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La economía española creció a un ritmo anual del 4 por ciento en el primer trimestre de 2000 debido «a la consolidación de la expansión de los mercados exteriores y el dinamismo de la demanda interna», según señala el Banco de España en su Informe Trimestral de la Economía Española. El crecimiento del 4% entre enero y marzo supera en una décima el 3'9% registrado en el último trimestre de 1999.

En el primer trimestre el entorno exterior ha afianzado su recuperación y las expectativas de crecimiento de la economía se están revisando al alza. Asimismo, persisten las tensiones de precios en algunos mercados de materias primas que, en el caso de los productos energéticos, tienden a atenuarse, al tiempo que las condiciones monetarias y financieras son «particularmente holgadas» y sigue la reducción del desequilibrio de las cuentas públicas favorecidas por los aumentos en la recaudación que atrae el dinamismo de la economía.

El Informe refleja que el Indice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA) de la Unión Económica y Monetaria (UEM) se ha acelerado hasta situarse en el 2'1 por ciento en marzo (3 por ciento en España) debido a la incidencia de los precios energéticos. Según el Banco de España, el diferencial entre el crecimiento de la economía española y el de los países de la UEM tiende a atenuarse al tiempo que las diferencias entre los precios de consumo se han acortado ligeramente.

En el caso de España, a pesar de que la contribución de la demanda exterior ha alcanzado una relevancia similar a la de la UEM, la demanda interna tiende a moderar su elevado crecimiento tras cuatro años de notable vigor. Así en el primer trimestre de 2000, la demanda interna creció un 4'5 por ciento, al tiempo que la aportación negativa de la demanda exterior fue de cinco décimas.

Según estos datos, en los primeros meses de este año tendrá lugar una estabilización o moderada pérdida del crecimiento interanual de la demanda interna y una mejora en la aportación negativa del saldo exterior. El Banco de España alerta de que el impacto de estos aumentos «no se ha acabado aún» y de que se sentirán con mayor intensidad en las economías con monedas depreciadas o en fases de crecimiento más avanzado.