Mario Picazo, durante su intervención en la Cumbre de Destinos Sostenibles el pasado jueves | Pilar Pellicer

TW
9

Los efectos del cambio climático ya se notan en Balears y dentro de poco serán decisivos en la toma de decisiones personales. La compra de una casa cerca de la playa mientras sube el nivel del mar o coger un avión en un cielo plagado de tormentas cada vez más agresivas serán la tónica general a medio plazo. El mediático meteorólogo Mario Picazo, profesor de Meteorología y Cambio Climático en la Universidad de Los Ángeles (UCLA), participó en la III Cumbre del Turismo Sostenible, organizada por el Consell de Mallorca y Turismo de Naciones Unidas, y advirtió que las consecuencias del incremento del nivel del mar, que en algunas zonas del mundo devorará medio metro.

«El Mediterráneo, dentro de lo que cabe, es un mar cerrado. El impacto de la subida del nivel del mar no va a ser tan intenso como en la costa atlántica. De ahí que hay zonas donde llegará más rápido y será más impactante, y en otras llegará con retardo», advirtió Picazo. Balears no es ajena a los efectos del cambio climático: «Si en el Atlántico hablamos de que subirá medio metro el nivel del mar, en un plazo de 30 o 50 años, en el Mediterráneo hablamos de 20 o 30 centímetros. Depende del escenario».

Así como ya hay determinados puntos del mundo en los que hay viviendas que han sucumbido al oleaje, cabría preguntarse si este panorama podría llegar a España y, por ende, a las Islas. A la pregunta de si, con los datos que maneja, Picazo se compraría una casa en primera línea, confirma que sí pero «haciendo un estudio previo y sabiendo que también tengo medios de adaptación. Porque aparte de la mitigación del cambio climático, los humanos estamos ya más metidos en casos de adaptación. Hay ciudades que ya están trabajando para que sus ciudades no se sumerjan en el mar. Es el caso de Miami, en Florida».

Precisamente Florida ha sido protagonista en las últimas semanas por el paso de dos devastadores huracanes en muy poco tiempo: Helene y Milton. De hecho, los daños son tan graves que una masa de propietarios han puesto a la venta sus viviendas y las aseguradoras han incrementado sus tarifas anuales a cifras que alcanzan los 12.000 dólares al año. Un quebranto para los propietarios de la zona.

Picazo señala que «es cierto que los escenarios del clima a futuro indican que los huracanes serán más fuertes y habrá subidas a nivel del mar. Y eso quiere decir que mucha gente que está en algunos lugares más vulnerables, hablamos de la costa en este caso, tienen una preocupación. Es posible que no tengamos más huracanes en diez años en esa zona pero lógicamente el potencial está ahí y la gente toma medidas».

El profesor universitario especializado en cambio climático considera que con el cambio climático serán más habituales «las fuertes lluvias, borrascas huracanes devastadores y el aumento del nivel del mar que en muchas zonas, en los próximos veinte, treinta años, podrían tener un impacto en zonas costeras que hará que el mercado inmobiliario cambie y que el mercado de los seguros cambie». Picazo reconoce que «a todos nos gusta tener el mar ahí delante, pero lógicamente tendremos que tener en cuenta estos factores».

Durante su intervención en las jornadas organizadas por el Consell de Mallorca, Picazo habló del escenario a veinte o treinta años por el cambio climático aunque «no solo se trata de dar malas noticias, sino que se trata de buscar soluciones. Sobre la mesa hay que poner cómo podemos actuar para hacer que la situación no se vuelva más extrema de lo que ya es y, después, aportar alternativas al turismo que no sea solo el de sol y playa, que ha sido potente durante muchos años. Pero ahora empieza a ramificarse».

¿Cómo afectará el cambio climático a la forma de viajar? Se avecinan cambios en las próximas décadas. «Cada vez hará más calor en el Mediterráneo y que las temperaturas suben. Ya hace unos años vimos como los volcanes de Islandia fueron un gran problema para el turismo y se paró el tráfico aéreo», recordó en referencia a los acontecimientos de 2010, cuando el Eyjafjallajökull entró en erupción y sus cenizas inundaron el espacio aéreo europeo, lo que afectó a unos diez millones de pasajeros.

Mientras algunas islas de las Maldivas ya están desapareciendo por la subida del nivel del mar, también habrá afectaciones en los viajes turísticos por el cambio climático. «En los viajes en avión ya estamos viendo más turbulencias en el aire que hace treinta años por la inestabilidad de la atmósfera. Se incrementan los extremos. También es cierto que tenemos más ojos que ven la atmósfera y que hay más actividades expuestas al clima, pero no deberían estar allí, por eso hay tanto impacto».

En el caso de Mallorca, dejará de concentrarse el turismo en los meses de junio y septiembre por el alza de las temperaturas. «Eso no significa que se reduzca el volumen, sino que vendrá en otras épocas. Y además, elegiremos otros destinos por su entorno medioambiental. Hay un gran potencial en el ecoturismo, del mismo modo que habrá un turismo que persigue tornados. Yo mismo lo he hecho. En el caso de las ciudades, tendrán que ser más verdes».

A la hora de afrontar los efectos del cambio climático, por desgracia también habrá diferencias de clase. «Parece que los ricos, que contaminan más, en muchos casos son los que lo tienen más fácil para adaptarse a esos cambios. No ocurrirá así con la gente más vulnerable, no solo en España, hablamos del mundo en general. Los países más vulnerables son los que mayor impacto sufren», explicó el meteorólogo.