El portavoz del Gobierno, Josep Piqué, reconoció ayer, tras la
reunión del Consejo de Ministros, que los resultados de las
elecciones de mañana tendrán su lectura política de cara a los
comicios generales que se celebrarán, previsiblemente, la primavera
del año que viene. Además, realizó una valoración de la campaña
electoral y relativizó los «excesos verbales» que se producen
durante los quince días al considerar que se repiten en todos los
períodos previos a las elecciones.
Piqué señaló que está convencido de que el domingo «será
inevitable» una lectura política en la que se valoren los gobiernos
con los datos encima de la mesa, y en la que se observe cual es la
posición del electorado tras los tres años de Gobierno del PP.
Asimismo, señaló que en los últimos días de campaña se ha
producido una «escalada» que responde a «una voluntad» concreta y
restó importancia a las confrontaciones verbales. En este sentido,
socialistas y populares dedicaron el día de ayer a hacer balance de
la campaña electoral. Así, tanto el secretario general del PP,
Javier Arenas, como su homólogo socialista, Joaquín Almunia,
coincidieron al asegurar que la campaña ha venido marcada por la
«crispación», palabra utilizada por ambos dirigentes. En lo que no
estuvieron de acuerdo fue en quien había introducido dicha
crispación, ya que según los socialistas fue el PP, y según los
populares fueron los socialistas los culpables de provocarla.
Arenas calificó la campaña desarrollada por el PSOE de «antigua
y desesperada», así como de «bastante disociada del sentir de la
sociedad española», al haber recurrido a los insultos, las
provocaciones y a las descalificaciones». Por contra, indicó que el
PP ha optado por una fórmula «constructiva», intentando no provocar
«crispaciones», aunque reconoció que, a veces ha tenido que
contestar a los «insultos, provocaciones y descalificaciones del
PSOE».
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