José Luis García, centro, posa con los niños y las bicis. | José Luis García

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José Luis García (Palma, 1967) es el vivo ejemplo de la constancia. Une superación y bicicleta para romper las barreras de comunicación que padecen las personas sordas. Y no es para menos. Tiene una sordera bilateral profunda desde que tenía un año y medio, a causa de una medicación que le administraron para tratar una bronquitis. Inmune al desaliento, no le ha supuesto un obstáculo para recorrer medio mundo sobre ruedas, en muchas ocasiones en solitario, para visitar escuelas y recordar a niños con problemas auditivos de todos los confines que una sordera no te imposibilita cumplir tus sueños. José Luis bautizó a sus viajes solidarios como Rutas del silencio.

Su último logro, en colaboración con la Fundación Vicente Ferrer, ha sido pedalear más de 2.500 kilómetros por el sur de España para ofrecer charlas y conferencias con el objetivo de recaudar 7.000 euros y adquirir 100 bicicletas fabricadas en el mismo país para incentivar la producción interna, que permitirán cada día el acceso a la educación a niños de la India. El reto del mallorquín es proporcionar una ruta segura para que, especialmente las niñas, puedan continuar con sus estudios. Es habitual en el país, especialmente en las zonas rurales, que las adolescentes se ven obligadas a abandonar la escuela porque sus familias piensan que el camino no es seguro, y deciden que se queden en casa o incluso las casan antes de tiempo. «Estas bicicletas les van a permitir desplazarse con mayor rapidez y seguridad porque evitan que hagan el recorrido hasta el colegio andando y que puedan ser asaltadas o intimidadas», explica José Luis.

Hace un par de semanas viajó a la India con un grupo de voluntarios, entre ellos su sobrino de nueve años y Ana María Amate, intérprete de lengua de signos del IMAS, un servicio pionero del Consell de Mallorca en nuestra Comunidad, para hacer entrega a los menores de sus bicicletas. Para poder conseguirlo, el año pasado recorrió en solitario 2.500 kilómetros sobre ruedas por toda Andalucía ofreciendo 14 conferencias en diez ciudades diferentes. Además, varias empresas de Balears aportaron su granito de arena para alcanzar el objetivo que se había fijado el mallorquín.

Visibilidad

La primera que José Luis decidió viajar en solitario fue a Argentina en 2008. Iba a pasar tres meses recorriendo la Patagonia en bicicleta, durmiendo a la intemperie y sin móvil, desoyendo los consejos de su familia y sus propios temores. La primera semana, recorriendo carreteras semivacías, estuvo a punto varias veces de tirar la toalla. «Me di cuenta de que el mundo es muy grande, aunque ya había hecho circuitos por España, pero ese viaje era algo diferente», explica el mallorquín.

Foto de familia de los voluntarios del proyecto.

Decidió pensar en positivo y seguir adelante. Un mes después se topó en su recorrido con una escuela para niños sordos, se presentó a la dirección y cuando supieron que era sordo, mallorquín y viajaba en solitario, organizaron una charla con los niños de la escuela y sus familias. «No hay mejor forma de ayudar al colectivo que demostrar que podemos echar abajo los obstáculos que se nos presentan. Ver la cara de esos críos me cambió la vida y mi forma de entender mi sordera», rememora García. Después de ese viaje vinieron otros. En total 26.511 kilómetros por Argentina, Chile, España, Madagascar, Camboya, Laos, Filipinas, Marruecos, Italia, Francia, Irlanda o la India, donde ya realizó un primer viaje y visitó el proyecto de la Fundación Vicente Ferrer.

En estas rutas José Luis siempre realiza visitas a escuelas de niños y niñas sordos para explicarles sus proyecto y animarles a ser valientes y emprendedores, a llevar a cabo sus sueños. «El día a día de una persona sorda sigue siendo complicado, las barreras existen en Mallorca, imagine en el tercer mundo», apostilla García. Recién llegado de la India, ya prepara su siguiente ruta del silencio: viajar en bicicleta por Togo, Gambia y Senegal. Sin duda querer es poder.