«Escondía mis superpoderes, desde los tres años no era feliz»

Adrià Sánchez tiene nueve años, es superdotado y acaba de publicar su primer libro

Adrià Sánchez, sosteniendo su libro. | Alex Sepúlveda

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Adrià Sánchez tiene nueve años, es superdotado y acaba de publicar su primer libro Els poders amagats de n’Adrià. En él cuenta cuáles son sus aficiones, qué no le gusta, experiencias personales y demás pensamientos de un niño con altas capacidades. Su objetivo con esta obra: ayudar a otros niños como él y que el mundo lo conozca un poco más. «Yo antes escondía mis superpoderes, desde los tres años no era feliz; hasta el año pasado», explica Adrià.

Una mañana fue con su familia a buscar un libro relacionado con las altas capacidades pero todo lo que encontraron fue textos psicológicos o cuentos infantiles. «Quería un libro de otros niños como yo y no lo encontré así que esa misma tarde decidí escribirlo yo». Ese primer borrador tenía cuatro capítulos, su madre Eugènia mandó el material a Disset Edició. La editorial le apoyó y hace pocos días ha salido publicado. «Me gustaría que las escuelas lo compren para que los niños lo puedan leer», apunta.

En su libro habla sobre todo de música y matemáticas, dos de sus grandes pasiones, pero también de deportes como el judo; pues es subcampeón de Balears en catas de esta disciplina en su categoría.

«Todo está hecho con matemáticas», asegura. Dice que los números «le vienen» y que le gusta «encontrar el sentido matemático de las cosas». Por ejemplo, cuando pasea por la calle siempre se fija en las matrículas de los coches y suele preguntar la edad antes que el nombre de las personas.
Cuando su madre cumplió 42 años, Adrià le escribió una carta a modo de felicitación en la que le explicaba que el cuerpo humano tarda siete años en renovar todas sus células; por lo que, ese año su madre había cambiado ya todas sus células seis veces.

Hasta hace poco, las horas de clase eran aburridas para Adrià: «Antes me sentía solo, porque todo era muy fácil y creo que nadie me entendía. Me sentía un bicho raro. Ahora, me siento mejor, y en el colegio me ponen trabajos más difíciles; me siento como los otros». Tal era su aburrimiento que Adrià dedicaba las clases a contar mentalmente: «Sumaba uno más uno, que son dos; luego dos más dos, que son cuatro y así hasta acabar la clase. Mi récord fue llegar a 32.184». «Siempre era el último en acabar la tarea. Me llamaban ‘el lentorro’. Después dejé de sumar y empecé a multiplicar mentalmente». Está en cuarto de Primaria, hace trabajos más difíciles que el resto de compañeros y Matemáticas con la clase de quinto. Adrià explica que en su colegio «hacen falta más recursos» para personas como él, ya que «solo hay un orientador que viene dos veces a la semana».

En el futuro quiere seguir escribiendo sobre la misma temática y contar su evolución, así como escribir otro libro sobre trucos para cantar mejor; pues ama cantar. De hecho, ha debutado como solista cantando La Sibil·la con la capilla mallorquina de Santa Eugènia estas Navidades y el Requiem de Forrest con la Orquesta Sinfónica de Balears, hace un mes y medio. Sobre los superpoderes, dice que todos los niños tienen alguno pero, «no todos son los típicos de los superdotados». «Algunos corren rápido o son muy fuertes. El problema es que la gente se fija en lo malo, en lo que no sabe hacer y no en lo que sí tiene».