Tomeu conoció muy pronto, con sólo 13 años, lo dura que puede llegar a ser la vida; aunque decidió plantarle cara y ha ganado dos duras batallas. Un sábado por la tarde, cuando llegó a casa tras un partido de fútbol, les dijo a sus padres que le costaba respirar. A los pocos días lo llevaron al médico y tras hacerle una placa de pecho observó que tenía una «gran masa tumoral, que me impedía respirar».
Inmediatamente, lo enviaron a Son Dureta (era la década de los 90), le diagnosticaron que tenía un linfoma no Hodgkin. Al día siguiente lo operaron y pasó tres días en la UCI, a los que siguieron «un largo rosario de batallas». Tomeu recuerda que en aquella época los tratamientos de quimioterapia eran muy agresivos y le dejaban muchas secuelas. «Pasas obligatoriamente de ser un niño a ser adulto. De repente, tienes que asimilar tantas cosas que un niño no puede». En este sentido, expone que «lo más duro fue estar a punto de despedirte en varias ocasiones, estar muy al límite, caminar continuamente encima de un alambre». Pese a las dificultades, que eran muchas, decidió agarrarse a la vida y la música fue clave para ello.
Cuando estaba en el hospital le regalaron cintas de Bach y Mozart. «Me abrieron una puerta a un enorme universo, sobre todo Bach». Durante los dos años y medio que duró el tratamiento eran la herramienta con la que se aferraba a la vida.
Con 16 años volvió al instituto, aunque admite que le costó porque siempre se sentía cansado. «La batalla me dejó bastante tocado». Sin embargo, la pasión por la música seguía creciendo en su interior y le dijo a sus padres que quería dedicarse a ella. Estudió música en Zaragoza, Milán y Fribourg (Suiza) y ha logrado ser un prestigioso organista y clavecinista a nivel internacional.
Segunda batalla contra el cáncer
Lamentablemente, la vida le tenía guardada una segunda batalla. En enero de 2019 comenzó a sentirse muy mal. «Tenía una debilidad extrema». Tomeu fue al médico y, en principio, le diagnosticaron anemia central. Aunque no quería ni pensarlo, sobre su cabeza rondaba el temor de que pudiese volver a ser un nuevo tumor. Un año después se conformaron los peores pronósticos: tenía síndrome mielodisplásico. «En este caso no tenía tratamiento. Las transfusiones de sangre eran el único modo de seguir vivo hasta que consiguiese un transplante de módula ósea».
Preguntado por cómo asumió tener cáncer por segunda vez, este prestigioso mallorquín responde que «lo tenía que asumir. Hay dos posibilidades: querer vivir o entregarse y yo tenía claro que quería seguir viviendo. Sea lo que sea, siempre hacia delante, sin mirar atrás».
Afortunadamente, la médula de su hermano tenía una compatibilidad de 10 sobre 10 con la suya y le pudieron hacer un transplante. «Tuve que estar 36 días en una cabina de aislamiento y estaba muerto totalmente, lo único que tenía era la música. Durante este tiempo no podía comer ni beber, lo único que me alimentaba era la música». En esta ocasión, el aislamiento fue lo más duro, ya que tuvo que estar un año prácticamente sin estar con su hija de tres años. «Tenía que ponerme mascarilla y verla desde lejos».
Ahora lleva una vida normal, pese a que tiene que seguir haciendo revisiones. La música le ha salvado la vida y viaja por todo el mundo para que personas de todos los continentes puedan disfrutarla. Además, quiere dar las «gracias a mis padres, mi hermano y a mi hija Núria por apoyarme siempre y respaldarme en todo momento. Mi regalo es poder compartir la música con ellos». Para terminar, anima a todas las personas que ahora mismo estén plantando batalla al cáncer a aferrarse a la vida. «Les animo a que elijan vivir, la mente puede con todo». También resalta que es muy importante «que fluyan y no piensen mucho».
4 comentarios
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¡Bravo, Tomeu! Es de agradecer todo cuanto ayude a seguir investigando. Saludos.
La musica junto supongo que a Quimioterapia , Inmunoterapia Etc , Enorabuena
Un luchador de los de verdad. Bravo
Se refiere a MUSICA no a raggeaton y similares.....OJO!.