Llars el Temple. | Pilar Pellicer

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Las Religiosas Terciarias Trinitarias están de celebración. Se cumple medio siglo desde que desembarcaron en Llars el Temple para unirse y ayudar a la Congregación de Hijas de la sagrada Familia Ses Vermelletes en la gestión del entonces asilo. En los años 70, el Obispo de Mallorca de aquellos tiempos, Teodoro Úbeda, solicitó a las Trinitarias que se fusionaran con las Vermelletes, puesto que ya quedaban muy pocas de las segundas para hacerse cargo del Temple y de las menores que vivían en él.

«Hubo un año de experiencia previo a la unión definitiva. En mayo de 1973 vinimos María Camps y yo», explica María Isabel Ferrer, la representante de las Trinitarias que actualmente está en el Temple. «Estuvimos aquí durante el verano para ver cómo funcionaba todo. Las Hijas de la Sagrada Familia nos trataron muy bien». Posteriormente, el 19 de octubre de 1974 se formalizó la unión y llegaron unas seis o siete Trinitarias más.

Su llegada supuso un cambio de paradigma para el centro, el cual estaba enfocado entonces como un asilo donde «todo estaba en común» y vivía de la recaudación de limosnas y alimentos. «Lo que nos encontramos cuando llegamos es que las niñas vivían en completa comunidad con un dormitorio, baños y un comedor comunes», expone. «Dormían en literas y iban todas vestidas igual, de rojo». Una situación «complicada» teniendo en cuanta que había al menos 40 niñas «fijas» y muy pocas religiosas.

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María isabel Ferrer y Magela Sosa.

«Poco a poco se fue cambiando. Se reformó el edificio y pasaron de vivir en común a vivir en pisos», recuerda. En concreto se edificaron «cinco pequeños pisos» que permitió que las menores contaran con más espacio personal y mayor atención por parte de las responsables. Una decisión «muy avanzada para su época», bajo el punto de vista de la actual directora del centro, Magela Sosa. «Dividieron en unidades pequeñas, cuando aún se trabajaba con el modelo de los asilos antiguos, y tenían una visión de la ayuda muy diferente al de la caridad», dice Sosa. «No conocían las teorías actuales sobre la reducción de grupos y entornos seguros, pero la propia lógica las llevó a entender que las unidades pequeñas mejoraría la calidad de vida de las niñas». «En vez de haber una personas para 50 niñas pasó a haber una cada ocho», apunta Ferrer.

Con este trabajo previo, en 1984 se consolidó un Programa de Intervención Psicopedagógica formado por religiosas y profesionales seglares. En 1999 se actualizaron las instalaciones para que estuvieran acorde a los métodos pedagógicos actuales, motivo por el cual en el año 2000 el Consell de Mallorca aprobó la colaboración de Llars el Temple en la gestión de un programa de Atención residencial y otro de Atención en Centro de Día. «Hemos pasado de la beneficencia a la protección social», apunta Sosa.

El Temple era un asilo, donde todo era común.

Actualmente, atienden a 40 menores repartidos en los cinco pisos; los cuales tienen una superficie de 200 metros cuadrados y están equipados con cuatro habitaciones y tres cuartos de baño cada uno. En ellos viven repartidos ocho menores, pues poco después de las llegada de las Trinitarias el centro pasó a ser mixto y se retiró la palabra ‘asilo’ de su nombre para cambiarla por ‘llars’. Ahora hay ocho educadores y un coordinador por cada unidad educativa (como se denominan ahora los ‘pisos’).

Aunque muchos aspectos de las vidas de los niños que están en el Temple cambian durante su estancia, de uno a dos años de media, se intenta que sigan asistiendo a sus respectivos centros educativos. «Eso también cambió cuando llegamos, las niñas estudiaban y vivían aquí, solo salían para pedir», narra Ferrer. Por ello, las Terciarias Trinitarias consiguieron subvenciones para comprar un solar y contratar a un arquitecto para que construyera un colegio de enseñanza básica para las niñas: el Colegio El Temple, situado en la calle Montevideo y en el que se sigue ejerciendo la enseñanza a día de hoy.