José Antonio Donaire, geógrafo y director del INSETUR. | RD

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Doctor en geografía, profesor en la Universitat de Girona y director del Institut de Recerca en Turisme (INSETUR), José Antonio Donaire (Salamanca, 1968) es un experto académico reconocido en la actividad turística. Ha dirigido el primer estudio que define la capacidad de carga de Barcelona, desde el total de turistas que recibe, a su procedencia, dónde se alojan y se concentran, cuánto gastan, cuánta agua consumen o cuántos residuos generan. Un estudio para que políticos y ciudadanos puedan decidir qué tipo de turismo desean a partir del Límite de Carga Aceptable, un concepto que gana fuerza frente al de capacidad de carga. O lo que es lo mismo, lo que los gestores de cualquier zona están dispuestos a dosificar para que el turismo sea menos dañino para el territorio y los residentes.

¿Qué metodología y qué fuentes de datos utilizaron para el estudio de capacidad de carga de Barcelona? ¿O debemos decir Estudio de Límite de Carga Aceptable?
Efectivamente, hay que hablar de Límite de Carga Aceptable (LCA). La diferencia es metodológica y sobre todo conceptual. La capacidad de carga parte de la idea de que existe un número por encima del cual el turismo es un problema y por debajo del cual no lo es tanto. En cambio, el LCA dice que este numero se puede definir de acuerdo con los objetivos o los criterios que se establezcan desde el propio destino. Se marcan diferentes escenarios y la población, que en el caso de Barcelona nuestra propuesta era el Consejo de la Ciudad, decide qué umbral está dispuesto a tolerar. Se trata de establecer cuál es el cambio tolerable y el impacto que el destino está dispuesto a asumir en el futuro según los indicadores de control.

¿Cuáles son esos indicadores?
En Barcelona escogimos 20 variables de densidad, ambientales, económicas y sociales, que se modifican según los escenarios teniendo en cuenta tanto el número de turistas como su composición. Por ejemplo, un turista que va a un hotel de cinco estrellas consume más agua que uno que va a otro de inferior categoría. O en términos de densidad, los turistas por motivos profesionales tienen menos tendencia a ocupar el centro de la ciudad, por lo cual apostar por el turismo MICE va a favor de descongestionar el centro, aunque va en contra de las emisiones. Es un poco jugar con los escenarios, escoger cual es el criterio clave y que, en base a las previsiones de cambio a partir de la modificación de los escenarios, el propio consejo de la ciudad determine cual es el umbral tolerable.

¿Un estudio de este tipo nos diría cuántos turistas caben en Baleares?
No. La conclusión académica colectiva es que no existe un número mágico que marque el límite idóneo de turistas, porque cada uno de los números responden a un criterio subjetivo. Lo más importante es que cada destino decida su umbral máximo tolerable a partir de lo que considera que es relevante, en función del «precio» que está dispuesto a pagar por el impacto turístico. No sólo se trata de cuántos sino quiénes porque turistas diferentes generan impactos diferentes.

Con una población residente de 1,2 millones, Baleares ya ha superado en octubre los 17’8 millones de turistas que nos visitaron en 2023. Para este año esperamos cerca de 20 millones ¿Es una cifra sostenible?
La palabra sostenible es compleja. La clave no es tanto el volumen global si no el de turistas por día. Y por lo tanto, las pernoctaciones y el cálculo de cuántos turistas por día están en las Islas, porque no es lo mismo estancias cortas que largas, las cuales generarían cinco veces más problemas derivados del turismo. Por ejemplo en Barcelona sabemos que son 170.000 turistas por día, que representan un 7% de personas que están en la ciudad ¿Un 7% es mucho o poco? Depende de los criterios que utilicen los residentes para evaluarlo. Eso sí, las cifras de Baleares la sitúan en los niveles de visitantes de grandes ciudades globales y hay una desproporción evidente entre numero de residentes y visitantes que tensiona mucho.

El discurso dominante es crecer en valor y no en volumen y apostar por un turismo de calidad con menos visitantes que gasten más ¿Baleares ha de ser un destino exclusivamente de cuatro y cinco estrellas para ricos?
Soy crítico con esta aseveración por la dificultad que lleva conseguirlo por motivos técnicos y éticos. Primero porque que es extremadamente difícil fijar umbrales de calidad y por eso todos los destinos del mundo, salvo cuatro a cinco, son multiclasistas y para población con diferentes niveles de renta. También lo veo complicado a nivel ético: la democratización del turismo me parece una conquista social para las clases medias y populares y proponer ahora que vamos a ir hacia un turismo de sólo unos pocos me parece un retraso. Apostar por turistas de gama alta aparentemente es una buena noticia pero a veces generan externalidades más importantes: los turistas de hoteles de cinco estrellas consumo más agua y energía y generan más residuos que turistas con menos recursos. Mi conclusión es que apostar únicamente por el turismo de calidad no es posible técnicamente ni éticamente recomendable.

La gente ha salido a la calle en Baleares para protestar contra los efectos de la masificación y reclamar un cambio de modelo turístico. Aquí, el turismo aporta más del 40% del PIB y el 22 % del empleo ¿Cómo se logra el equilibrio de un turismo fuerte que no se coma un pueblo, una ciudad o una isla?
Cuando la gente protesta, lo primero que hay que hacer es callar y escuchar. Respeto mucho las manifestaciones, porque es el último recurso que tiene la gente para hacer visibles problemas que no se han gestionado de manera eficiente. Si no se fijan límites, el turismo tiende a generar muchas disfunciones, pero hay dos premisas básicas, la primera es que cuando el turismo ocupa la mayor parte del espacio económico es muy contraproducente, como es el caso de Baleares, el turismo funciona mejor cuando no tiene sobre si todo el peso de la responsabilidad de que funcione la economía. Probablemente la mejor estrategia turística de futuro es diversificar la economía e invertir conocimiento, salud, economía azul, en logística y transporte y en todos aquellos sectores en los cuales la condiciones insulares sean un factor a tener en cuenta. El turismo a según que niveles incide de manera muy sensible en la vida cotidiana y en el caso insular, con un territorio limitado, los problemas de consumo de agua y energía, generación de residuos o el acceso a la vivienda se ponen de manifiesto. Seguramente es necesario repensar el modelo para hacer de Baleares un lugar donde otros sectores proliferen y reconstruir el turismo como a una actividad al servicio del territorio y sus residentes.

Desde la sociedad civil mallorquina se propone prohibir los jets privados, reducir los cruceros, limitar la flota de coches de alquiler, extender a toda Mallorca la prohibición del alquiler turístico en los edificios plurifamiliares pionera en Palma y decrecer en plazas turísticas ¿Son medidas acertadas?
No quiero ser imprudente sin estudiar los datos, pero en general son medidas que están en el catálogo de propuestas de los expertos para espacios de alta densidad como es Baleares, que vive situaciones de extrema tensión y estrés turístico. Yo añadiría otras estrategias complementarias, en la línea de desconcentración no solo geográfica sino también temporal. Entiendo que se quiera limitar determinadas formas de alojamiento y el rechazo al crucero, aunque genera menos impacto sobre la vivienda que otras formas. Entiendo que hay que poner límites.

¿Es el alquiler vacacional como el gran culpable de la masificación turística, como señalan algunos?
En algunos lugares puede serlo, pero en términos globales no lo es. Es una forma más de alojamiento, en algunos casos alternativa al hotelero, que forma parte de las prácticas y hábitos de los visitantes, y si se mueve en determinados niveles no me parece un problema excepcional. En Barcelona se ha hecho un decreto para que entre el 3 y el 10% del parque turístico pueda dedicarse a alojamiento turístico y que cada municipio fije el umbral en base a sus necesidades. Si se fijan limites y se exige a las viviendas vacacionales que cumplan las reglas del juego en temas de accesibilidad, eficiencia energética y de acceso al agua, entre otras, no me parece mal. No estoy de acuerdo en que se demonice el alquiler turístico en términos generales.

¿Qué herramientas tecnológicas existen para gestionar mejor la capacidad de carga turística?
Una vez fijamos umbrales y criterios, luego hay que bajar a operaciones de cirugía territorial y la tendencia debe ser proteger y preservar al espacios que son muy sensibles, fijar umbrales de carga a pequeña escala muy pequeña en playas, pueblos, y establecer herramientas para que esos umbrales se puedan llevar a cabo. Existen sensoréticas, criterios que permiten monitorizar en tiempos real cuántas personas están en una playa, cuantos vehículos se mueven por determinada zona, cuadros coches o autobuses hay en una carretera, cuántas personas están en el centro histórico…En el caso de Barcelona, la hipótesis de trabajo es que notificando a la personas las afluencias en tiempo real puede servir de efecto de disuasión. La gestión pasa también por regular afluencia o establecer capacidades de carga que son muy sensibles, playas, o centros históricos. Que se puedan fijar espacios de entrada y salida como se están planteando muchos lugares en Europa. No solo es importante cuántas personas llegan a las islas sino que, una vez están aquí, cómo las distribuimos o cómo regulamos los flujos para reducir el impacto en el tiempo y en el espacio.

¿Necesita promocionarse Mallorca como destino cuando la masificación es una realidad que ni el propio sector turístico discute?
En diversos lugares del mundo están por el desmarque del marketing, con una gestión inteligente de la promoción que pasa por disuadir determinados segmentos que ya no son interesantes no tanto por renta si no por comportamiento, tipo «usted no está invitado». Me parece una buena manera de hacer promoción la que están haciendo en Amsterdam, donde están avisando a algunos perfiles que determinadas prácticas ya no son bienvenidas allí. Se trata de actuar en origen no tanto como promoción sino como preparación del viaje. Una promoción en términos que respondan a los intereses de la isla y no solo a los intereses de los turistas

En estos tiempos de extrema movilidad y cultura digital es más fácil ser turista, por lo que el auge de esta actividad parece imparable ¿Hacia dónde va el turismo? ¿Qué escenarios de futuro prevé?
Hay dos factores clave: va a crecer el tiempo de ocio y va aumentar el coste del transporte, con lo que la gente va a seguir viajando pero va elegir trayectos más cortos. Y, por desgracia, esos dos factores van a hacer del Mediterráneo Occidental una de la zonas de mayor presión turística. Las previsiones de la Organización Mundial de Turismo apuntan a un incremento importante de turistas en Europa y por tanto es importante anticiparse y generar respuestas. También preveo una tendencia de los visitantes a ser más sensibles ante los efectos más negativos del turismo, por tanto aquellos destinos que mejor apuesten por formas responsables de turismo van a estar mejor posicionados. Transformar el turismo no es ir en su contra, si no trabajar por su supervivencia.