MARC REVERT

Marc Revert, el mallorquín de 16 años, cofundador de Orga AI: «La IA va a reducir mucho el coste de las cosas»

El joven es el CEO de una empresa de inteligencia artificial que en breve lanzará un asistente con el que aspira a competir contra ChatGPT

El CEO de Orga AI, Marc Revert, posa para esta entrevista. | KIKE OÑATE

TW
3

Durante la entrevista con el empresario Marc Revert uno olvida que solamente tiene 16 años. Es innegable que físicamente sigue siendo un adolescente, pero su forma de encarar la conversación evidencia por qué se ha convertido en el CEO de Orga AI, la startup mallorquina que con solo once empleados aspira a lanzar en breve un modelo con el que competir contra ChatGPT. «Costará, pero eso queremos hacer», afirma el joven, que a su corta edad habla con soltura sobre el presente y el futuro de la industria en la que ya se ha consolidado: «Ya podría estar en Silicon Valley, pero estoy en España haciendo cosas muy necesarias».

¿Cómo un chaval de tu edad acaba fundando una startup de inteligencia artificial? ¿Cómo es el hogar en el que estás creciendo?
Mis padres son funcionarios y trabajan en aspectos sociosanitarios y mi tío es ingeniero informático, pero todo esto viene de cuando me regalaron un portátil Asus de 300 euros de MediaMarkt que ya no existe porque lo despiecé. Con unos 10 años ya programaba en JavaScript. Siempre me gustó ver cursos y tutoriales para aprender y aprovechaba los meses de verano para hacer un esprint. Entre varios proyectos que hice, desarrollé la aplicación Organizoo que salió en los medios y que buscaba ayudar a organizar los deberes de mis compañeros, pero no interesó a los centros porque los profesores creían que servía para fiscalizar cuantos deberes ponían y que los padres lo supieran.

¿Y cómo das el salto a la inteligencia artificial?
Siempre he seguido todo lo referente a esta tecnología, antes incluso de que estallara y llegara al gran público. Quise integrar la IA a Organizoo y le rebauticé como Orga, un asistente. En ese momento se popularizó la herramienta Gostudent para hacer clases particulares con profesores mediante una videollamada y me planteé que eso podría hacerlo una IA. De ahí se me ocurrió lo de desarrollar una IA que pueda ver, oír y hablar en tiempo real, y así surgió Orga. Al cofundador, Gerard Fernández, lo conocí con 14 años en el coworking Cómodo&Co Arxiduc, donde iba cada tarde después de clase. El dueño me regaló las primeras mensualidades por pasar tanto tiempo allí.

Solo tenías 15 años.
Estuvimos programando durante cuatro meses y le expliqué mi receta secreta, que hemos ido mejorando y no tiene nada que ver con lo que hemos conseguido ahora. Al final funcionó, pero al principio nuestra IA tardaba demasiado en contestar a las preguntas. Ahora solo necesita pocos milisegundos. Esto lo lanzamos en 2024 y salimos en medios nacionales, lo que fue un gran triunfo, pero OpenAI sacó poco después exactamente lo mismo en lo que trabajábamos. Recuerdo gritar por teléfono (ríe). Nosotros éramos dos empleados en ese momento, y OpenAI, unos 2.500 con muchísimo dinero. Lo que sacaron era lo mismo, pero mejor, claro. Fue una frustración, pero decidimos acelerar nuestro desarrollo.

¿Cómo?
Hicimos una beta cerrada y dimos la oportunidad a 100 personas para que probaran el producto. Queríamos disponer de una muestra pequeña de gente que quería usarlo tras haber salido en prensa. La mayoría eran usuarios muy interesados, pero también inversores. Alguna lo usó para saber si se estaba maquillando correctamente o para confirmar si organizaba bien la composición de un entrenamiento deportivo. Además de hacer todo tipo de preguntas sobre la vida cotidiana. Muchos hablaban con Orga sobre cosas que no se atreverían a tratar con un humano.

¿Almacenasteis esa información?
Todos sabían que las conversaciones se guardarían para que pudiéramos saber si el producto era útil. Vimos que hay un segmento amplio de empresarios interesando y en eso estamos trabajando, pero también desarrollamos una aplicación porque existe un sector interesado que es generalista. El tema de los datos es peliagudo porque como tecnológica puedes recopilar muchos e incluso excederte, pero si no lo haces es como tener una tienda y ser ciego y sordo y no saber qué le interesa a tus clientes. Cumplimos la ley europea de datos y lo expusimos correctamente.

Y tras la prueba, ¿qué pasó?
Con solo 100 usuarios Orga obtuvo en un mes unas 3.400 interacciones. Lo hicimos justo después de la irrupción de OpenAI. Entonces, Gerard se salió poco después porque no podía sufragar más costes sin ganar nada. Piensa que a mí me mantienen mis padres. Al marcharse busqué a la mejor persona y conocí a unas 30 que querían emprender conmigo. Tenía un perfil notable en LinkedIn y di con Julio Roldán, empresario de Barcelona que ahora es el co-CEO. Tiene 51 años. Levantó una empresa de seguros y reparaciones del hogar que ha convertido en una referencia en unos siete años y con una facturación de 15 millones de euros. El día de Reyes firmamos el pacto de socios.

¿Cómo puedes gestionar estas cosas siendo menor?
Mis padres me dieron la emancipación y legalmente soy mayor de edad, aunque vivo con ellos (ríe). Es algo que hace muy poca gente. Tengo mi propia cuenta bancaria, como un adulto, pero lo único que no puedo hacer es contraer deudas, lo cual veo positivo.

El filósofo Salvador Pániker defendía suprimir la adolescencia, que en la mayoría de culturas no existía. Un niño pasaba a la edad adulta a través de un ritual. A tu manera, lo has hecho. ¿Cómo lo estás llevando?
Creo que estoy experimentando una mezcla porque soy un adolescente con responsabilidades de adulto. Cualquiera que haya vivido ciertas cosas que me han permitido llegar a donde estoy podría estar en esta situación. Si hubiera estado en un entorno socialmente y económicamente más favorable quizás habría llegado aquí incluso antes.

¿Qué te aportó estudiar en el instituto público IES Politècnic de Palma?
Allí era el único que en casa habla mallorquín, y eso me ha dado la visión más internacional y cultural de mi vida. Estar en una escuela pública me ha ayudado mucho porque por cómo está diseñada no te permite vincularte a un profesor, sobre todo en Secundaria, donde hay muchos cambios. Es un entorno que te da mayor madurez.

Lo bueno de la pública es que en la mayoría de casos es un reflejo mucho más real de la sociedad en la que vives.
Exactamente, es una muestra de la sociedad real. Allí ves de todo. Creo que el Politècnic me ha potenciado mucho para saber dónde estaba y hasta dónde quiero llegar. Además, cualquier proyecto que proponía se promovía. Por eso me da pena que vayan a quitar Secundaria en el centro, porque se impedirá que otras personas como yo lleguen donde estoy. Es cierto que si continuara allí no habría conseguido nada de lo que tengo ahora porque cualquier instituto te quita seis horas diarias. Por eso me he pasado al sistema norteamericano en formato online, que me permite compaginar ambas cosas. En Estados Unidos hay chavales de mi edad que están recibiendo inversiones de un millón de euros en Silicon Valley. Aquí, lo normal, está en 40.000 euros, pero nosotros ya hemos conseguido alcanzar los 300.000.

¿Alguna vez has estado en Estados Unidos?
No. La única vez que he viajado lejos de España ha sido a Japón.

¿Te gusta el manga y el anime?
No, pero quería cambiar de ambiente y cultura y fui solo. Tenía miedo de que inmigración me impidiera viajar por mi edad (ríe). De hecho, creo que me ha potenciado mucho y me ha permitido arriesgar más. Estaba algo quemado después de tanto trabajo. Allí hice turismo, pero volví con muchas ideas; fue pura reflexión. Eres menos creativo cuanto más repites una rutina. Y eso lo estamos implantando en la empresa aplicando un horario muy flexible. Los 11 que trabajamos en estos momentos podemos hacerlo cuando nos venga mejor. Y la mayoría, aunque priorizamos talento local, viven en la Península.

¿Todas estas responsabilidades no te afectan a nivel social, con la familia y los amigos?
No, porque mis amigos están estudiando y también están ocupados. Esto de trabajar por la tarde lo llevo haciendo desde hace casi tres años, así que estoy acostumbrado y no es algo nuevo para mi entorno. Todo mi núcleo me apoya mucho. Eso no quita que hay periodos de estrés, pero como todos los empleados puedo parar y seguir al día siguiente. Así resolvemos muchos errores.

¿Tienes referentes que te inspiren intelectualmente?
Sam Altman, creador de OpenAI, aunque ha hecho cosas que parecen no ser legales. La escuela de emprendimiento Y combinator también me ha ayudado mucho. Además, he tenido muchos mentores de mucha calidad que he podido conocer por el premio que gané con mi aplicación.

¿Tu ambición es llegar a Silicon Valley?
Ya podría haber llegado, pero estoy en España haciendo cosas muy necesarias. Los que van allí luego vuelven a su país viendo que el trabajo hecho se ha viralizado. La inversión que tenemos de 300.000 euros no cubriría los altos sueldos que hay en Estados Unidos. Con ese dinero, aquí, podemos hacer cosas que allí serían impensables. El problema que tenemos aquí es la falta de ambición. Mi socio es un perfil que no se suele ver en España porque invierte en fase semilla, que es cuando tiene todo el sentido. Nuestro producto es algo que la gente quiere y gracias a Julio estamos logrando muchas cosas.

¿Qué utilidades tendrá Orga y qué aportará que no hagan ya otras IA existentes?
Ahora la versión plus de Chat GPT está en 20 dólares mensuales y la versión Pro sube a los 200. Nuestra idea es ofrecer gratis lo que se paga por 20 dólares y aportando una IA que tiene un acento español y mucho más fino y humano. Es una experiencia más dinámica en la cual incluso la IA te puede interrumpir, como en una conversación humana. Buscamos evitar que la experiencia sea hablar como por un walkie-talkie. Nuestra IA es capaz de susurrar, de poner una voz alegre o más triste. También te puedo avanzar que lanzaremos una aplicación.

¿Qué usos concretos podrá dar Orga?
Imagínate que llamas a tu seguro a las 3 de la mañana porque has perdido la casa por una DANA. Ese seguro no podrá responder a las miles de llamadas telefónicas que recibirá, pero Orga sí. El coste ha disminuido mucho y es totalmente rentable ofrecer Orga a un precio inferior. Va a costar, pero queremos competir con el Chat GPT de Open AI. Hay un espacio porque la gente no está usando tanto estos productos, aunque está disponible en el mercado. Además, los datos que gestionamos están mucho más protegidos porque nos regimos por la normativa europea. Todo se borra, no registramos nada. En la aplicación también daremos la opción de eliminarlos.

Las empresas tecnológicas cada vez son vistas con mayor recelo por los impactos que tienen sobre las personas, como la adicción que producen o el sesgo de sus respuestas.
Creo que no se busca crear una IA con sesgo de forma intencionada y que, de hecho, se intenta evitar. Es un poco aleatorio porque no se puede predecir del todo, pero sí mitigarlo con fases de postentrenamiento. Si hay un sesgo, que la gente lo vea. Como empresa creemos que se debería fomentar que la gente no sea pasiva ante la tecnología, que le ayude y acompañe en su vida. La gente debe autorregular su uso de las redes, y si te hace daño, fuera.

Geoffrey Hinton, padrino de la IA, advierte de que «la humanidad no tiene la menor idea de lo que hemos creado, por primera vez no seremos la especie más inteligente». Quizás eres de los que ven esta afirmación como alarmista, pero que la IA sea útil no impide que también sea un gran peligro.
Si no lo hago yo, lo hará otro. No hacemos nada malo y tenemos que impedir que la gente que tiene malos propósitos pueda llevarlos a cabo, pero prohibir el desarrollo de IA a diestro y siniestro, pues no. Será otro el que lo hará, sea Estados Unidos o China, y la Unión Europea se ha dado cuenta. El momento actual es una oportunidad increíble para empresas como la mía. Hay mucho político que no apostaba por esto y sí por cosas que ya han funcionado. No he visto apenas subvenciones sobre I+D en Baleares y tampoco existe un ecosistema, ni siquiera universitario. Con la IA creo que se va a reducir mucho el coste de las cosas. Aunque se venda que habrá un oligopolio o monopolio de gente que use la IA, la realidad es que es abierto y siempre se podrá competir con facilidad y eso abarata los costes. Esto es una revolución abierta porque puedo acceder y ver el código de entrenamiento de muchas IA y replicarlo a mi manera. Es una buena etapa para construir cosas, pero falta arriesgarse.