Una madre y una hija para preservar ocho décadas de alpargatas artesanales
Una tienda diminuta en el centro de Palma de Mallorca repleta de alpargatas de todas las formas y colores. Y dos mujeres, Visitación y Aurora. Madre e hija regentan hoy la Alpargatería La Concepción, un local de artesanía para los pies que han visitado desde la reina Sofía a Michelle Obama, y que abrió sus puertas en 1940
Visitación y Aurora frente a su tienda en pleno corazón de Palma.
Los expertos en moda y cine lo tienen claro: la alpargata es un calzado muy fotogénico. Que se lo digan a Penélope Cruz en la película Jamón jamón, a Rita Hayworth en el rodaje de La dama de Shanghái, o a Grace Kelly en Atrapa a un ladrón. El propio Salvador Dalí se calzó unas de color negro con cintas sobre calcetín rojo. Cosas de artista surrealista. Pero lo más curioso de las alpargatas es su carácter atemporal, atraviesa líneas del tiempo sin que se note. Es una prenda que no envejece. Ah, el Museo Arqueológico Nacional tiene en su poder unas sandalias «con suela de esparto preparada para darle mayor flexibilidad» de hace más de 7.000 años. Esa suela neolítica es clavada a la de las alpargatas que todos conocemos hoy.
En verano vendemos entre 40 y 50 pares de alpargatas al día
No tanto tiempo tiene la Alpargatería La Concepción. Bueno, realmente es un comercio clásico de la ciudad de Palma de Mallorca que lleva funcionando desde 1940 en una callejuela del centro histórico de la capital balear. Por entonces, aquella pequeña tienda estaba regentada por Jerónima –así llamaban a Carmen Fernández– y sus padres. Y así llegaron a Palma las primeras abarcas menorquinas –también está permitido llamarlas avarcas o albarcas–, un calzado artesano utilizado por los campesinos. La Mallorca de la posguerra era eminentemente agrícola y el turismo era una entelequia.
Un calzado rústico siempre de moda
Jerónima, mujer fuerte y con carácter, sacó adelante un negocio con características especiales: vender muchas alpargatas en verano para poder sobrevivir en invierno. La isla fue cambiando, aquel calzado rústico vinculado a la tierra se empezó a poner de moda a partir de los años setenta con la llegada de un turismo extranjero, incluido algunos famosos internacionales. Y unos años después, la alpargatería se coronó con la presencia en la tienda de la reina Sofía, que se convirtió en cliente habitual y en influencer de las alpargatas cuando todavía no existía esta profesión.
La Concepción recibe producto de artesanos baleares pero gran parte del calzado procede de La Rioja y de la Región de Murcia, epicentros del yute y el esparto
Y entonces llegamos a la mitad de los años noventa. Visitación Hernández entra a trabajar en la alpargatería. Recuerda aquel primer día: «yo me dedicaba al mundo de la fruta con el padre de mis tres hijos. Al separarnos, me quedé sola con ellos, y necesitaba trabajar. Jerónima buscaba una dependienta pero en un principio no quería a alguien con hijos. Le dije que estaba desesperada por trabajar, se quedó pensativa cuando le dije que era muy trabajadora y un diamante a descubrir». Así fue, Visitación, que por entonces tenía 38 años, se puso a aprender todo sobre el yute, el esparto y el palmito, sobre la fabricación de suelas y lonas. «Cuando entré en la tienda, vi tantos pares de zapatos que me dio un ataque de ansiedad», reconoce esta experta en proximidad.
Vender unos cuarenta pares al día en verano
En el número 17 de la calle de la Concepció, un cartel antiguo no deja dudas sobre el comercio. Cestas y capazos de esparto cuelgan en la puerta, y de un solo vistazo sabes que vas a entrar en el templo de la alpargata. Cientos de pares llenan de arriba abajo las cuatro paredes, organizadas por modelos, colores y números de pie. Todo parece caótico porque los clientes cogen y dejan, dejan y cogen los zapatos. El cuadrilátero libre de prendas es diminuto pero Visitación y su hija Aurora se manejan sin tocarse. No paran de entrar clientes. «En verano vendemos entre 40 y 50 pares de alpargatas al día», comenta Visitación, que cogió el traspaso del negocio en 2006 cuando Jerónima se jubiló a los 80 años.
A sus 62 años, Visitación está orgullosa de cómo se hizo con la tienda. «Fue a fuerza de llorar porque Jerónima era muy exigente, aunque me pagaba muy bien y me quiso como una hija. Al final nos hicimos muy buenas amigas, estuvimos muy unidas». Hace casi veinte años, su hija Aurora actualizó la oferta. «No había habido mucha evolución, necesitábamos salir de la zapatilla de la abuela y la alpargata clásica», explica Aurora. Hoy hay alpargatas que van desde los 12 euros de las básicas a los 72 euros de las ibicencas y hasta los 85 euros de unas alpargatas con cuña y brilli-brilli.
La perseverancia nos permite sobrevivir. Y siempre con producto elaborado a mano, con cariño y sin prisas, como antaño se hacían las cosas
En el muestrario hay alpargatas con cuñas atadas de todos los tamaños, con cintas o tiras, planas cerradas o abiertas, ibicencas, versiones de la alpargata valenciana, modelo salón o especiales para novias. «Cada pie tiene sus necesidades y cada necesidad tiene su alpargata. Para que se pueda llamar alpargata, la suela tiene que ser de esparto o yute», dos fibras vegetales resistentes y transpirables, comenta Aurora. Aunque la alpargatería recibe género de artesanos baleares, gran parte de las alpargatas artesanales proceden de La Rioja y de la Región de Murcia, en concreto de Caravaca de la Cruz, una ciudad de 25.000 habitantes convertida en epicentro del esparto. Tanto el yute como el esparto se secan mejor en zonas riojanas y murcianas que en tierra mallorquina. «Nuestra idea es que todo proceda de España, de la península y de las islas», añade Aurora, que calcula que cada temporada adquieren unos 3.000 pares de alpargatas planas.
Clientela fiel para un comercio local
Visitación y Aurora viven del turista que sabe que allí están las auténticas alpargatas y, sobre todo, de una clientela fiel que pasa por la tienda cada año para renovar su colección o hacer algún regalo. En breve, madre e hija pondrán en marcha una web donde poder comprar desde cualquier parte del mundo. «Cada año las cosas se ponen más difíciles pero la perseverancia nos permite sobrevivir. Y siempre con producto elaborado a mano, con cariño y sin prisas, como antaño se hacían las cosas», asegura Aurora repitiendo uno de los leitmotiv que aparecen en su web.
«Mi madre es mi mejor amiga y mi confidente, y yo soy su mano derecha. Y ahora ya empieza a pensar en la jubilación», comenta Aurora. Visitación replica: «Todavía puedo con todo, subo y bajo la carretilla, cargo cajas, clasifico género, atiendo a la clientela. Es verdad que llevo trabajando desde los trece años y que ahora tengo cuatro nietos y una madre a la que cuidar… pero aquí, en la alpargatería, soy feliz».
Los pequeños comercios son los que ayudan a crear la identidad de los barrios (y su subsistencia), promueven redes sociales y dinamizan la economía local. «Estamos en el corazón del barrio, la mayoría de comerciantes vivimos por aquí, consumimos y gastamos en el barrio. Ahora, nuestro gran desafío son las grandes marcas internacionales, que también tienen alpargatas y ponen los precios muy bajos. La moda mediterránea atrae mucho y son muchas firmas las que se apuntan al carro», explica Aurora.
Las alpargatas de La Concepción han viajado por todo el globo. «Hemos tenido clientes de Dubai, EE. UU., Canadá, Letonia, Alemania, Italia… desde Nueva York nos llegaron a mandar una foto con las abarcas menorquinas puestas con calcetines», concluye Aurora. Entre los personajes famosos que han pasado por su tienda, causó sensación –aunque a posteriori– Michelle Obama. En 2017, la esposa del ex presidente de EE. UU. Barack Obama visitó de incógnito la isla… y la alpargatería. Cuentan que no la reconoció mientras la atendía y que fueron los vecinos quienes la advirtieron. «Para mi madre, todas las clientas son iguales», dice su hija.
Visitación se marcha al almacén, una pareja del norte de Europa pregunta en inglés si hay un número 39 de una alpargata con cuña, una furgoneta descarga en la puerta cuatro cajas repletas de más modelos. El verano terminará en breve.
Ser transparente y cercano son algunos de los valores más importantes de las personas. Valores que comparten todos los expertos que forman parte de estas historias y que forman parte del ADN de empresas como Banco Sabadell, que entiende así su manera de relacionarse con las personas. La proximidad y la cercanía son las grandes cualidades que ponen en práctica cada día. Y lo que les hace únicos. Descubre a las personas que están detrás de esta manera de entender el mundo.