no registraron un crecimiento tan acusado como los anteriores y se quedaron prácticamente en las mismas cifras del año pasado (una subida de en torno al 1 % para cada uno de ellos). Que las llegadas se hayan estancado en verano cuando se venía de un invierno y una primavera al alza se alinea con el objetivo de la desestacionalización, pero también tiene mucho que ver con el pinchazo de dos de sus mercados clave. Concretamente, el segundo y el tercero: británicos y españoles, respectivamente.

En el caso de los españoles, el viraje se produjo justo en ese momento: después de una primera mitad del año en la que habían acudido más que nunca a Baleares, los meses de julio y agosto arrojaron un déficit de unos 120.000 visitantes que supone en torno a un 10 % menos, porcentaje algo superior al que exhiben los turistas de Reino Unido, con una caída concentrada también en esos mismos meses.

Que esa fuga se haya producido justo en ese momento obliga a examinar el posible impacto de dos factores: el encarecimiento de la oferta turística de las Islas y el creciente clima de insatisfacción de la población residente por la masificación, el cual se tradujo en multitudinarias protestas ciudadanas, la primera el 25 de mayo y la segunda el 21 de julio. La proximidad del mercado nacional y, por tanto, su mayor sensibilización hacia estas quejas puede haber jugado un papel, igual que la particular difusión del mensaje por parte de los tabloides británicos. Precios y protestas aparte, la subida de las temperaturas es otro de los factores que podrían explicar el estancamiento de las llegadas en julio y agosto, con parte de los viajeros optando por alternativas con un tiempo más suave.

Desde la Asociación de Agencias de Viajes de Balears (AVIBA) se apunta que la evolución de la temporada es muy positiva porque se confirma el crecimiento, aunque no se ajuste a las expectativas generadas al inicio de la temporada, que situaban el crecimiento estimado entre el 10 % y el 15 %. Con todo, su presidente, Pedro Fiol, se detiene en el bajón del turista nacional para apuntar que sus visitas van a concentrarse cada vez más en los meses periféricos de la temporada alta y, sobre todo, en los de temporada baja. «Al español lo vamos a ver cada vez menos», afirma para explicar que la proliferación de destinos de corto-medio radio más económicos es determinante para que el viajero nacional elija otras opciones.

Por otro lado, el incremento anual del gasto turístico casi triplica el de las llegadas: un 12 % más de facturación de enero a agosto. El gasto por personas prácticamente roza los 1.200 euros, mientras que el gasto por persona y día se sitúa en torno a los 190 euros. Con todo, el techo turístico en cuanto a llegadas se antoja cada vez más cercano, tanto por el menor margen de crecimiento como por los síntomas de agotamiento social que han llevado a la creación de la Mesa del Pacto por la Sostenibilidad.