Un camarero atendiendo una mesa en Menorca. | Josep Bagur Gomila

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Las patronales empresariales no han encajado bien que el Govern haya abierto la puerta a la implantación de la jornada laboral reducida en Baleares. Aun cuando el Ejecutivo haya especificado que debería ejecutarse con condiciones y adaptando la medida a la realidad económica de la comunidad. Desde la Confederación de Asociaciones Empresariales de Baleares (CAEB) y la Federación de la Pequeña y Mediana Empresa de Mallorca (PIMEM) mantienen su rechazo frontal y alegan que es esa misma realidad la que imposibilita la reducción de jornada.

«La productividad de Baleares no está creciendo y es menor que la media nacional. Y si encima quieren subir el Salario Mínimo Interprofesional y reducen la jornada laboral, a muchas empresas les va a costar asumir este coste», señaló ayer la presidenta de CAEB, Carmen Planas. «Sobre todo a las pymes, que son la mayoría de las empresas de Baleares; ajustar esta jornada les supone un coste adicional teniendo en cuenta además que los costes laborales han aumentado, porque las empresas tienen cada vez más gasto y se están reduciendo sus beneficios».

El anuncio esta semana de la ministra Yolanda Díaz de que en 2025 la mayoría de empresas intsurarán la jornada reducida ha caldeado los ánimos en la CEOE (el Ministerio dio por zanjadas las negociaciones con la patronal ante su negativa y cerrará el acuerdo únicamente con los sindicatos). «El diálogo tendría que ser tripartito y en este caso va a ser bipartito y sin tener en cuenta a la patronal», lamentó Planas.

Más crítica con el Govern se mostró PIMEM, quien le reprochó que «debería haber hablado con las patronales para saber cuáles son los verdaderos inconvenientes de las empresas mallorquinas». En ese sentido, subraya que la implantación de la medida llegaría en un contexto en que el tejido empresarial ya se enfrenta a una baja productividad, absentismo o la falta de mano de obra cualificada.

La federación pide fijarse en otros países como Alemania, que «con una jornada legal máxima, tiene un número efectivo de horas de trabajo más y unos indicadores de productividad mucho mejores que los nuestro, que están a los niveles de Turquía». A las complicaciones que, entienden, comportaría la reducción, añaden el «endurecimiento del registro horario» y que «comportará incorporar trabajadores para cubrir todas las horas de trabajo», algo que «solo puede empeorar la situación porque ya hay sectores que no encuentran profesionales».

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PIMEM reclama que en el caso de que se tenga que implementar la reducción de jornada, esta debería acometerse con un respaldo efectivo de la Administración pública. «Es fundamental la puesta en marcha de los incentivos fiscales y bonificaciones a la Seguridad Social para compensar los costes por parte de las empresas», reivindica Mora.

Balance de CAEB

CAEB situó en un 2,5 % la estimación del crecimiento económico de Baleares en el tercer trimestre, siete décimas por debajo del 3,2 % estimado por el Govern y que éste dio a conocer el día anterior. La patronal hace una lectura más pesimista de los resultados de julio a septiembre, meses en los que «Baleares siguió perdiendo dinamismo a pesar de marcar registros récord en temporada alta en afluencia y gasto turístico».

Asimismo, el informe de Evolución Económica de CAEB hace hincapié en que el ritmo de avance de la economía balear «sigue debilitándose» en contraste con el comportamiento medio estatal y europeo. Un análisis que colisiona frontalmente con el del Govern, que consideró los datos del tercer trimestre eminentemente positivos.

Planas hizo alusión a la «baja productividad» como uno de los principales retos de cara a 2025. «La baja productividad sigue siendo nuestro principal hándicap y lo seguirá siendo el año que viene, en el que las empresas deberán hacer frente a los mismos obstáculos: aumento de costes laborales, subidas salariales, inseguridad jurídica o falta de mano de obra».

Por último, Planas se refirió a los problemas de saturación turística y a las protestas ciudadanas generadas por los mismos. Por ello, considera también un desafío «conciliar el destacable peso del turismo en el crecimiento económico de España y Baleares con el bienestar ciudadano a nivel local».