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Más de 800 personas, menos de los que esperaban los organizadores, se congregaron ayer en la Plaça de Cort de Palma para exigir a la banda terrorista ETA que no rompa la tregua decretada hace más de un año. Gritos contra la violencia y en favor de la paz fueron el preludio de un acto en el que los asistentes mostraron su solidaridad con las instituciones y pueblo vasco. «Terrorisme = Feixisme», «Queremos la paz», estos fueron algunos de los mensajes que los ciudadanos pretendían hacer llegar a los terroristas a través de pancartas, mensajes desde la distancia pero no por ello con menos intención y menos comprometidos con la tolerancia. Prueba de ello fue que entre los carteles reivindicativos se pudo ver dos que, a título particular, pedían el acercamiento de los presos al País Vasco.

Entre los asistentes estaban los representantes de la mayoría de partidos e instituciones. El vicepresident del Govern, Pere Sampol, (que representó al Ejecutivo autonómico ya que Antich presidía el acto celebrado en Menorca); la presidenta del CIM, Maria Antònia Munar; la delegada del Gobierno, Catalina Cirer; el alcalde de Palma, Joan Fageda; el vicario general de la Diócesis, Andreu Genovart, (que representó al obispo, Teodoro Úbeda, que estaba de viaje); y el president del Parlament, Maximiliano Morales fueron algunos de los representantes que subieron al estrado a desplegar una pancarta que rezaba «Les Illes Balears Contra l'Amenaça Terrorista».

La cantante Miquelina Lladò fue la encargada de leer el manifiesto conjunto en el que se rechazó el anuncio del fin de la tregua calificándolo de «grave atentado al Estado de Derecho». «Es la hora de mostrar firmemente la unión de todas las fuerzas democráticas, contra la coacción y el chantaje que supone para el Gobierno español y, especialmente, para los ciudadanos del País Vasco el retorno de la amenaza terrorista», aseguraba el comunicado.