El horror de la prisión de Can Mir al descubierto

Hallada una obra inédita de un preso republicano que sobrevivió tras estar condenado a muerte

La prisión de Can Mir, obra de Rafael Nebro, que estuvo encerrado en ella y condenado a muerte. | Rafael Nebro

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Tras el alzamiento militar de 1936 miles de mallorquines fueron detenidos. Prisiones como la del Castell del Bellver pronto se quedaron pequeñas y se habilitaron a lo largo de toda la geografía de Mallorca nuevas ‘cárceles’ en las que, hacinados, esperaban la muerte. Eso es lo que ocurrió, a mediados de aquél mismo año, en un almacén de maderas en las Avenidas de Palma. Can Mir pasó a la historia como un lugar de torturas, venganza y muerte. Por él pasaron más de 2.000 presos en cinco años.

Sobre el papel, centenares de presos fueron liberados en ese tiempo, pero la realidad era muy diferente. Los desgraciados que salieron en las ‘sacas nocturnas’ de Can Mir nunca llegaron a casa. Los falangistas los asesinaron en lugares como el cementerio de Porreres y contaron a las familias que si sus seres queridos no habían regresado a casa era porque no les querían, que les habían abandonado.

Los supervivientes y las familias de los muertos buscaron durante años a los desaparecidos, pero no fue hasta noviembre de 2016, con la exhumación de la fosa de Porreres, cuando la verdad se abrió paso. Los restos de los presos cosidos a balazos demostraron lo que pasaba en Can Mir. La fosa de Son Coletes hizo el resto. Allí se encontraron en 2022 los restos de las Rojas del Molinar, entre ellas Aurora Picornell, con su pluma estilográfica sobre el pecho. «Me quitaréis la vida, pero no mataréis las ideas» les dijo a sus captores el día de su muerte.

Más allá de los relatos de los que salvaron la vida y de los familiares que los visitaron en prisión, apenas existen imágenes que retraten la realidad de Can Mir. Introducir una cámara en la cárcel era entonces impensable y los dibujos que los prisioneros consiguieron sacar del encierro se cuentan con los dedos de una mano.

Ahora acaba de ver la luz un cuadro pintado por uno de aquellos desgraciados, Rafael Nebro. Su hijo Joaquín Nebro contactó hace unas semanas con la asociación Memòria de Mallorca tras ver publicado en eldiario.es un artículo sobre la prisión, con una de las pocas imágenes que se conocían hasta ahora. En ese instante se dio cuenta de que el cuadro que su padre pintó tras salir de la cárcel, era un testimonio único de la barbarie.

La Asociación Memòria de Mallorca descubrió el original este jueves, durante la celebración de su última asamblea. «El cuadro es impactante. Si amplías la imagen ves perfectamente lo que ocurría allí, los hombres hacinados, algunos medio desnudos mientras les arrojan agua, algunas colchonetas enrolladas… Es lo que nos contaron los presos», dice emocionada Maria Antònia Oliver. No en vano su abuelo, Andreu París Martorell, entró en esa prisión y nunca volvió a casa. Su nombre aparece en la lista de las sacas nocturnas, pero hasta ahora no se han identificado sus restos.

El autor del cuadro que ahora pone frente al espejo uno de los episodios más oscuros de la historia de Mallorca no era mallorquín, sino un maestro malagueño que fue teniente de la República. Le apresaron en un barco cerca de la costa de Mallorca y le llevaron como a tantos otros a Can Mir. La familia sospecha que con los meses le trasladaron al Fortín de Illetas, y que luego le enviaron a Ronda. Estuvo condenado a muerte, pena que luego le conmutaron a 30 años de prisión y posteriormente a 10. Aficionado a la pintura, tras abandonar la cárcel pintó la escena que había quedado grabada a fuego en su memoria.

«Es inédito y sabemos que hay muy pocos dibujos de Can Mir. Cuando su hijo nos llamó me impresionó muchísimo», relata Maria Antònia Oliver. La idea de la asociación es que esta pintura, junto con los numerosos objetos sacados de las fosas de la Guerra Civil y el Franquismo en Mallorca se pueda exhibir en un Museo de la Memòria, aunque es pesimista al respecto. «No tenemos un museo, estaba pendiente hacerlo y el nuevo Govern no lo ha hecho. Lo custodiaremos hasta que ese museo de la memoria sea una realidad», dice la presidenta de la asociación. Oliver recuerda que el Govern balear tiene «objetos valiosos cedidos por las familias de las víctimas, como la pluma de Aurora Picornell».