Dicen que en las peores circunstancias nacen los mejores milagros pero la historia de Jim Oliver, no es fruto de la supuesta gracia divina sino del esfuerzo humano de un titán.
Nacido en Santa Maria en 1927 tuvo que salir del pueblo con solo nueve años cuando a su padre (fundador de Esquerra) se lo llevaron preso los falangistas. Curtido en el campo y hundido en la miseria, a los 14 años vio en el boxeo la oportunidad de llevarse un plato a la boca. Un año después de calzarse los guantes de boxeo disputó su primer combate en el circuito amateur en Manacor. Fue el inicio de una carrera meteórica que le llevó a competir en los Juegos Olímpicos de Londres en 1948. Esta es la historia del primer olímpico mallorquín: ‘El Coloso Balear’
«En esa época para salir de la miseria si no eras un señor, un aristócrata, un miembro de la iglesia o militar, el único resquicio que te quedaba era ser torero o boxeador y se vio con 14 años metido en ese mundo. Un tipo de un gimnasio de Palma le dijo de pasar a probar. Le gustó, tenía buena técnica y le metieron en el circuito amateur. La captación de chavales analfabetos era habitual entonces», recuerda su hijo Santi Oliver.
Jim Oliver da nombre a una calle de Santa Maria.
Con apenas 21 años Jim entró en la selección nacional de boxeo y puso rumbo a los Juegos. «Esa fue la experiencia más potente que jamás había vivido desde el punto de vista deportivo y social. Se convirtió en el primer olímpico mallorquín, pero se dio cuenta de que muchos empresarios se aprovechaban de aquellos chavales como él, fuertes y analfabetos, a los que mandaban pasar por la trituradora de los circuitos para que otros tipos tuvieran puntos de nock out», cuenta su hijo.
Desengañado del boxeo acabó dando el salto a la lucha profesional. Su padre todavía estaba preso y él peleaba duro para esquivar el hambre. Así se forjó la leyenda de ‘El Coloso Balear’ que consiguió tumbar al campeón europeo de Lucha, Juan Tarrés, hasta entonces invencible, con quien mantuvo una estrecha amistad hasta sus últimos días.
Jim Oliver era la estrella de los combates de la época. Junto a su nombre podía leerse en los carteles el siguiente lema: ‘El más duro luchador del mundo’. Llenó las plazas y teatros de ciudades como Berlín, combatió en el Royal Albert Hall, en Madison Square Garden… Era la estrella defendiendo el título en la década de oro del resling mundial.
Se casó y siguió recorriendo Europa durante cuatro años junto a su esposa ahorrando el dinero de sus combates con el objetivo de emprender una nueva vida. Aquél niño de 14 años que se subió al ring para ganarse las habichuelas aprendió cinco idiomas. «Su ambición era, no solo ser autosuficiente, sino tener recursos culturales, porque veía mucha miseria, chavales tirados y durmiendo en la calle… Eso le impactó mucho. Siempre ayudó a las personas sin recursos», relata su hijo Santi.
Nunca olvidó sus orígenes humildes. Colgados en las paredes de su despacho, junto a su pase de olímpico, tenía los registros civiles de siete generaciones de Oliver, todos con la palabra jornalero, para no olvidar de donde venía. Se retiró a mediados de los sesenta en la Mallorca del boom turístico y abrió una tienda de souvenirs en Palmanova, más tarde una peluquería... Una cosa llevó a la otra.
Aún le quedaba un sueño por cumplir: echar el vuelo. Se convirtió en uno de los pilotos deportivos más laureados de España viajando por los rallies aéreos nacionales e internacionales con un avión especialmente popular. «En los 70 siendo niño en uno de los festivales a los que acudíamos descubrió que fabricaban un motovelero de 17 metros para hacer vuelo a vela. Era el Volswagen Linda, un escarabajo adaptado a la aeronáutica», rememora Santi Oliver.
Si algo definía a Jim Oliver, además de su capacidad de lucha, era que se entregaba hasta la médula a cada uno de sus propósitos. En la segunda mitad de los años setenta compró algunos terrenos en la planicie de Binissalem con la visión de engordar una finca para construir allí un aeródromo. Después de viajar tanto por Europa como por Estados Unidos entendía que en algún momento la aviación deportiva quedaría estancada por el crecimiento de Palma y apostó por construir el primer aeródromo deportivo en la Part Forana. Situado a unos 2,5 kilómetros del núcleo urbano sigue funcionando a día de hoy como un aeródromo de uso restringido y especializado, que dispone de una escuela de vuelo.
‘El Coloso Balear’ murió en el año 1998 a consecuencia de las secuelas que sufrió en un accidente de aviación durante un vuelo rutinario el día de la patrona de los avioneros, la Virgen de Loreto. La principal hipótesis apunta a que sufrió un desmayo. Tenía 70 años.
També mereix un carrer al terme de Calvià, a Torrenova millor, on va tenir sa primera tenda.
Una vegada per ses festes de Sant Llorenç, a sa plaça des Canaima, un home se va pujar a una taula just devant meu per veure-hi millor. Just a la dreta era ell, jo no ho conexia; i li diu,"però no veus que tapes en es nin" i s'home ni cas. Després de demanar-li un parell de vegades i veient els esforços que jo feia per veure, l'agafa per ses caderes i l'alçà un pam de sa taula i quan ho deixà a terra va sortir per cames. Era en Jim Oliver, però jo vaig pensar que era Superman.
4 comentarios
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També mereix un carrer al terme de Calvià, a Torrenova millor, on va tenir sa primera tenda. Una vegada per ses festes de Sant Llorenç, a sa plaça des Canaima, un home se va pujar a una taula just devant meu per veure-hi millor. Just a la dreta era ell, jo no ho conexia; i li diu,"però no veus que tapes en es nin" i s'home ni cas. Després de demanar-li un parell de vegades i veient els esforços que jo feia per veure, l'agafa per ses caderes i l'alçà un pam de sa taula i quan ho deixà a terra va sortir per cames. Era en Jim Oliver, però jo vaig pensar que era Superman.
Grande Jim!
También había otro boxeador tal vez un poco antes, que era de Santa Catalina y le llamaban Martí primero. Fue un gran boxeador
!Una leyenda!