Los Reyes presidieron la misa privada en honor de la condesa de Barcelona. Foto: EFE
Miles de personas se acercaron ayer al Palacio Real, donde se instaló la capilla ardiente de la Condesa de Barcelona, para darle un último adiós antes su entierro, que se celebrará hoy en El Escorial. Inicialmente estaba previsto que el cierre se produjera a las siete de la tarde, pero a esa hora se contaban por miles los ciudadanos que esperaban en las inmediaciones del palacio Real, formadas en una larguísima hilera, lo que hizo posponer el cierre de la capilla ardiente hasta las once de la noche. La fila arrancaba frente al Teatro Real, recorría las calles de Carlos III, Vergara y Lepanto, atravesaba la Plaza de Oriente y, por el patio de la Armería, entraba en las largas galerías que, dentro de palacio, conducen a la Capilla Real. Fuentes de Patrimonio Nacional estimaban que, desde las once de la mañana en que se abrió la capilla al público, había desfilado una media de 1.500 personas por hora ante el féretro.
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