La soledad ya se define como la pandemia del siglo XXI.
—Hay estudios que hablan de que 30 millones de personas se sienten solas en Europa. Que en nuestro país, el 50 % de los mayores de 80 años vive en situación de soledad y un 13 % sufren una soledad no deseada. Son los datos que manejamos también en el hospital, donde tenemos identificado que la mitad de los mayores de 65 años tienen riesgo medio alto de soledad. Pero también afecta a niños y jóvenes que ya hablan de emociones de tristeza por sentir invisibilidad o indiferencia en su entorno.
Hay evidencia, además, de que esta soledad no deseada afecta no sólo al plano psíquico y emocional, también a nivel físico.
—Sí, así es. Hay estudios que demuestran que conlleva mayores riesgos de deterioro cognitivo, genera depresión y ansiedad, pero también mayor hipertensión o diabetes, y aumenta la probabilidad de infarto de miocardio, entre otras cuestiones. Por ello es un factor que tenemos que evaluar y que requiere de una atención integral.
¿Cómo se puede abordar esta realidad desde el ámbito hospitalario?
—En Sant Joan de Déu tenemos un protocolo específico para detectar la soledad no deseada y para cubrir las necesidades de los pacientes. Primero hacemos una valoración enfermera y luego el cuestionario Escala ESTE II con el que medimos el grado de soledad de cada paciente. A partir de ahí, nos marcamos unos objetivos para disminuir esa sensación de soledad y aportar un acompañamiento si es necesario.

¿Tiene que ver más con una sensación?
—Hay muchos tipos de soledad pero la que más afecta es la que sientes a pesar de tener gente alrededor. Hay muchas personas que no se sienten acompañadas o apoyadas por su entorno.
¿Cómo se trabaja para mejorar esa sensación?
—El trabajo tiene que ser muy personalizado, y tienes que hacer partícipe al paciente en la toma de decisiones porque le puedes mandar a nadar, a pilates o al casal pero si no es lo que le gusta no se va a enganchar y no va a generar adherencia. Mientras están ingresados nuestra labor, además de los cuidados técnicos, pasa por hacer escucha activa, dar apoyo emocional, fomentar que socialicen entre ellos. Y luego, hacer un abordaje integral de cada caso. Derivar a la trabajadora social para tramitar los recursos que necesite, gestionar con su centro de salud el seguimiento comunitario...
¿Qué papel juega el voluntariado?
—Es importantísimo y nos da un soporte brutal, con el acompañamiento que hacen dentro del hospital y también fuera. Cuando el paciente es dado de alta se le ofrece poder seguir recibiendo llamadas de estos voluntarios. En estos momentos tenemos unos treinta voluntarios dedicados a hacer esta labor de compañía y cerca de mil pacientes atendidos el año pasado a través de distintos programas de acompañamiento.
En los pueblos la situación parece mejor que en las ciudades porque se mantiene la red social.
—Sí, es más fácil crear y mantener una red en un pueblo donde tienes a la familia más cerca y vecinos que conoces de toda la vida. Pero a medida que van falleciendo, que van perdiendo la pareja, las amistades, aparece igualmente la soledad. Es verdad que noté mucho las diferencias entre Palma e Inca, dónde estoy ahora, pero también aquí he detectado una nueva realidad, la de los extranjeros jubilados que no sólo no tienen una red social, sino que además tienen una gran barrera idiomática en muchos casos que lo dificulta más.
A nivel social ¿Cómo podemos mejorar está realidad?
—Siempre digo que hay que estar pendiente de los pequeños detalles, vamos con el piloto automático y tenemos que ampliar la mirada hacia nuestros mayores. Sonreír, saludar, contestar sus buenos días, escucharles, volver a los orígenes… a través de las charlas de sensibilización que imparto en los centros educativos insisto mucho a los chicos de que si van a una comida familiar dejen el móvil y pregunten a sus mayores sobre su vida, sobre sus recuerdos. Para ellos, que se les tenga en cuenta es muy reconfortante.
8 comentarios
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Armando, encara que estiguis "bé" físicament (motriument parlant) pots patir malaltia mental per depressió, tristor i ansietat, per sentir-te sol i desemparat. Per aquí l' empatia i enteniment "brilla" per la seva ausència.
xxx, el "silenci" que dius, no té res a veure amb la "soletat no desitjada" . No sé on fiqueu l'enteniment ?
Cornelius, @xxx , quina part de "no deseada" (soletat) no heu entès ??? ...
xxxI pitjor anirà amb tant d'egoísme i individualisme, potenciats pel capitali$m€ demerda.
xxx#MeToo
Pues yo soy una gran amante del silencio de de vez en cuando de la Soledad.
Mas arriba hay una noticia que habla de lo feliz y buen que se siente una persona que vive sola y bastantes comentarios apoyan la idea. Curioso que en esta se defienda lo contrario. Yo no me pronuncio. Cada cual que viva como pueda
Vivir solo es malo sólo cuándo no te vales por ti mismo. Estando en forma física aceptable y vivir independientemente es la mejor opción por lo menos en mi caso.