«El problema es que el modelo económico es lineal. Los efectos del cambio climático son a largo plazo y las políticas económicas a corto, por lo que solemos priorizar el corto plazo y dejar los problemas para las generaciones futuras», ha expuesto Leoni. Así, la profesora ha barajado la posibilidad que los efectos del cambio climático, como las temperaturas extremas, hagan que los turistas o bien visiten Baleares en otras épocas del año o que directamente decidan no viajar debido a que el clima que normalmente buscaban en las Islas ya lo podrán encontrar en su país de origen.
Aunque ha citado estudios del 'Joint Research Centre' de la Unión Europea (UE) que apuntan a una reducción del 30 por ciento del turismo en temporada alta en Baleares, ha instado a no hacer caso solo a los datos «muy buenos o muy malos», sino a los que más compatibles sean con el territorio que se estudia. En esa línea, ha expuesto, están trabajando en la UIB con encuestas en los aeropuertos para conocer el parecer de los turistas respecto a los efectos que el cambio climático puede tener en sus hábitos de viaje al archipiélago.
Por otra parte, el investigador del Laboratorio de Cambio Climático de la UIB Pau de Vilchez ha puesto de relieve que el impacto de las actividades económicas de Baleares en el clima es inherente a su principal «debilidad» como isla, la dependencia del exterior. «El movimiento de personas y de productos genera muchísimas emisiones. El sector que más genera es el de transporte, con más del 69 por ciento», ha señalado el investigador. También ha lamentado que la actividad turística no solo genere muchos gases de efecto invernadero, sino que destruya los «imbornales» que absorben el dióxido de carbono, como la posidonia.
Todo ello, ha incidido De Vilchez, afectará a la actividad turística en tanto en cuanto existe la posibilidad de que las playas se reduzcan a la mitad, los incendios arrasen determinados parajes o que, debido al aumento de la temperatura marina, las zonas de baño se llenen de medusas. Para mantener el actual nivel de volumen turístico, ha aventurado, los países emisores deberían cambiar la época del año en que visitan Baleares, y por tanto sus periodos de vacaciones. «Y no creo que hagan eso por nosotros», ha sentenciado.
Un grado más, 12% del PIB menos
Más allá del efecto que el cambio climático pueda tener en el modelo económico de las Islas, el investigador también ha puesto el foco en el impacto económico. Según varios estudios elaborados este mismo año --que ha citado, pero no especificado--, por cada grado de temperatura que aumenta, se reduce un 12 por ciento el producto interior bruto (PIB). «Hay una diferencia entre lo que costaría afrontar el cambio climático y las consecuencias a las cuales ya nos estamos enfrentando que es enorme», ha defendido, quien ha llamado a gobiernos y sector privado a trabajar de la mano para tomar medidas transversales que incidan en la educación.
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