El secretario general del PSOE, Joaquín Almunia, contrapuso ayer la
dimisión de Manuel Pimentel, «acorde con los usos y costumbres
democráticas», a la actitud de Aznar de mantener en sus cargos a
ministros como Rafael Arias Salgado, Loyola de Palacio o Josep
Piqué, que no han dimitido en casos similares, «algunos de ellos
más graves». Almunia consideró que Aznar debe explicar esa
«diferente vara de medir», así como aclarar «por qué, desde que
nombró ministro a Javier Arenas, parece que se han utilizado en el
Ministerio de Trabajo algunos cargos públicos para llevar a un
bolsillo privado dinero de los presupuestos».
El PSOE apoyará la solicitud, anunciada por IU, de que el
Gobierno dé explicaciones ante la Diputación Permanente del
Congreso de este asunto que, según Almunia, revela «una grave
crisis en el Gobierno». El candidato a la Presidencia del Gobierno
se refirió a la forma en que se produjo la dimisión de Pimentel y
dijo que «no tiene precedentes la dimisión de un ministro a menos
de un mes de las elecciones» y que el jefe del Ejecutivo «se haya
enterado por la prensa».
Respecto a otras razones que pudieran haber provocado la
dimisión del ministro de Trabajo, Almunia señaló que era «vox
populi» que Pimentel, a quien calificó de «el ala más moderada» del
Ejecutivo, tenía cada vez «mayores desencuentros y menos sintonía
con sus compañeros de Gobierno», como se plasmó en la discusión de
la Ley de Extranjería, los incidentes de El Ejido o la forma de
hacer pública la dimisión, dijo.
Citó el asunto del traslado de la sede de la Dirección General
de Correos, en el caso de Rafael Arias Salgado; la situación de
Loyola de Palacio, «la ministra del lino»; o Josep Piqué, quien «es
público y notorio que no se trata del contribuyente modelo», y
afirmó que todos ellos reaccionaron «aferrándose al puesto y al
sillón».
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